CAPÍTULO 60.- tercer fragmento

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—Al fin están aquí incompetentes de mierda —Alan fulminó con la mirada a Gerard.


—Llegamos cuando pudimos —Gerard camino junto a un grupo de cazadores de Francia, como su líder, había llegado a verificar el ataque—, hubo un ataque contra el mismo presidente de este país, su guardias fueron asesinados y reemplazados por estos cazadores radicales. Es por eso por lo que hubo una fuga en la seguridad, porque literalmente se deshicieron de ella.


—¿Cómo ese estúpido presidente y su gente no se dio cuenta? —gruño Alan—, ¿No se preguntaron quiénes eran esos estúpidos humanos que no conocían?


Los cazadores se tensaron por el insulto, pero Gerard los contuvo con una mirada.


—Pensaron que eran guardias mejores entrenados para enfrentar hombres lobos —respondió Gerard—, digamos que son buenos para protegerlos de otros humanos, pero no tienen nada que hacer contra seres mágicos.


Alan puso los ojos en blanco.


—Mis espectros se decidieron de todos los cazadores, hay humanos heridos, pero no quise acercarme a ninguno, la manada de Auguste está parcialmente ilesa —Alan gruño más fuerte—, desgraciadamente mataron algunos porque los atravesaron con mucha plata.


—¿Los chicos? —Gerard intentó no parecer preocupado, pero saber que Liana y los demás estuvieron involucrados en el ataque lo asustó mucho. Los había visto crecer y los quería mucho.


—Por eso quiero irme, me quede para terminar el trabajo, mis hijos se llevaron a Liana y Auguste, sé que Estefan se llevó a su hermano, solo quedaron Belial, Angel y Timothee por ahí —Alan de pronto se dio cuenta que los había perdido de vista—, pero si hubiera malas noticias, ya me hubieran contactado. Voy a buscar a mis cachorros y me largaré de aquí.


Gerard asintió y Alan miró con mala cara a los otros cazadores para después irse.


—¿No lo vas a interrogar? —preguntó uno de sus compañeros.


Gerard lo miró como si estuviera loco.


—¿A un príncipe semidemonio? —Gerard bufo—. ¿Estás loco? ¿No has visto todo su poder?, estaría calcinado en segundos.


—Tu viviste en su isla algún tiempo —lo observó otro cazador—, ¿Es tan poderosos como dicen?


—Solo diré que estamos años luz para estar a su altura —respondió Gerard—, pero pongámonos a trabajar. Todo esto es un desastre.


Alan miró a todos lados y no encontraba a sus cachorros y al pequeño Tim. Olfatearlos era inútil porque todo estaba lleno de sangre y carne asada. Por lo que tuvo que rebuscar por algunos salones del lugar.


—¡No pueden llevarse a Auguste, así como así! —escucho un grito saliendo de un salón pequeño—, ¡Él es nuestro alfa!


—¡Seguramente estaba herido, idiotas! —Belial exclamó—, ¡No vuelvas a tocarlo imbécil!

THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora