El diluvio que azotó toda la noche cesó finalmente al amanecer. Parpadeando con los ojos secos, Riftan se lavó la cara con el agua de lluvia que había recogido en un abrevadero. La cabaña había crujido y gemido bajo el implacable y tempestuoso viento, e incluso el tejado había empezado a gotear. Había sido una noche terrible.
A la mañana siguiente, el cielo estaba despejado, como si la tormenta hubiera sido sólo un sueño. Riftan lo contempló mientras se secaba la cara con su manga hecha jirones. A pesar de los remiendos intermitentes que su padrastro había hecho en la choza desde la primavera, la destartalada estructura era demasiado vieja para ser otra cosa que un infierno durante la estación lluviosa. Era probable que tuvieran que hacer reparaciones adicionales antes de que Paxias llegara.
Mientras se preguntaba cuánto costaría comprar toda la madera que necesitarían, una voz ronca le llegó desde atrás.
— ¿Por qué estás sentado sobre tu trasero, muchacho? ¡El trabajo no se va a hacer solo!
Con una mueca, Riftan se volvió hacia el martilleo que resonaba en la puerta abierta de par en par de la herrería. El herrero, un hombre de rostro bronceado y escarpado, lo miraba fijamente desde la entrada. Riftan sabía que si se entretenía un poco más, el hombre no dudaría en abalanzarse sobre él y asestarle un buen golpe en la cabeza.
Riftan recogió apresuradamente el saco que había colocado a su lado.
— Estaba a punto de levantarme.
El saco pesaba casi tanto como él. Se lo echó al hombro y caminó hacia el herrero, que le lanzó una mirada de desaprobación.
Justo antes de seguir al herrero al interior, Riftan echó un vistazo al imponente castillo que se alzaba sobre el denso bosque. Llevaba meses como aprendiz en la herrería del duque de Croyso, pero seguía sintiendo una profunda insatisfacción. Quedarse en los establos paleando estiércol de caballo podría haber sido mejor. Aunque allí tampoco había tenido un momento de descanso, la cantidad de trabajo en la herrería era incomparablemente mayor.
Su jornada empezaba al amanecer cortando una montaña de leña, encendiendo el horno de carbón y martilleando mineral de hierro hasta que le ardían los hombros. Una vez hecho esto, tenía que trabajar sin descanso con los fuelles hasta que el horno ardía.
Las dos primeras semanas habían sido difíciles. Le habían salido ampollas en las palmas de las manos y había sufrido varias quemaduras. A veces le invadía la rabia contra su padrastro por obligarle a aceptar aquel puesto. Sin embargo, cada vez que pensaba en el rostro estoico del anciano, su descontento se disipaba.
Riftan arrojó el saco al suelo al pensar en su padrastro intentando llenar su estómago vacío con un guiso frío y aguado. Las palabras del hombre cuando lo había arrastrado a este lugar resonaban en sus oídos.
Sigue siendo un campesino y acabarás como yo. A los herreros al menos se les respeta.
Su padrastro había desenterrado una bolsa de cuero negro deteriorado de una trozo de tierra detrás de la choza. Dentro estaba toda la dote que había recibido al casarse con la madre de Riftan; catorce derham. Luego había ofrecido seis de ellos a ese cerdo herrero y se había humillado ante el cerdo para conseguirle a Riftan este aprendizaje. De la boca de Riftan brotaron obscenidades al recordar aquello.
Debería haber usado el dinero para construir una casa nueva... ¿Por qué preocuparse por el futuro de un bastardo que ni siquiera era de su propia sangre?
— ¡Eh! ¡Despierta, chico! ¡Tráeme más carbón!
El grito sacó a Riftan de sus pensamientos. Amontonó trozos de carbón en una cesta y corrió hacia el horno. Echó los trozos dentro y avivó el fuego con el fuelle con toda la energía que pudo reunir hasta que una llamarada dorada se disparó hacia arriba.
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Debajo del roble ~ Libro 06 [Riftan] Historia paralela
FanfictionAl fin llegamos al ultimo libro de la primera temporada de esta hermosa novela.