CAPÍTULO 61.- primer fragmento

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Se removió incómodo mientras recuperaba la conciencia de a pocos, intentando recordar porque su cuerpo se sentía tan pesado y dolorido. Como si acabara de regenerarse de una buena paliza.


Después todo volvió a su mente en diferentes imágenes una detrás de otra y se levantó de esa dura cama para nada a su gusto.


Reconoció el lugar, estaba en la clínica del Reino conectado a un suero, miró a su costado mientras pestañeaba para adaptarse a esa fea luz y su corazón se agitó al ver a Liana.


Mon amour —dijo agitado quitándose el catéter y lanzándose sobre la camilla de Liana—, ¡ma jolie fille! ¿Qué te hicieron esos malditos?


—Hmm... —Liana se quejó apretando los labios—, estoy bien... creo.


Auguste respiro con tranquilidad. Soltando un alarido dramático y tomándole las manos de Liana para apretarlas y besarlas.


—Estaba tan asustado, amor mío —Auguste beso cada uno de sus nudillos—, cuando venían hacia ti, oh mon dieu, pensé que te perdería.


—Me duele la cabeza —hablo Liana sin abrir los ojos—, y me duele mucho el cuerpo.


—No te sobre esfuerces —Auguste siguió frotando sus manos—, tus bellas manos aún están muy frías.


—Pero... —entonces Liana abrió los ojos con dificultad—, tu fuiste más herido que yo. Te interpusiste entre mí y esas barras de plata.


Auguste acaricio su rostro, aunque estaba débil. Quería con todas sus fuerzas quitarle el dolor a su mate.


—Tu bienestar es lo principal para mí, preferiría atravesar mil penurias a ver que te lastiman de cualquier manera.


Liana apoyó su cara en la palma de Auguste, regocijándose con su toque.


—¿Sabes que paso? —preguntó ella.


—No, acabo de recuperarme, pero viendo que estamos aquí —Auguste miró alrededor—, supongo que todo salió bien si estamos aquí.


Liana frunció el ceño intentando recordar.


—¿Angel los detuvo? —preguntó Auguste.


—No, recuerdo a Gabriela llegando hasta nosotros y volviendo todo un caos —suspiro Liana—, supongo que los chicos llamaron a los demás.


Jeremy entró en ese momento para sonreír al verlos despiertos.


—¡Al fin están despiertos! —dijo el lobo blanco—, todos se van a alegrar.


Regaño a Auguste por quitarse el suero y los reviso. Les dio una pócima adicional y les dijo que debían tomar descanso por un día más. Las heridas que les hicieron fueron mortales, así que estaban obligados a dejar que sus cuerpos se regeneraran por sí solos.

THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora