38 - Señora Oliver

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- ¿Y de que trabajas? - dijo Juan Carlos, limpiándose la boca y pidiendo el postre junto con el café a la camarera.
Los demás hicieron lo que el cabeza de familia.

- Papá, por favor... - susurró Violeta.

- ¿Qué pasa? Tendré que validar que la mujer con la que te cases sepa cómo mantener a mi hija ¿no? - se quejó JuanCa.

- No soy ni seré una mantenida, tengo trabajo propio y se me cuidar. - dijo alzando su barbilla.

- En una clínica de masajes de mierda. - contestó su padre.

Violeta se limitó a no decir nada más. Chiara se calló para que no hubiera más alteraciones por parte del padre.

- Soy empresaria. - mintió Chiara. No podía decirles que pertenecía al estado, que era un agente, que se dedicaba a proteger a la sociedad y a... matar.

- Ajá. - Juan Carlos entrelazó los dedos de la mano y apoyó su barbilla, adornada con una barba algo canosa que no le discutían la edad, en estas. - ¿Y cuánto ganas? - dijo sin escrúpulos. Parecía desinteresado.

Chiara adoptó una posición similar.

- Doce mil quinientos dólares al mes. - Agachó la mirada, modesta.

JuanCa abrió los ojos. Susi se aclaró la garganta, casi se ahoga con un trozo de azúcar quemado, ingrediente que adornaba la crema que se había pedido de postres.

- ¿Y... y solo eres empresaria? - suspiró Martina. - eres la tía perfecta.

Tana hizo una mueca de desapruebo. No había nada que hacer con su hermana menor.

- No le hagas caso. - explicó la mayor de las tres. - solo tiene dieciséis años, pero está más salida que el canto de una mesa.

Chiara rió.

- Tampoco es para tanto, supongo que...Has tenido que trabajar duro para llegar a ganar tanto. - concluyó Susana.

- Así es. - sonrió Chiara, orgullosa.

- Estoy contenta de que hayas escogido a alguien como Chira. - Susi acarició la mano de Violeta. Ella la apartó.

- No, no estás contenta por eso. Estás contenta desde que sabes el salario que gana. Y para que te enteres, yo no la escogí. Yo no escojo a quien amo.

Dejó la taza de café en su plato y se cruzó de brazos, concluyendo la conversación con su madre. Susana suspiró.

- ¿Y cómo os conocisteis? - preguntó Tana.

- Por el trabajo. - sonrió Chiara. - Algo así, un día en el que estuve de suerte, la conocí, en su clínica. La verdad es que hace unos masajes estupendos.

Juan Carlos la miró mal.

- En... en el buen sentido. -aclaró Chiara. Si me mira mal por eso, no quiero saber cómo me miraría si supiera la de cosas que hago con su hija en una simple cama.

- A eso se le llama coincidencia. - sonrió Susi.

- Yo no creo en las coincidencias. - dijo Violeta retomando el color rosado de sus mejillas. - todo pasa por algo.

Chiara entrelazó los dedos de su mano con los de Violeta, la miró enamorada.

- ¡Bueno! - Martina exclamó, agobiada por la escena. -
¿te ha dicho Tana que ella también va a ser madre?

- ¿Cómo? - Violeta sonrió y se levantó a abrazar a su hermana.

- ¡Te lo quería decir yo! - suspiró su hermana mayor. - Pero en fin... solo lo es desde hace dos semanas. Cris y yo estamos muy contentos.

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