Capítulo 30 ~ Descubrimiento casual

171 20 1
                                    

Riftan se dio la vuelta, maldiciéndose furiosamente a sí mismo. Tenía la intención de tener unas palabras con el duque de Croyso sobre el exorbitante coste de alargar el conflicto antes de que las discusiones con los mensajeros dristanianos comenzaran en serio.

Sin embargo, el duque se negó en redondo a concederle una audiencia, poniendo como excusa que estaba demasiado ocupado. El rostro de Riftan se endureció ante el desaire. Incluso como duque, aquel hombre no tenía derecho a desairar a un vasallo del rey. Consideró la posibilidad de expresar su disgusto antes de decidirse a no hacerlo, pues no quería causar una conmoción.

El duque siguió aplazando el encuentro con los mensajeros, alegando su apretada agenda de giras por el ducado. No fue hasta el tercer día de su llegada al castillo de Croyso cuando por fin consiguieron presentarse ante él.

Naturalmente, los mensajeros no ocultaron su indignación. Adoptaron una actitud imperiosa, mientras que el duque avivaba aún más su ira argumentando que las exigencias de Dristan violaban sus derechos como señor feudal. Continuó revelando que pretendía obtener una reparación por el conflicto actual, ante lo cual los mensajeros se indignaron. Parecía que cualquier posibilidad de éxito en las negociaciones se estaba esfumando.

Riftan registró todos los detalles en su informe al comandante. Las negociaciones, que se esperaba concluyeran en pocos días, se prolongaron durante más de una semana. Mientras enviaba al pájaro mensajero a volar hacia el azulado amanecer, Riftan se sentía claramente cansado de todo aquello. Dudaba que el duque tuviera intención de aceptar las condiciones de Dristan. En el peor de los casos, el conflicto podría convertirse en una guerra total.

Una futura batalla sería feroz. Si el ejército real de Dristan se involucraba, Wedon también enviaría tropas adicionales. Riftan no podría regresar a Anatol durante al menos un año.

O tal vez no podre volver nunca más.

Una sonrisa irónica torció sus labios mientras descendía por la muralla del castillo. Un error en el campo de batalla podía costarle la cabeza a un hombre. En innumerables ocasiones había visto cómo hombres formidables morían repentinamente en combate. No se creía ni por un segundo el guerrero más hábil del mundo. Al igual que había robado la vida de tantos, era plenamente consciente de que la suya podía ser arrebatada en cualquier momento.

Decidido a enviar un mensaje a Anatol por si acaso, Riftan atravesó el sendero del bosque débilmente iluminado por la luz del amanecer. Se detuvo cuando vio a una mujer corriendo delante de él. A juzgar por la larga falda que arrastraba por la tierra, no era una sirvienta. ¿Qué hacía una noble en el bosque a estas horas?

Mientras la observaba atentamente desde la distancia, la figura se dio la vuelta y una cortina de pelo rojo se desparramó sobre su túnica negra. Riftan se quedó helado. Sólo podía ser Maximilian Croyso.

No había nadie más que tuviera el mismo tono de rojo. Sus deliciosos rizos castaños, casi amatistas en la oscuridad, se convertían en llamas doradas bajo el sol. El corazón le latía con fuerza contra las costillas. Era su primer encuentro desde su llegada al castillo de Croyso, y se debatía entre el deseo de hablar con ella y el de evitarla.

Su indecisión no duró mucho. Dejando escapar un gemido, se puso en acción. Aunque todavía estaban dentro de los terrenos del castillo, no podía irse mientras ella vagaba sola por el espeluznante bosque. No después de haber sido gravemente herida ahí una vez.

Al recordar su cuerpo rígido y frío mientras el veneno del monstruo la atravesaba, sintió que una leve ira se apoderaba de su pecho. ¿No había aprendido nada? Decidido a darle una buena reprimenda, caminó tras ella con la mandíbula apretada.

Debajo del roble ~ Libro 06 [Riftan] Historia paralelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora