Riftan aprovechó la oportunidad. Arremetió con su montura contra un ogro y le rebanó una pierna. Cuando el gigante de quince kevette se tambaleó y cayó al suelo, uno de los caballeros que cabalgaba detrás de él clavó inmediatamente su lanza en el corazón del ogro.
Después de ladrar órdenes a los soldados del interior de la barrera para que recuperaran las jabalinas, Riftan se lanzó de inmediato contra otro monstruo. La corpulenta criatura, que le doblaba en tamaño, se abalanzó sobre él a la velocidad de una bala de cañón. Riftan esquivó por los pelos la maza que volaba hacia su cabeza y clavó su espada entre las costillas del ogro.
El ogro lanzó un rugido ensordecedor y levantó el puño. Antes de que el ataque del monstruo pudiera aterrizar, su gigantesca cabeza salió volando de su cuello.
— No puedo dejar que te diviertas, capitán. — gritó Hebaron, blandiendo su claymore, que era tan alta como su dueño.
Riftan esquivó al ogro que se desplomaba. Un profundo estruendo sacudió el suelo al aterrizar, haciendo que fragmentos de roca cayeran por el acantilado. Riftan apartó apresuradamente a Talon del desprendimiento de rocas y evaluó la situación. Tras haber arrancado todas las jabalinas de los cadáveres de los monstruos, los soldados tenían las ballestas preparadas de nuevo. Ordenó a los caballeros que se dispersaran.
— ¡Fuego!
Decenas de jabalinas surcaron el aire y atravesaron a los monstruos que se precipitaban montaña abajo. Cuando sus gigantescas formas se tambalearon y empezaron a caer por la ladera, los caballeros se lanzaron al galope. Cortaron las cabezas de los monstruos de un solo golpe.
Cuando por fin cesaron los pisotones y los rugidos que hacían temblar la tierra, los gigantescos cadáveres de treinta y cuatro ogros yacían esparcidos sobre trozos de roca. Riftan se quitó el casco empapado en sangre y observó el silencioso valle. Aunque no sentía ninguna otra presencia cerca, era sólo cuestión de tiempo que la carnicería atrajera a otros depredadores.
— ¡Recojan las armas! — gritó —. ¡Abandonemos este lugar de inmediato!
Los caballeros montaron guardia mientras los soldados cargaban las ballestas en los carros. Algunos fueron a buscar las jabalinas, las mazas de hierro y las bolas de acero.
Riftan entrecerro los ojos mientras miraba el cielo nublado. El volátil tiempo de la montaña era imposible de predecir. La lluvia les habría permitido un momento de descanso sin tener que preocuparse por los ataques de los monstruos. Sin embargo, a pesar de los días nublados y húmedos, no cayó ningún aguacero.
Inhaló una bocanada del viento húmedo y helado y envainó su espada. Talon parecía igualmente agotado por la constante marcha. El caballo estaba de pie, irritado, pisando fuerte los cascos. Tras apaciguarlo, Riftan volvió a ponerse en marcha con sus hombres. Los soldados le siguieron en silencio.
Un aire opresivo caía sobre el grupo. Habían pasado meses desde que empezaron a buscar la guarida del dragón, pero lo único que habían conseguido era agotar sus provisiones.
Riftan contó los vagones de equipaje que quedaban, haciendo todo lo posible por disimular su ansiedad. Habiendo perdido parte de sus suministros a causa de los interminables ataques de los monstruos, el grupo de campaña se enfrentaba a una crisis. Era imposible saber cuánto tardaría el grupo de suministros en llegar hasta ellos, a pesar de las marcas que habían dejado para facilitar el seguimiento. Había que hacer algo.
Con voz autoritaria, Riftan animó a los soldados.
— Descansaremos cuando salgamos de este valle. Manténganse firmes hasta entonces.
Riftan se inquieto al notar el bajón de moral de los hombres. Aunque los soldados se las estaban arreglando admirablemente, ningún hombre podía soportar el hambre y el agotamiento para siempre. Había poca caza a estas alturas de las montañas Lexos. Los hombres habían luchado en quince enfrentamientos en las últimas semanas sólo con pan duro como una roca, queso y carne seca. Apenas podían dormir más de cinco horas seguidas. Cuando lo conseguían, era siempre sobre suelo frío, azotado por vientos helados. Cada vez que tenían que enterrar a un camarada abatido por los monstruos, los hombres murmuraban: «Que descanses en paz», con voces cargadas de envidia y tristeza.
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Debajo del roble ~ Libro 06 [Riftan] Historia paralela
FanfictionAl fin llegamos al ultimo libro de la primera temporada de esta hermosa novela.