18 - Castígame

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Un veintitrés de octubre. Otoño, hacía frio. Violeta llega a casa y deja caer el maletín al suelo. Cuelga su chupa de cuero marrón, estilizando sus curvas, haciendo que... cualquier persona que la viera, tuviera que girarse un par de veces.

Cerró los ojos, un olor riquísimo le invadió las fosas nasales. Alguno de sus platos favoritos mezclado con un perfume de chocolate y lirios blancos. Para terminar de culminarlo, ve a Chiara pasando con solo una toalla que le queda... pequeña. ¿Y cómo no? Con semejante cuerpo. Sonríe al verla.

Se acerca a ella y le da un tierno beso en la boca. No puede dejar de mirar... a la perfecta mujer que tiene delante. Cuando Chiara retira la mano de su mejilla, ella la echa en falta. ¿Dónde está la mujer fría que conocí hace unos meses? Ha desaparecido...

- ¿Cómo ha ido el día?

- Bien...agotador. Ha habido varios clientes nuevos.

- Cariño... después de tomarte unos meses de vacaciones, normal que te echen de menos.

- Joder, solo fue un respiro... - se acercó a la morena, y le dio otro beso, sin dejar de sonreírle.

- Un respiro que necesitaba del todo. - pellizcó la nalga izquierda de Chiara y le arrancó la toalla de golpe - Mmmh... ¿Qué hay para cenar? - dijo alzando de nuevo la vista hasta los ojos de ella.

- Devuélveme eso... - dijo Chiara entrando en su juego.

Violeta, ágil apartó la mano, y se escabulló por un lado de Chiara. La morena la siguió, corriendo, desnuda, por toda la casa. Al final la atrapó. La vio, tan... tan ella, sentada de rodillas en la cama. Y con su toalla entre los dientes.

- ¿La quieres? - murmuró retirándola un poсо, у jugueteando con la toalla... tan sensualmente que eso la puso a mil-y era más que evidente, pues iba desnuda y el tamaño de Natalia no era fácil de esconder entre sus dedos - Ven a buscarla. - volvió a encajarla entre sus dientes, metiendo una de sus manos por debajo del jersey.

Chiara no tardó en subirse en la cama, en cubrirla con todo su cuerpo. Violeta tuvo el placer de sentir toda la carne desnuda de su amada, aplastándola. Y no le molestaba, al contrario... adoraba estar así, adoraba... sentir que la morena estaba allí, para ella... y solo para ella.

Chiara le subió el jersey de rombos.

- Adoro como te queda este fucking jersey ... - le susurró al oído, provocándole un escalofrío. Encajó sus manos en la fina cintura de Violeta, sin dejar de besarla.

- Kiki. - murmuró contra su boca. Chiara aspiró su aliento de menta. - Fóllame... - arqueó las caderas, frotándose contra el miembro - ya durísimo- de Chiara.

- Tiempo al tiempo... - dijo, aunque no quería esperar por entrar al cuerpo de su chica.

- No... ahora.

Chiara rió. Se levantó deprisa.

- ¿A dónde vas? – le suplicó.

- A apagar el fuego. No querrás que se me queme la paella.

- Mmmh... paella.

- ¿Prefieres eso... o yo? – le dijo apoyando los brazos, abiertos contra el marco de la habitación.

- ¿No es obvio? - Violeta rió, tapándose la boca. Chiara pensó que parecía una niña... su niña – La paella.

- Oh, vale... entonces, cariño, vamos a cenar, y a dormir, que es muy tarde. - replicó Chiara, como si fuera su madre.

- Ou mama... - dijo Violeta con cara de niña buena – Era broma, sabes lo que quiero... - se tumbó boca abajo Ahora ven aquí y hazme una mujer. - dijo con tono divertido. Otra carcajada se escapó de la boca de Violeta.

Protégeme - Kivi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora