Sin dudarlo, activo [Sigilo Avanzado] y [Silencio Avanzado], esperando, rezando, que estas habilidades me permitan pasar desapercibido en medio de toda esta carnicería de sangre y violencia.
¡¡¡GRRROOOAAAA!!!—la salamandra ruge de dolor y furia mientras ciempiés trepan por su cuerpo, enredándose entre sus piernas y mordiendo con sus colmillos, seguramente inyectando algún tipo de veneno horrible y retorcido. Mi salvador enviado lucha con todo lo que tiene, utilizando su tamaño y peso para aplastar a los mas pequeños, sus poderosas mandíbulas y cola para intentar lidiar con los más grandes.
Pero son demasiados.
No importa cuántos muerda y parta por la mitad, cuantos aplaste bajo sus poderosos pies, cuantos sean lanzados contra muros de piedra por esa cola larga y sinuosa, simplemente hay demasiados.
Algunos ni siquiera mueren, rápidos y resbaladizos, consiguen evitar la mayor parte del daño, algunos a cambio de patas retorcidas y arrancadas o antenas amputadas.
Las fauces flotantes no están mucho mejor. Siendo aparentemente mordido por cada ciempiés que puede, chirrían de dolor y furia mientras sus garras y dientes chocan contra los caparazones de sus enemigos.
Las defensas de algunos de sus enemigos se resquebrajan, pero en otros esos dientes y garras rebotan como una piedra lanzada a una placa de metal.
*Tintineo*
Con exoesqueletos más duros, los más grandes permanecen impasibles, mientras intentan agarrar las extremidades resbaladizas de las bocas flotantes. Las garras desaparecen antes de aparecer en otro lugar, pero rodeados por todos lados de mandíbulas y pinzas, no tardan en ser completamente inmovilizados.
Sin querer esperar más para reclamar su permio, los ciempiés empiezan a morder con sus piezas bucales, masticando y arrancando trozos de aparente carne de las criaturas. Estas gritan de dolor mientras son devoradas vivas. Pedazo a pedazo, siendo envenenados y arrancados por incontables de patas que se mueven en la oscuridad, rodeándolos por todos lados.
Pero los propios ciempiés no están exentos de caer presas de sus propios compañeros. En un frenesí como están, borrachos de sangre, hambre y violencia, algunos atacan a los compañeros que tienen al lado, enzarzándose en brutales batallas de chasquidos y crujidos de pinzas mientras se envuelven mutuamente.
[Silencio Avanzado ha subido a Nv4]
Las palabras flotantes del ojo de mi mente hacen poco para distraerme del macabro espectáculo de violencia que sucede ante mis ojos.
El olor de la sangre y la carne muerta flota por el lugar, apestándolo todo a su paso. Mi estómago se encoje y revuelve mientras veo la carnicería continuar.
Los ciempiés son numerosos, pero no están extensos de daños, patas, antenas y pinzas faltan en muchos, los exoesqueletos están agrietados y resquebrajados, muchos de ellos mostrando la carne de aspecto y consistencia gomosa.
La salamandra esta llena de cortes y picotazos, piel arrancada y sangrante que derrama su contenido por el frio suelo. La bestia enviada por la serpiente en el cielo para protegerme resuella con esfuerzo, sus ojos dorados brillan con cansancio y debilidad mientras sigue intentando combatir la horda de muerte de demasiadas patas.
Pero no importa cuántos mate, simplemente parecen no acabarse nunca. El suelo está lleno de ellos ahora, cuerpos rotos y aplastados hasta ser irreconocibles como lo que una vez fueron, reducidos a pulpas sangrientas y machacadas de órganos triturados y expuestos al aire libre para pudrirse, sangre de consistencia asquerosa y carne de aspecto gomoso se desparraman por el suelo mientras algunos aprovechan y empiezan a devorar a los caídos.
La bilis me sube por la garganta como una inundación, no, no como una inundación, más bien como un tsunami, el ácido trepa por mi garganta con desesperación, intentando ser libre. Instinto hace todo lo que puede para intentar frenar el vómito, pero no sirve de nada.
Lo noto, lamiendo las paredes de mi boca, intentando hacerme abrirla y revelar mi posición a la locura que acecha fuera de este pequeño hueco de piedra. Puedo saborear el ácido en mi boca y garganta, puedo prácticamente oler su inmundicia. Utilizo toda mi fuerza de voluntad, alimentada completamente por el miedo, para tragarme el vómito y devolverlo de vuelta a su lugar, desencadenando más que unas pocas arcadas en el proceso.
La salamandra ruge de furia mientras azota su cola contra la amenaza de muchas patas, lo que una vez fue una cola larga y aplanada de forma perfecta, ahora está llena de mordiscos y rasgaduras sangrantes, de cortes y mordiscos profundos que aun gotean sangre.
Me intento encoger y presionarme más profundo, pero no pudo, esto es lo máximo que he podido cavar. Es esto lo que me distrae de la carnicería de pesadilla y me recuerda mi situación, herido, cansado, prácticamente sin magia, saco curativo vacío y sin una ruta de escape, estoy acorralado como una rata.
Escondido y sin opciones, todo lo que me queda es rezar paraqué no me encuentren. Es lo único que me queda.
[Sigilo Avanzado ha subido a Nv5]
Gracias dios serpiente, te agradezco enormemente por esta bendición, siempre fiel, tu más leal devoto.
Los ruidos de la batalla me atraen una vez mas. Con una curiosidad mórbida y un horror palpable, observo como la salamandra golpea con su cola con la velocidad de un látigo y el poder de un trueno, aplastando a un ciempiés contra la pared con un horrible y húmedo crujido.
Mientras divagaba, algo debe haberle pasado, cojea de una de sus piernas. La bestia salvadora lucha por mantenerse de pie, rodeada de los cadáveres de sus enemigos caídos, algunos aplastados por su gran peso, otros partidos a la mitad, con sus órganos y tripas desparramados por el suelo, y otros como manchas crujientes y goteantes en la pared del tunel.
Por todos los medios lógicos, los ciempiés deberían estar todos muertos, pero en lugar de eso, es como si no hubieran bajado en lo absoluto. En contraste con los muchos cuerpos destrozados de los suyos que adornan el suelo como un relieve macabro, sus números persisten.
Es más, yo diría que hay incluso más que antes.
[Detectar vibraciones ha subido a Nv11]
El suelo vuelve a temblar con violencia como lo ha hecho antes, y no tardo en ver el porqué, el odiado enemigo que imita rocas ha vuelto. Una horda completa de esas malditas cosas cargan con violencia y hambre brillando en sus pequeños ojos espeluznantes. Algunos lanzan sus piezas bucales extensibles de pesadilla contra los ciempiés, empalando a aquellos menos duros y atrayéndolos hacia ellos.
Los ciempiés empiezan a cargar contra los cangrejos, pinzas por delante, los cangrejos hacen lo mismo. Como dos enjambres de perdición y muerte, chocan contra los unos contra los otros, incluso la pobre salamandra se ve envuelta en el choque, su espalda rezumando de cangrejos pellizcando su carne resbaladiza y húmeda con violencia
*Aleteo*
*Aleteo*
Se perfectamente que todo se ha ido a la mierda cuando escucho alas batiendo desde algún lugar. Acercándose aquí.
ESTÁS LEYENDO
Vida de una Serpiente Vol.1 Miedo y Hambre
FantasíaMuerte...la muerte apesta. Ninguna persona viva tiene experiencia previa de primera mano sobre ello, eso es lo que lo hace tan horrible y aterrador. El miedo, el horror, la existencia...desvaneciéndose en la oscuridad...Si. Desangrándose en medio de...