El Secreto

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Azahia:

– Despierto con los rayos del sol que entran por la ventana. Anoche, ¿qué pasó? Me duele mi zona íntima, y Vladis no durmió aquí. Esa llamada tuvo que ser importante para haberse ido.

– Tomaré una ducha. Para irme a mi casa, creo que tendré que irme por mi cuenta. Busco mi ropa en el suelo y me dirijo al baño de Vladis es amplió, me meto y abro el grifo el agua es deliciosa y fresca luego de frotar mi cuerpo y lavarme el cabello salgo me envuelvo con una toalla el cuerpo y otra el cabello.

–Me pongo mis bragas, sostén y mi vestido junto a mis zapatos. Bajo a la cocina a ver quién me puede decir cómo salir de acá. Me dirijo a la puerta, la abro y camino hacia las escaleras. Bajo y me encamino hacia el área de la cocina, aunque en realidad no sé dónde está porque este lugar es tan grande.

–Veo a dos chicas y les pregunto dónde queda la cocina.

—Chicas, hola, ¿dónde está la cocina? —les pregunto.

Una de ellas responde:

—¡Hola, Luna! Está hacia ese lado, ¿desea desayunar?

Azahia:

—¿Por qué me dices Luna? .

Antes de que la chica hable, la otra la detiene.

Chica:

—Luna, no se nos permite hablar mucho con usted.

Azahia:

—¿Cómo se llaman ustedes? —pregunto, curiosa.

Las chicas:

—Mi nombre es Keinis y el de mi amiga es Ginnes, mi Luna.

Azahia:

– ¿Por qué me llaman Luna y porque a Vladis le dicen Alfa? –pregunto mientras veo a Vladis llegar, momento en que las chicas se retiran rápidamente.

Vladis:

– ¿A dónde vas? –pregunto con voz autoritaria.

Azahia:

–Guardo silencio.

Vladis

–Estoy visiblemente irritado, insistiendo –Creo que te hablé. ¿A dónde rayos vas?

Azahia:

– A mi casa. No eres mi dueño. Además, ¿quién te crees que eres para alzarme la voz?

Vladis:

– La tomo bruscamente por el brazo y la jala hacia la cocina. La llevo hasta el área de la mesa y le ordeno–: Siéntate ahí.

Azahia:

– ¡Suéltame! –le suplico con dolor–. Me lastimas, salvaje.

Vladis:

–Ignoro sus palabras y la sujeto con firmeza.

Azahia:

– ¿Qué deseas de mí, Vladis? ¿Por qué tanto misterio? Dime la verdad.

Vladis:

– Mis ojos cambian de color, se tornan dorados. Siento furia en mi interior y dolor en mi pecho. Las voces en mi cabeza me dicen: "Mátala, mátala, necesitamos su alma." Sacudo mi cabeza, tomando el control de mí mismo.

– Te llevaré al bosque. Ven conmigo, muévete, si quieres saber la verdad.

Azahia:

– Asiento con la cabeza y lo sigo. Salimos por la puerta de la cocina. No niego que es un lugar bello. Caminamos unos 15 minutos hasta llegar a un lago.

Vladis:

– Te quedarás en la villa de ahora en adelante.

Azahia:

– ¿Por qué? Dime cuál es el misterio.

Vladis:

– Soy un hombre lobo, pero llevo una maldición desde que nací. Una maldita bruja me lanzó una maldición que día a día consume mi ser llenándolo de oscuridad. Y tú eres la indicada para salvarme.

Azahia:

– Mis ojos se abren como platos, hombre lobo el miedo recorre mi cuerpo ¡Yo!, porque además no puedes retenerme aquí.

Vladis:

– Ya sabes la verdad, será mejor que te acostumbres a vivir aquí ordenare a mis empleados traer tus cosas. Ya no volverás a trabaja.

El odio del AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora