Capítulo 28

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29 de diciembre de 1940.

Mantuve la mirada en el paisaje, recordando aquel tiempo donde aún sus sonrisas eran visibles. Había transcurrido más de un año desde su muerte y, hace poco, cumplió 21 años...

-Lamento no haber venido el 18 -dije con una pequeña lágrima-. No hay escusas válidas para ello, sólo no estaba listo.

El viento desapareció junto al brillo resplandeciente de un sol que se marchaba de a poco.

-¿Habrá algo más allá de la muerte, Conrad? O... ¿sólo fallecemos quedando en el negro de los ojos cerrados como cuando dormimos y no soñamos? -pregunté al cielo esperando algún mensaje subliminal, sin embargo, sólo llegó angustia.

Debería sentirme feliz por haber visto a mi amada después de tanto tiempo, por estar cada vez un paso más cerca de la "libertad" ... aunque mi pecho se bañaba en la tristeza. En mis hombros caía el peso de todos mis seres queridos descontentos ante las decisiones que tomaba. Nadie comprendía el motivo de cada acción, el miedo que sentía ni la dificultad al momento de elegir un camino que sólo beneficie. "Sé fiel a tus ideales", decían, pero jamás intentaron comprender el trasfondo de mi traición. ¿Está mal el desear no querer perecer? ¿Está mal el querer vivir como un cobarde que morir como un héroe?

-Conrad... si estuvieras aquí, ¿también estarías decepcionado de mí?

-Él siempre te admiró -volteé ante la inesperada voz.

Contemplé al chico, quien permanecía serio observando el horizonte.

-¿Qué haces aquí? -pregunté.

-Eso debería decir yo, este es mi lugar especial, no el tuyo -bajé la mirada ante lo cruel de sus palabras-. Creí que regresarías al campamento, pero pasan los días y todos consideran que eres un desertor.

-Sólo han sido un tiempo, volveré cuando me necesiten.

-¡Han pasado más de 6 meses! Helmut te necesita, yo te necesito.

-¿Cómo les fue en Francia? -intenté cambiar el tema, pero sólo recibí los ojos furiosos de Benno, seguido de sus manos sosteniendo con odio mi camisa.

-¡Cómo si te importara, carajo! Estuve en esa cena, vi como tu hermana sufría mientras se anunciaba su boda.

Quedé en silencio. Mis labios permanecieron cerrados, tal vez por miedo o por la costumbre de callar cuando los superiores hablan. Sin embargo, era curioso cómo, ante mis ojos incultos, cada persona tenía en mi mente un rango mayor al mío. Tal vez ellos no eran superiores, sino que yo me creía inferior.

-¿Nada que decir? -negué-. Koch te veía como un hermano mayor, un ídolo porque, cuando todos se mostraban asqueados o alejados, tu estuviste a su lado. Aquellas palabras de valentía cuando estaba en mi peor momento las guardo, recordando luchar por lo que amo. Yo también comencé a admirarte. Pero, ahora, te convertiste en un títere o, quizás, siempre lo fuiste... sólo no lo había notado.

-Cuando maté a la primera persona, sentí asco, repudio por esa acción. Creí que lo hacía para defender a mi pueblo, aunque, ante la muerte de Conrad, me percaté que no era así. Descubrí un terror incontrolable frente a la idea de fallecer por manos ajenas. Perdón por no ser bravo en situaciones que lo ameriten, no saber sostener un arma correctamente y vender a mi hermana al coronel. No soy un héroe al cual admirar, soy un humano con miedos y errores.

-No, sólo eres un cobarde dispuesto a todo con tal de vivir. Tal vez no seas tan diferente a esa gente.

-No soy un nazi -susurré separándolo de un empujón.

Peones de Guerra #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora