—Brrr... Brrrr... El sonido del despertador hizo que abriera los ojos. Presioné la pantalla de mi teléfono para que dejara de vibrar.
Domingo, al fin. Hoy sería un día complicado. Miro a mi lado y encuentro a mi hijo aún dormido. Me tomo unos segundos para observarlo; se veía tan adorable.
Hoy iríamos todos —y cuando digo todos, me refiero a todos— a un parque acuático acá en Miami. La idea había sido de Maxi, quien propuso salir a celebrar el triunfo contra Brasil. Lo cierto es que el ambiente que se estaba generando entre todos era muy lindo. Comenzábamos a sentirnos más parte del grupo, y más cerca de Manuel.
Me dirijo al baño para lavarme los dientes y la cara, así podía alistarme antes de despertar a mi hijo.
—Toc, toc... Dos golpecitos suaves en la puerta, y luego escucho cómo se abre.
—Buen día, preciosa —veo a Manuel apoyado en el marco de la puerta, observándome. Le doy una mirada rápida a través del espejo. Traía una camisa negra ajustada y unos shorts de baño, su pelo todavía húmedo y el olor a su perfume llenando la habitación. Aparto la vista y vuelvo a lo que estaba haciendo. Tomo el bikini rosa de arriba del lavabo.
Lo observo y le hago señas para que se retire del baño. Él cruza los brazos y sonríe de lado. Sé que va a decir algo, lo sé. Sin darle tiempo, le doy la espalda. No me detuve a pensarlo mucho. Si no quería salir, que no saliera. Me saqué la camiseta larga con la que dormía —me llegaba hasta los muslos—, pero antes me puse la parte de abajo del bikini para evitar quedar expuesta. Después me puse el top y encima el vestido de playa. Sentí su mirada clavada en mí.
Su risa burlona resonó en la habitación. Rodé los ojos mientras me hacía un moño en el pelo.
Pude verlo acercarse, colocándose justo detrás de mí, abrazándome por la espalda. Sentía su respiración en mi cuello. Lo observé a través del espejo.
—Te ves hermosa —susurró, apenas audible, o quizás era yo que ya me había perdido completamente en sus ojos. Dejó un beso en mi mejilla mientras su mano acariciaba la parte baja de mi vientre. Ojalá los momentos duraran para siempre, porque si era así, lo detendría en ese instante.
—Brrr... El sonido de su celular lo hizo alejarse unos centímetros.
—Los chicos pasan por nosotros en media hora —informa mientras sale del baño.
...
El clima en Miami estaba insoportable. Las temperaturas eran altísimas. Tuve que llenar completamente a Felipe de protector solar. Su cara de incomodidad y enojo lo decía todo. Había quedado blanco como fantasma.
—Pero no quiero esperar —se queja mientras mira a los demás en la piscina.
—Cielo, tenés que esperar, si no el protector se va y el sol te va a dañar la piel —le explico mientras le entrego la gorra.
—No es justo...
Río ante su frustración. A veces explicar el mundo adulto a un niño de cuatro años es un quilombo.
Franco había elegido a qué parque vendríamos. Todo el viaje fue una pelea constante entre él, Maxi, Facundo y Manuel, porque según ellos había elegido el peor parque posible. Pero Grapeland no estaba nada mal. Estaba lleno de atracciones y toboganes para todas las edades, un lugar familiar y divertido.
Los chicos estaban todos en la enorme piscina frente a nosotras, mientras Kat y yo estábamos tiradas en unas reposeras re cómodas.
—¡Vamos, monstruo! —la voz de Manuel llamando a Felipe me hizo girar la cabeza. Mi mirada fue de odio.
—¿Qué? —pregunta levantando los brazos.
—¡Tenía que esperar por el protector, menso! —grita Kat, igual de molesta.
En un descuido, Felipe salió corriendo hacia la piscina y se tiró al agua, siendo atrapado por Franco.
—Tarde —dice Facundo, y todos los chicos se ríen.
Ruedo los ojos. —Te voy a culpar si se quema —le señalo a Manuel, que sonríe divertido.
—Déjalo vivir, Clara —suelta Maxi. Mi mirada fulminante se posa sobre él, que se hace el distraído.
—¿Y vos? ¿No tenés nada para contarme? —pregunta Kat mirándome. Nego rápido, confundida. Su mirada va hacia Manuel, y luego vuelve a mí.
—¿No?
—No... nada —me recuesto en la reposera.
—¿Me estás diciendo que él te dedicó un puto gol y no hablaron de eso? —alza la voz, pero enseguida la baja, consciente de que los chicos podrían escuchar.
—Es complicado, Kathy —miro al frente.
—No, nena. Es complicado porque ustedes lo hacen complicado —se sienta sobre mi falda—. Mirame, boluda, mírame —me agarra la cara con las manos—. Alguien que te lleva a conocer a su familia, pasa el día con vos y tu hijo, te dedica un puto gol, y encima te besa frente a un estadio lleno... —pausa—. No debería ser difícil hablar de lo que sienten. No es complicado. Vos lo hacés así...
—¿Interrumpo? —la voz de Franco nos sobresalta. Todos habían salido de la piscina y nos miraban.
—¿Ustedes se besarán o algo? —ríe Maxi, en tono burlón.
—Cerdo —decimos Kat y yo al unísono.
...
La tarde pasó volando. Compartir con los chicos fue genial. Felipe estaba feliz, Facundo y Kat cada vez más enamorados, y Manuel... seguía siendo él: atento, dulce, único.
—Brrr... brrr... El sonido de mi celular me sacó del trance.
Era una llamada de un número desconocido. Le muestro la pantalla a Kathy. Me mira extrañada.
—¿Hola? —contesto, con Kat encima mío, mientras los chicos seguían jugando en la piscina con Felipe.
—Hola, caramelito. —Mierda. Esa voz. Sentí cómo todo mi cuerpo pesaba, y la vista se me nublaba—. ¿Cómo te va en Miami? ¿Y mi hijo?

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"El desastre que dejas" | Manu. U
RomanceSinopsis Clara es madre, dueña de una pequeña cafetería en Uruguay y una experta en callarse lo que siente. Con el corazón siempre a flor de piel, aprendió a guardar antes que decir, a evitar el riesgo de ser malinterpretada. Pero hay sentimientos q...