19 - En broma

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El despertador sonó. Como cada día. Pura rutina. Aunque ahora, teniendo a Chiara en su vida, era diferente.

Violeta se levantó de la cama. Tenía varias partes del cuerpo, doloridas. El sexo con Chiara era fantástico, pero... madre mía, terminaba hecha polvo. Aun no se creía que anoche hubiera perdido la cuenta de las veces que había hecho que se corriera.

- Buenos días... - dijo besando el hombro desnudo de Chiara, susurrándole al oído. La morena sonrió. Se giró hacia a ella y la abrazó, dándole un ligero beso en los labios.

- Y si me despiertas así, cada día... sí que serán buenos.

Ella le devolvió la sonrisa. Se dirigió hacia la persiana y la levantó un poco, para que no molestara en los sensibles... verdes y preciosos ojos de Chiara, recién despertados.

Violeta buscó unas braguitas limpias, sujetador y alguno de sus conjuntos para ir a trabajar. Sintió un apretón en el culo, al agacharse para subirse las bragas. Seguido sintió algunos besos, subiendo, desde su culo, por toda su espalda. Tuvo algún escalofrío.

- ¿Por qué no te quedas un rato más aquí conmigo? Estás muy bien, así, desnuda.

- A ti aun te queda más de una hora, pero yo entro a las ocho. - le recordó la pelirroja. - Además, ¿no tuviste suficiente con todo lo de ayer? - Violeta rió

- Cuando se trata de ti, nunca tengo suficiente.

Violeta se giró. La miró, tierna. ¿Cuándo la fría y calculadora de Chiara había decidido cambiar y empezar a decir esas cosas? Como desearía quedarse allí, entre sus brazos.

Se tumbó de nuevo, dejándose caer encima de esta. Sintió la cálida piel de su amante, pegada con la suya. Un enrevesado juego de piernas. Chiara la abrazó, y a ella le gustaba esa sensación de... protección.

- ¿Uno rápido?

- ¡Chiata! - Violeta la miró mal. Se levantó de nuevo.

- ¿Qué? – dijo la morena, riendo, siguiéndola por la casa.

- Que eres peor que un conejo... ¿Es que no puedes estar seis minutos sin meter tu...en mi...? – miró hacia abajo. Y a estas alturas, al ver... al ver todo lo potente que era Chiara, aun se sonrojaba. – Tápate...

- Será posible... - masculló, cogiendo una camiseta enorme de un cajón. - Que aun te atrevas a pedirme que me cubra cuando la conoces hasta mejor que yo, después de todo lo que le has hecho últimamente... ¿me equivoco? Creo que os habéis hecho hasta buenas amigas.

- ¡Chiara Oliver Williams! - Violeta estaba como un tomate.

- Adoro que te sonrojes. – tiró de su brazo – Ven aquí, mi niña. – Le dio un sonoro beso en la frente - mi niña pequeña.

***

Violeta terminó de ordenar algunos papeles. Alguien llamó a la puerta.

- ¿Sí?

- ¿Se puede?

La piel se le puso de gallina al escuchar esa voz.

- S...sí.

La persona atravesó la estancia. Ella la miró, tan mal como pudo.

- Hola mi amor...

- ¿Qué haces aquí?

- Me enteré de que tienes novia... ¿Tan pronto te olvidaste de mí?

- Fuiste tú el que no quisiste saber nada mas de mí.

- Es que, entiéndeme, mi vida... eras tan inocente... tuve miedo.

- ¿Y por eso huiste? Tú lo que eres es un sinvergüenza, Marco. – suspiró Violeta. - Ahora si me permites, tengo bastante trabajo.

Protégeme - Kivi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora