Promesa de Festival

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Era una noche mágica en el festival local. Las luces brillaban como estrellas en el cielo despejado, y el bullicio de la gente llenaba el aire con una vibrante energía. Las atracciones coloridas y el aroma de comida callejera creaban un ambiente alegre y festivo. En medio de este caos encantador, se encontraba Chaeyoung, una chica de baja estatura con unos lindos tatuajes en sus brazos contemplando el cielo algunos minutos antes de que comenzaran los fuegos artificiales.

Chaeyoung había prometido hace años, en una noche similar, regresar a este mismo festival con Mina, su entonces novia. Recordaba vívidamente aquella promesa: el festival se extendía ante ellas, lleno de luces y risas, y ambas estaban decididas a seguir juntas, a pesar de las dificultades que se avecinaban. Pero el destino había jugado una mala pasada, obligando a Mina a regresar a Japón, dejando a Chaeyoung sola con el dolor de una separación forzada.
El tiempo y la distancia habían estirado esa herida, y aunque habían intentado mantenerse en contacto, la realidad las separó más de lo que habían imaginado.

Las dos chicas tuvieron que continuar con sus vidas, con un dolor en su pecho que era constante las hacía sentir inquietas, débiles, pero lo único que podían hacer era ignorarlo y seguir adelante.

Años después, el festival seguía siendo un símbolo de ese vínculo roto, y Chaeyoung, con el corazón lleno de nostalgia, decidió asistir sola. Una parte de ella quería cumplir esa promesa, aunque ella sabía que sin Mina, ir a ese lugar no serviría de nada. Se aferraba a la esperanza de que, quizás, en alguna extraña vuelta del destino, las cosas pudieran ser diferentes. A medida que caminaba entre las multitudes, sus sentidos se veían inundados por una mezcla de emociones: el bullicio alegre a su alrededor contrastaba con el peso de sus recuerdos.

Pasó por los puestos de comida, eligiendo sin realmente saborear los bocados que probaba. Las risas y los gritos de los niños que jugaban con globos y luces parpadeantes eran un eco distante. El aroma a maíz dulce y churros recién hechos parecía no alcanzarla; su mente estaba en otro lugar. Se detuvo frente a una rueda de la fortuna, recordando cómo solían subirse juntas, abrazadas y riendo, mientras el mundo se reducía a solo ellas.

El recuerdo la envolvió con la calidez de la nostalgia. Era una noche similar, el cielo estaba lleno de estrellas y las luces del festival parpadeaban como joyas en la oscuridad. Mina y Chaeyoung estaban en la fila para la rueda de la fortuna, sujetas por la emoción y la expectativa. Chaeyoung recordaba la manera en que Mina se aferraba a su brazo, sonriendo con esa risa contagiosa que siempre lograba hacerla sentir en casa.

Una vez en la cima, el mundo a sus pies parecía desvanecerse en un manto de luces y sombras. Mina le había susurrado algo al oído, una broma ligera, y ambas habían estallado en risas. Chaeyoung había sentido el calor de la risa de Mina como una brisa cálida en la noche. A medida que la rueda giraba lentamente, habían disfrutado de la vista panorámica del festival iluminado abajo, compartiendo un momento que parecía eterno.

Chaeyoung se había inclinado hacia Mina, sintiendo el latido de su corazón en sincronía con el de ella, mientras las luces del festival se reflejaban en sus ojos. Habían hablado de sus sueños, de cómo siempre regresarían a ese lugar, incluso cuando las cosas se volvieran difíciles. Mina había prometido que siempre volverían juntas, y Chaeyoung había creído en esa promesa con todo su ser.

El recuerdo se desvaneció cuando la realidad la rodeó de nuevo. Chaeyoung se encontró de pie frente a la rueda de la fortuna, el bullicio del festival a su alrededor, con una mezcla de tristeza y esperanza en el corazón. Mientras miraba la rueda girar lentamente, el eco de aquellas risas compartidas parecía resonar en el aire, y el recuerdo de aquella promesa se convirtió en un faro que iluminaba su camino hacia el presente.

Fue entonces cuando, entre la multitud vibrante, un par de ojos conocidos brillaron en la distancia. Chaeyoung se detuvo en seco, sintiendo que el tiempo se ralentizaba. Allí, al borde del festival, estaba Mina. Sus ojos, aún tan vivaces como los recordaba, se encontraron con los de Chaeyoung. Mina estaba igual de sorprendida, sus labios abriéndose en una expresión de asombro y emoción.

One Shots - Michaeng Donde viven las historias. Descúbrelo ahora