Azahia

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Vladis:

–Dirigimos nuestros pasos hacia la casa de la pequeña. Es extraño, siento una alegría en mi pecho, y aunque normalmente soy carente de emociones, con ella soy distinto y no sé por qué. Nos acercamos al pórtico de la pequeña y, de repente, vemos una luz encendida en la ventana de su habitación. Tormenta gruñe de emoción, pero por dentro me resulta difícil aceptarla. No quiero a una humana en mi luna, además, no tengo tiempo para cuidarla; bastante tengo con los asuntos de mi manada como para pensar en complicarme la vida cuidándola. 

—Tormenta está muy ansioso, pero le digo que se tranquilice y que no crea que la voy a aceptar.

Azahia:

–Me dispongo a tomar una ducha ya que estoy cansada; las clases estuvieron largas. Creo que el estar de vacaciones y luego regresar me ha hecho una holgazana. Siento una sensación como si alguien me observara. Me dirijo a la ventana de mi habitación para ver si hay algo afuera.

Vladis:

–La luna brilla intensamente sobre la casa de la pequeña. A pesar de mis sentimientos encontrados, no puedo negar la atracción inexplicable que me lleva a verla; Tormenta con su energía desbordante, es el reflejo de mis propios deseos reprimidos. La seguridad de mi manada es mi prioridad, pero ¿qué papel juega esta humana en todo esto?.

Azahia:

- La sensación de ser observada no desaparece ,desde la ventana solo veo sombras y la luz de la luna iluminando tenuemente el bosque. Suspiro, intentando deshacerme de la sensación incómoda, y me dirijo al baño, dejando la ventana entreabierta.

Vladis:

–Observamos desde las sombras, debatiéndome entre la responsabilidad y la curiosidad. La ventana entreabierta es una tentación ,que me hace sentir esa sensación de conexión persiste. Tormenta se calma un poco, pero yo sigo atrapado en mis pensamientos. ¿Qué nos deparará la noche ? La incógnita de nuestra relación con la pequeña humana sigue sin resolver.

Azahia:

– Mientras el agua caliente corre sobre mi piel, no puedo dejar de pensar en la sensación extraña de hace unos minutos. Algo dentro de mí sabe que no estoy sola, pero ¿quién o qué puede estar vigilándome? Me prometo a mí misma estar alerta, sin saber que mi vida está a punto de cambiar.

– Salgo del baño envuelta en una toalla y con otra cubriendo mi cabello sin saber por qué, me dirijo hacia la ventana. Para mi sorpresa, veo la figura de un gran lobo negro, el mismo que había visto tiempo atrás siento cómo mi cuerpo se paraliza del miedo salgo de shock y voy a mi armario.

–Me coloco un camisón y mis pantuflas disponiéndos a bajar las escaleras me cerco a la puerta giro la manija, saliendo al pórtico a ver que mi imaginación me está jugando una mala pasada.

El odio del AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora