4 - Última palabra

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Violeta no pudo evitar morderse un labio.

- Me deseas. - Sonrió Chiara- deseas mi cuerpo ¿verdad?

En ese momento se abrieron las puertas. Violeta salió rápido de allí, más roja que un tomate. Chiara era una creída. Una creída con el cuerpo de Diosa griega. Y la cara de ángel. Topó con algo.

- Perdón. - masculló, aun con la imagen de la morena abduciendo su mente.

Un hombre apuesto, fuerte, moreno y pelo liso y con unos preciosos ojos yacía estática en frente de ella.

- Perdóneme a mí, señorita... - se inclinó para besarle la mano.

- Bueno, ya, ya... deja las cursilerías. - dijo Chiara poniéndose entre medio - Él es Alez, un compañero mío, el cual me debe una muy gorda y de momento le dejo que se ocupe de esta casa... pocas veces vengo. Muy pocas. Y ella es Violeta.

- ¿La de Curotto? - dijo Alez sonriendo y mostrándose aún más guapo.

- Y dale, que no tengo nada que ver con Lucas. - dijo Violeta cruzándose de brazos.

Tenía enfrente a un hombre salido del propio infierno y a una mujer caída del cielo. Los dos supuestos agentes de la misma agencia, con habilidades y fuerza bruta. La fuerte mujer se la quedó mirando, descaradamente.

- Lucas se habrá puesto las botas - dijo centrando sus ojos en sus muslos desnudos.

- Ya basta, Alex, joder. - le dijo Chiara. - ella dice que no ha tenido ninguna relación con Lucas.

- Entonces, que desperdicio. - sonrió relamiéndose.

- Oh dios, quiero irme a mi casa iya! - Violeta se echó el pelo hacia atrás, abriendo la chaqueta de nuevo, sin querer y dejando ver sus pechos cubiertos por el sujetador negro. Las dos agentes se la quedaron mirando.

Era un peligro, un verdadero peligro, una mujer y un hombre que rebosaban testosterona, con una ella sola encerrada en aquella casa de la Isla o cala de Chiara.

- Será mejor que te calmes.

- Si, será mejor que me tome una ducha... - dijo bufando - ¿Tienes?

- ¿Por quién me tomas? Tengo hasta piscina. - masculló Chiara - Primera puerta a la izquierda. Ahora te traigo las toallas y algo de ropa... - la miró de arriba abajo – aunque con el tipito que tienes mi ropa te irá grande... tendré que comprarte algo, aún no sabemos el tiempo que te pasaras aquí.

Violeta asintió y se dirigió a la ducha, dejando caer antes la chaqueta, dejando ver un culo deseable y unas buenas piernas, moviendo las caderas. Dejando a Chiara aturdida y eso que para mujeres, ella había visto de todo tipo -, aquello la ponía, aquella mujer la excitaba, más de lo que pudiera llegar a pensar.

Chiara fue a coger una de sus camisas viejas. También cogió unos pantalones cortos, aunque a Violeta le irían como unos piratas. Una toalla de cuerpo.

Jodida Violeta... ¿una ducha en medio de toda esta mierda? Eso es lo último que me gustaría a mí en este momento de presión.

Abrió la puerta del baño, sabiendo que Violeta ya estaba dentro de la ducha, con el agua tibia recorriendo su cuerpo. Violeta pensó que no le importaba, había visto muchas -demasiadas - mujeres desnudas en toda su vida, y ya no le sorprendía nada. O eso es lo que pensaba Chiara antes de entrar en el cuarto de baño.

- Te lo dejo aquí. - dijo dejándolo en la encimera.

- Vale... - la voz de Violeta parecía tan relajada y excitante que Chiara no pudo evitar sonreír. Levantó la tapa del váter, se bajó el cierre y se dispuso a mear. Cuando Violeta lo escuchó asomó la cabeza por la cortina.

Protégeme - Kivi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora