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Los días después del incendio fueron un torbellino. Me sentía como si estuviera atrapada en una pesadilla interminable. 

El caos en el estadio había sido aterrador; el humo, el pánico de la multitud, el calor de las llamas... mi mente no podía dejar de revivir esos momentos. Apenas podía dormir y mi ansiedad se había disparado. Me costaba concentrarme en cualquier cosa y el simple hecho de estar rodeada de gente me ponía los nervios de punta.

Cuando finalmente salí del estadio, colapsé en el suelo, y las sirenas de ambulancias y gritos de pánico me rodearon. Recuerdo que los paramédicos me atendieron de inmediato, y me dieron oxígeno mientras me tranquilizaban. 

Agradecía su ayuda, pero no podía evitar sentir que estaba perdiendo el control.

Las semanas siguientes fueron una mezcla de confusión y desesperación. Joe, con quien había tenido tantas discusiones por las clases que compartía con Jungkook, se volvió aún más inflexible. Lo último que necesitaba era más problemas, pero él comenzó a cancelar o a poner excusas para no asistir a nuestras reuniones. 

Eso solo empeoró mi estado. Sarah y yo lloramos juntas en nuestra habitación, la angustia se convirtió en nuestro constante compañero. La falta de sueño solo hacía que todo se sintiera aún más abrumador.

Me sentía traumatizada y perdida. No sabía cómo enfrentar a Jungkook ni cómo explicarle que necesitaba tiempo. Sus mensajes seguían llegando a mi teléfono, pero no podía reunir la fuerza para responder. Cada mensaje de él era un recordatorio de lo que estaba pasando, y me resultaba difícil encontrar las palabras adecuadas para decirle que necesitaba espacio.

Hoy, mientras caminaba hacia la clase de negocios internacionales, noté que el aula estaba vacía. Decidí sentarme en mi puesto habitual, con la esperanza de poder descansar un poco antes de que empezara la clase. Me recosté en el respaldo de la silla, cerré los ojos y traté de bloquear el ruido exterior.

De repente, un sonido fuerte y brusco me sacó de mi trance. La puerta del aula se cerró de golpe, y el ruido reverberó en la habitación vacía. Levanté la cabeza lentamente y vi a Jungkook en la entrada. Su expresión era de frustración y enojo. 

—¿Se puede saber por qué me dejaste dos días seguidos plantado como un completo imbécil en la biblioteca?—me cuestiona directamente— Te escribo, no me contestas. Voy a donde tus amigos y no saben donde puto estás. 

Me levanté completamente harta. 

—Jungkook, no sé si sabías pero tengo unos malditos problemas—susurré sintiendo como las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos. 

Él frunció el ceño, acercándose un paso más, su frustración evidente.

—¿Qué problemas?—dijo, su tono cargado de exasperación—, ¿No puedes simplemente decirme qué está pasando? No tengo idea de por qué te estás escondiendo de mí. Si necesitas ayuda, ¿por qué no me lo dices?

—No es tan simple—respondí, mi voz temblando— Estoy abrumada, tengo miedo y no sé cómo lidiar con todo esto. Necesito tiempo para mí, y no puedo estar lidiando con tus expectativas ahora mismo.

Jungkook dio un paso hacia mí, su mirada se volvió más intensa.

—¿Mis expectativas?—repitió, casi incrédulo— No estoy tratando de presionarte, solo quiero saber que estás bien. Me preocupo por ti, joder. Me duele verte así, y no sé qué hacer si no me dejas entrar.

La rabia y la tristeza se mezclaban en mi interior. Sentía que estaba atrapada entre la necesidad de explicar lo que estaba pasando y el miedo a que no pudiera comprender.

Drugs on Money +18 ||JJK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora