Capítulo 29 ~ Negociaciones

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Ruth levantó la vista de la citación real, rascándose el desordenado cabello.

— ¿Esta vez no debería acompañarte?

— Quiero que te quedes en Anatol para supervisar la construcción — respondió Riftan, negando rotundamente con la cabeza. Le arrojó un trozo de carne a Agalde, que se acomodó en una percha cercana.

— Soy un mago, no tu representante — gruñó Ruth mientras arrojaba el mensaje al brasero-. ¿No va siendo hora de que encuentres esposa? Puedes elegir a cualquiera de la nobleza menor. Así tendrías a alguien que se ocupara del castillo mientras tú estás fuera, por no mencionar la pequeña dote que aportaría. Un buen negocio, si me permites decirlo.

Riftan fulminó al mago con la mirada.

— Suena como algo que diría un aristócrata.

— Ya formas parte de la aristocracia — dijo Ruth, encogiéndose de hombros —. Un caballero vasallo del rey y el señor de Anatol. ¿No son los matrimonios de conveniencia el pan de cada día de la clase noble?

La despreocupación del mago hizo que Riftan sintiera un nudo en la garganta. ¿También Maximilian Croyso tendría que casarse pronto por conveniencia? Se le oprimió el pecho al pensar en un noble altivo y pálido a su lado. Apartando la imagen de su cabeza, se volvió hacia el escritorio.

— Deja de decir tonterías y concéntrate en los preparativos. Estaré fuera durante meses, así que tendrás que terminar las cuentas antes de que me vaya.

— Como ya he dicho, soy un mago, no tu...

— Sé muy bien que eres un mago — gruñó Riftan —. Yo soy quien paga las costosas investigaciones que haces cada año.

Ruth no tardó en bajar la voz y enderezarse en su asiento. Ahogando un suspiro, Riftan tomó uno de los montones de pergaminos.

Desde administrar las tierras hasta responder a las convocatorias del rey, las cargas actuales que soportaba superaban con creces cualquiera de las que había experimentado como mercenario. No era el momento de entretenerse con fantasías. Tomando una pluma, Riftan garabateó una respuesta en la que prometía unirse a los caballeros Remdragon en el plazo de una semana antes de enrollar el mensaje en el tubo y atarlo a la pierna de Agalde.

*****

Unos días después, Riftan dirigió un equipo a la frontera oriental, donde los caballeros Remdragon seguían la pista de un grupo de bandidos junto a los hombres del duque. Allí, inmediatamente se unió a la persecución. Después de una larga búsqueda, consiguieron impedir que los asaltantes huyeran con el botín de su saqueo.

Los saqueos continuaron, obligando a los caballeros Remdragon a acampar en la frontera durante lo que acabó siendo una estancia de meses. Con el tiempo, los caballeros empezaron a expresar su descontento.

— No estaríamos sufriendo así si el duque fuera más sabio — dijo Hebaron mientras se sentaba a calentarse frente al crepitante brasero. Chasqueó la lengua con rabia —. Como si exigir ridículas reparaciones no fuera suficiente, ha bloqueado las rutas comerciales de Dristan. No me extraña que esa gente esté descontenta. Y la falta de alimentos, encima...

Masticando un trozo de carne seca, Riftan asintió en silencio. Los habitantes de las regiones occidentales de Dristan se habían dedicado al saqueo después de que sus reservas de alimentos resultaran insuficientes para pasar el invierno. Su misión consistía en vigilar la frontera hasta que toda esa gente; en su mayoría campesinos, murieran de hambre o de frío, asegurándose así de que no se produjeran más redadas en el ducado.

— ¡Todo esto se solucionaría si el duque permitiera a los mercaderes de Dristan comprar alimentos! — dijo Hebaron, hurgando en el brasero —. Entonces no tendríamos que sufrir el invierno en este lugar, y el duque no tendría que preocuparse por los asaltantes en sus tierras. Pero, por supuesto, el tonto orgullo de ese hombre...

Debajo del roble ~ Libro 06 [Riftan] Historia paralelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora