One Shots | Michaeng

Algo casual... *

Desde el primer día que la vi, Mina tenía algo que atrapaba la atención de todos. Era como si el universo hubiese decidido poner toda su magia en ella, y yo no pude evitar caer en esa trampa. Su sonrisa era suave pero intensa, y su forma de moverse parecía casi ensayada, perfecta, como si siempre supiera que alguien la estaba observando. Yo no podía apartar mis ojos de ella, aunque fingiera hacerlo.

A lo largo del tiempo, nos dimos cuenta de que teníamos mucho en común. Música, películas, incluso los mismos platillos favoritos. Había una conexión, algo que hacía que nuestras conversaciones fluyeran como si lleváramos años conociéndonos. Pero desde el principio tuve claro algo: yo sentía por Mina cosas que nunca había sentido por nadie más. Y lo peor es que lo sabía y, aun así, traté de ignorarlo. Guardé esos sentimientos para mí, como si fueran un secreto demasiado valioso o demasiado peligroso como para compartir.

A veces, sin embargo, Mina hacía cosas que me confundían, pequeñas acciones que encendían una chispa de esperanza dentro de mí, aunque no durara mucho. Porque luego llegó Mark, y con él, el dolor. Mina comenzó a salir con él y, aunque intenté fingir que no me importaba, cada vez que venía a mí, emocionada, a contarme sobre él, algo dentro de mí se rompía un poco más. A pesar de todo, sonreía, la escuchaba y la apoyaba, porque amarla también significaba querer su felicidad, aunque no fuera conmigo.

Pero no podía seguir así. Necesitaba espacio, necesitaba alejarme antes de que sus palabras dulces y su cercanía terminaran destruyéndome por completo. Durante meses apenas hablamos, y aunque extrañaba su voz, también me sentía más tranquila, como si al fin pudiera respirar. Fue ella quien buscó reconciliarse, y al final volvimos a ser amigas. Todo parecía estar en paz... hasta que, un día, me obligó a confesar lo que sentía.

Fue una conversación intensa. Le hablé de cómo había luchado con mis sentimientos, de cómo me dolía verla con otras personas, de cómo, incluso sin quererlo, siempre me ilusionaba con ella. También hablamos de nuestros problemas, de las peleas constantes que teníamos por los comentarios de mis amigos sobre ella o por los suyos sobre mí. Siempre intenté defenderla, siempre estuve de su lado, pero esas discusiones dejaron marcas.

Unos meses después de esa confesión, me enteré de que tenía novio. Otra vez. Esta vez era Bambam. Y aunque Mina decía que no lo amaba, que estaba con él solo por compromisos familiares, sus acciones decían lo contrario. Publicaba fotos con él, subía canciones dedicadas y luego, en privado, usaba esas mismas canciones para intentar reconfortarme. Me hacía preguntas que no entendía: ¿quería consolarme? ¿O solo quería verme sufrir? Nuestra relación empezó a desgastarse, hasta que un día, en medio de una discusión, no pude más y exploté. Dije cosas que ni siquiera quería decir, pero al final, como siempre, terminamos resolviendo las cosas.

Pero algo cambió después de eso. Mina comenzó a comportarse de forma extraña conmigo. Me abrazaba más de lo normal, se sentaba en mis piernas, y en ocasiones parecía que quería besarme. Yo siempre ponía límites, aunque por dentro me costara tanto como respirar.

Recuerdo un día en particular. Estábamos juntas, y yo hice una broma sobre cortarnos con una regla de metal. Mina tomó la broma como algo más. Dibujó una "C" en su antebrazo, y, para seguir el juego, yo hice lo mismo, escribiendo una "M". Pero horas después, me envió una foto. Se había cortado la inicial con un objeto afilado. Me quedé sin palabras. ¿Quién hace algo así por una amiga? Era algo que no podía entender.

A pesar de todo, sigo aquí, atrapada en este ciclo. Ella tiene novio, pero sus acciones conmigo dicen otra cosa. Yo daría cualquier cosa por ser ese chico, por ser la persona que ella presume con orgullo, por ser la razón de su sonrisa. Pero no lo soy. Y, aunque duele, no puedo evitar seguir esperando, porque es Mina. Porque ella siempre será mi debilidad.