CAPITULO 41

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Keira



Eamon y yo pasamos la noche en aquella casa, hasta que el cielo oscuro empezo a ser alumbrado levemente por la luz solar, nos perdimos horas en platicar sobre nosotros, hablando desde cosas sobre el propósito de mi estadía con ellos, hasta cosas personales, dandome a conocer nuevas cosas de Eamon que jamas pudiera haber descubierto con aquella mascara que protegian que cualquiera viera sus emociones. Un nuevo Eamon empezaba a darse a conocer ante mi, mi perspectiva de persona soberbia y malhumorada estaba cambiando un poco, tal vez era agradable pasar tiempo con el, el tiempo se pasaba rapido, ni siquiera supe cuando amanecio hasta que los rayos de sol empezaron a atravesar el ventanal, Eamon parecia no querer apresurarse en irse, pero tenia que llegar al palacio para seguir con mis entrenamientos, quiero ser aquella que teman incluso nombrar, por que si mi madre me creo para ser malvada, lo sere, lo sere pero para que ella sea quien me tema.



A pesar de no haber dormido nada, estaba perfectamente bien, no tenia ni una pizca de sueño, por lo que decido levantarme de mi lugar, en el que ya estaba casi completamente acostada, Eamon me observa de manera lenta, una de mis cejas se alza ante la forma en la que miraba, mientras me acerco a el, mis labios se entreabren en busca de mencionarle que era hora de irnos, pero en un movimiento rapido Eamon estira sus brazos hacia mi jalandome hacia el, haciendo que su rostro quede a la altura de mi abdomen, mis piernas y sus piernas rozan haciendo que unos escalofríos recorran mi cuerpo, mi mirada conecta con la de el sintiendo sus manos subir hacia la silueta de mi cintura, acaricia esta lentamente bajando sus manos hacia mis caderas llegando a estas apretando la piel de esta levemente, sus ojos con pupilas dilatadas me observan con curiosidad, mientras sus dedos hacen círculos imaginarios sobre mi ropa.



Queria alejarme, decirle que que carajos le pasaba por la cabeza, pero el deseo que siento por el gana, juntandose aquel deseo que tengo de probar esos labios suaves nuevamente, y que no sea la unica cosa que pruebe hoy.



Mis piernas flaquean ante su tacto, Eamon jala mas mi cuerpo de tal manera que ahora estoy sentada sobre sus piernas, su pecho subia y bajaba con rapidez mientras analizaba cada parte de mi.

Sus dedos delinean mi abdomen, subiendo al centro de mis pechos, haciendo que cuando llegue a esa zona apriete levemente mis piernas, pero el camino de su dedo no para, su mano llega hasta mi cuello tomando este con toda la mano de manera suave, mientras su rostro se acerca a el hueco de este sintiendo su respiración caer en ella, sus labios rozan con mi delicada piel y un suspiro de placer escapa de mis labios mientras mi cabeza se hace de lado permitiendole el acceso, ante eso, Eamon sonrie con malicia.



-Tantas ganas que tenia de acariciarte desde que te vi con armadura por primera vez.- susurra alejandose un poco para que pueda ver su rostro, necesitaba mas que una caricia, mas que un toque.



-Si vas a pecar, peca bien, de igual forma el castigo sera el mismo.- murmuro y es lo necesario para que Eamon tome mis piernas levantandose, llevándome contra la pared, mientras que sus labios saborean los mios de manera ruda, reflejando el deseo que ambos hemos guardado en este tiempo, mis manos van hacia su rostro tomandolo con ambas manos mientras aferro mis piernas a su cintura, sus manos recorren mis piernas hasta mi trasero, enterrando sus dedos en este, provocando un jadeo escape de nuestras bocas unidas, mis manos suben hasta su cabello jalando este levemente, sus labios niegan a separarse de los mios, y yo no dejo que lo haga.



Las alas de Eamon se dejan ver, me deseaba tanto como yo a el, el deseo de sentir nuestros cuerpos desnudos bajo una capa de sudor mientras encajabamos de manera perfecta era palpable, nos necesitábamos.



Nuestros labios se separan mientras ambos respirabamos agitadamente buscando obtener el aire retenido en nuestros pulmones. -No sabes que ganas tengo de follarte hasta que el mismo señor de los Cielos se entere de que te estoy haciendo mia.- murmura con voz ronca que sale en casi un gruñido cerca de mi oido, muerdo mi labio tratando de retener esas ganas de abalanzarme hacia el y destrozarle aquella camisa negra, pero no, no dejaria que me follara en la primera tentación, merezco mas labia, por ello subo mi mano a su barbilla acariciando su labio inferior, sus ojos se cierran ante mi tacto y ya era testigo de aquel bulto bajo sus pantalones que amenazaba en salir en cualquier momento, mi mano sube a su mejilla y dejo unas cuantas palmaditas en esta sin lastimarlo, para despues zafarme de su agarre bajando de un salto, mientras arreglaba mi cabello que ahora era un caos.



InmarcesibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora