Capitulo 14: "Uruguay/Bolivia"

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Al fin jueves. Hoy de noche era el segundo partido de la fase de grupos en la Copa América, donde Uruguay enfrenta a Bolivia por la segunda fecha.

Estábamos muy emocionados, tanto yo como mi hijo. Ayer habíamos recorrido cada mercado de Miami junto con Kathy buscando la camiseta de Manuel en la talla de mi hijo, porque yo ya tenía la que él me había dado, pero todavía nos faltaba la de Felipe.

Pensé que con el paso de los días Felipe se iba a olvidar del pacto que él y Manuel habían hecho, pero no. Se pasó cada día preguntando cuándo íbamos a ir al estadio de nuevo y repitiendo: "Recuelda mi casaca, mami". Había esperado hasta último momento para comprarla, pensando que en cualquier tienda de los alrededores iba a encontrar, pero todas eran demasiado grandes.

Hasta que por fin, con la ayuda de Facundo, conseguimos una.

Faltaba solo una hora para el partido. Felipe tenía puesta la camiseta con el número 5 y el apellido Ugarte en la espalda. Unos shorts de jean, zapatillas blanquitas... se veía tan bonito. Yo, al igual que él, tenía puesta la camiseta que Manuel me había dado. La doblé un poco porque me quedaba bastante grande, y la combiné con unos jeans anchos, zapatillas bajas blancas y mi cartera.

Ya listos, nos fuimos al estadio, donde estaríamos en el mismo lugar que en el partido anterior.

Al llegar, pude ver a Lorenzo y Kat esperándonos. Los jugadores estaban calentando en el campo, y a lo lejos vi a Manuel sentado en el piso, estirando mientras Facundo lo ayudaba. Cada vez que lo veía, mi corazón se aceleraba, y como si fuera posible, estaba cada vez más lindo.

Basta, Clara —pienso.

...

El partido ya estaba en juego. Cerca de los ocho minutos, Manuel agarra la pelota, mete un pase perfecto hacia Facundo, patea y ¡gol!

Todo el estadio estalla. Facundo corre y se tira arriba de Manuel, y ya arriba de él señala a Kathy y después besa el escudo de la camiseta.

En una jugada, un jugador boliviano pisa a Facundo, que queda tirado en el piso adolorido. Manuel va corriendo enseguida hacia el jugador rival y lo empuja.

—¿Qué te pasa? —le grita.

El otro jugador le hace frente:

—¡Que se levante el marica! —grita.

Manuel, que ya se había dado vuelta para levantar a Facundo, vuelve al instante, agarra al otro de la camiseta.

Dirijo mi mirada hacia Felipe, que se había parado sobre la butaca para poder ver bien el campo. Su carita mostraba preocupación; miraba toda la situación con mucha atención. Cuando vuelvo a mirar hacia la cancha, veo que Manuel gira hacia nosotros. Como estábamos a solo unas filas, podía vernos bien. Me mira, después a Felipe, y sus ojos bajan un poco, viendo el número de nuestras camisetas.

Suaviza la mirada, esboza una media sonrisa, suelta al jugador y le da la espalda, volviendo hacia Facundo.

—¿Viste, mami? —siento cómo me tironea la camiseta—. No dijo malas palablas.

Me río mientras lo veo sonreír.

...

Este partido fue uno de los mejores a los que habíamos ido hasta ahora. Uruguay llevó la ventaja todo el tiempo, ganándole 5-0 a Bolivia. A pesar del resultado, el estadio se mantuvo tranquilo, con un ambiente festivo y feliz. En varias ocasiones participamos de la famosa "ola" que recorría todas las tribunas del estadio gigante.

Ya estábamos esperando para salir de las gradas, porque el partido ya había terminado. Aún había bastante gente, lo que hacía que la salida fuera más lenta.

—¡Kat! —el grito vino de Facundo, que subía las gradas corriendo. Detrás de él venía Manuel, con el morochito que había ido a buscar a Lolo la otra noche.

Los dos llegan y saludan. Siento la mirada de Manuel sobre mí.

—Gracias por lo del otro día, Maxi, Manu —Lorenzo los mira mientras se rasca la nuca.

—De nada, manito, todos hemos quebrado alguna vez —dice, y todos nos reímos.

Felipe suelta mi mano y abraza la pierna de Manuel.

—Sí cumpliste —dice, sonriendo. Manuel lo levanta en brazos.

—Y vos te queda bien mi casaca —le despeina el pelo. Después se inclina hacia mí—. A vos también —me guiña un ojo y sonríe.

Puedo sentir cómo me sube el calor a las mejillas.

—Bueno, vamo' antes de que Bielsita nos mate —dice el morocho, que ahora sé que se llama Maxi.

—¿Cenamos hoy? —Manuel me pregunta mientras me mira fijo.

—¡Ay, sí! —Kathy aplaude. La miro—. Así nosotros hacemos pijamada con Felipe —dice. Achico los ojos y levanto las cejas. Iba a matarla. De verdad, la iba a matar. Me había entregado al lobo sin pestañear.

—¿Verdad, amor? —le da un golpecito a Facundo, que asiente sin entender nada.

—Paso por vos en una hora —me dice Manuel, y lo veo bajar de nuevo hacia el campo.

"El desastre que dejas" | Manu. UDonde viven las historias. Descúbrelo ahora