— Mi temperamento hace que sea difícil ganarme el favor de los nobles santurrones.
— Sí, supongo que ése sería el caso — aceptó de buena gana el comerciante.
Ruth se sentó a poca distancia, metiéndose pan en la boca. No intentó reprimir la risa mientras escuchaba a hurtadillas. Riftan le lanzó una mirada fulminante antes de ponerse en pie.
— Debemos ponernos en marcha si queremos llegar a la aldea antes del anochecer.
Los hombres reunieron sus caballos y continuaron hacia el sur. Después de medio día de cabalgata por el campo, vieron una pequeña aldea. Descansaron allí durante la noche, y luego viajaron dos días más antes de llegar a Balbourne, la capital de Osiriya.
Riftan no pudo evitar quedarse boquiabierto al contemplar las murallas de la inmensa ciudad que antaño había sido la capital del antiguo Imperio Roem. Una vez atravesada la enorme puerta, del tamaño de un dragón, una prístina carretera lo bastante ancha para seis carruajes se extendía ante ellos.
Agarrando las riendas, sus ojos recorrieron el paisaje urbano. Aunque había viajado a numerosos lugares, como Wedon, Livadon y Balto, nunca había visto una ciudad tan majestuosa como Balbourne.
Edificios de piedra muy juntos se alineaban a ambos lados de la calle. Estaban tan bien cuidados que a Riftan le costaba creer que estuvieran habitados por plebeyos. Cuidados arbustos y exuberantes macizos de flores decoraban los bordes de la calle principal, y la mayoría de la gente que deambulaba llevaba ropas limpias. Y lo que era aún más sorprendente, el hedor a estiércol animal o aguas residuales que normalmente impregnaba las ciudades estaba notablemente ausente.
Riftan observó con recelo los carruajes que circulaban ordenadamente por la inmaculada carretera. Según su experiencia, cuanto mayor era la ciudad, más fétidos eran los olores. Se preguntaba cómo era posible que un lugar tan grande se mantuviera tan limpio con tanto ganado y tanta gente viviendo entre sus muros.
Estaba reflexionando sobre cosas tan intrascendentes cuando el comerciante que encabezaba la comitiva señaló hacia delante y gritó.
— La basílica está allí. Haremos una parada antes de la posada.
Riftan se movió incómodo en su silla de montar. Pronto, los carros cargados atravesaron la plaza y se detuvieron frente a una estructura gótica. Los comerciantes baltonianos subieron los escalones y entraron en fila por la entrada arqueada.
Mientras ofrecían ofrendas y oraciones en el interior de la basílica, Riftan esperó junto a los vagones y observó distraídamente la fuente que lanzaba agua clara al aire. Siempre se sentía como un invitado no deseado cuando se encontraba fuera de una iglesia. Nunca dejaba de ponerle nervioso.
— ¿No vas a entrar, Maestro Calypse? — preguntó Ruth bruscamente, despertándose de su siesta en el asiento del conductor de uno de los vagones.
Riftan se encogió de hombros.
— Si hiciera una ofrenda en cada parada, ahora estaría en la miseria.
— Hablas como un verdadero mercenario. — Ruth negó con la cabeza —. Por la forma en que me acosas en cada oportunidad, pensé que eras un devoto seguidor de la Iglesia Ortodoxa.
— Eso es porque eres molesto, no porque seas un mago.
Ruth refunfuñó en voz baja ante la brusca réplica de Riftan. Ignorando al mago, Riftan se acercó a la fuente.
Por encima de las centelleantes corrientes de agua se alzaban estatuas de Wigrew al frente de sus doce caballeros, Darian el Grande con su corona, y ángeles que los bendecían. Riftan se bajó la capucha hasta que le cubrió los ojos. No sabía si era porque estaba acostumbrado a ambientes más humildes o porque se sentía inferior, pero las estatuas de aquellos caballeros legendarios le parecían demasiado deslumbrantes para mirarlas.
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Debajo del roble ~ Libro 06 [Riftan] Historia paralela
FanfictionAl fin llegamos al ultimo libro de la primera temporada de esta hermosa novela.