13 - Enamorada

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Chiara se alzó de mala gana de la cama y se dirigió hacia a fuera.

Violeta sopló. Estaba muy... demasiado mareada. Y desnuda. Abrió la puerta del baño, dejando uno de los grandes jerséis de Chiara, unas bragas y una toalla grande encima de la encimera del lavabo y la llave de la ducha empezó a expulsar el agua. Un entremedio. Esperó hasta que estuvo tibia.

- ¿Qué pasa? – dijo Chiara semi-cabreada.

- Los sensores de movimiento han detectado alguna cosa... - miró a la morena - exactamente... dos cosas...

Chiara alzó una ceja.

- ¿Crees que pueden ser los secuaces de Curotto? - dijo cogiendo las llaves del armario del cargamento. Alez la siguió.

Chiara no tardó mucho en abrir el armario. Los dos se metieron dentro del gran almacén.

- Esto es una mina. - sonrió. - tienes de todo, querida Chiara.

- Por algo soy una de las más... - levantó un par de cajas. - destacadas. -Sonrió y le lanzó algo – toma, creo que es tu favorita.

Alez miró admirado la goncz hi tec.

- Como me conoces...

- Ten cuidado, no te quemes. - sonrió la morena.

- ¿Estás imbécil o qué? - Farfulló Alez - se utilizar perfectamente estas cosas. - Apuntó en el vacío, probando la hermosa escopeta de fuego.

Chiara cogió una de sus uzi cargada a tope y se la agarró bien. Cerró la puerta del almacén detrás de Alez y ella.

- ¿Quieres alguna arma blanca por si las moscas?

- Dame - sonrió su compañero - Sabes que puedo ser cínico, y no tengo escrúpulos si tengo que acuchillar a alguien.

Chiara negó con la cabeza, riendo.

- ¿Puño americano o corvo?

- Ya lo sabes.

Chiara le lanzó el cuchillo y este lo cogió al vuelo, mientras ella se colocaba el puño americano perfectamente en los nudillos de la mano derecha.

***

Violeta se metió en la ducha. Cerró los ojos acariciándose el pelo y desenredándolo con los dedos. No estaba borracha, solo se le había subido un poco. Sonrió. Supongo que el jodido mareo se me pasará con la ducha. Empezó a enjabonarse el cuerpo.

De repente sintió como una mano le agarraba la muñeca. Y otra le tapaba la boca. Vio a alguien vestido de negro, con un pasamontañas, a través del espejo. Puso los ojos en blanco. Otra vez Chiara y sus bromas.

La persona se inclinó hacia a ella. Violeta intentó oponerse, aunque se le escapó una risa floja, pensando que en realidad... le gustaban aquellos juegos. Pero se puso pálida cuando escuchó aquella voz... tan diferente al confortable tono de Chiara.

- Para de moverte. - dijo con un acento algo extraño. Quizás uruguayo. - preciosa... no querrás que te haga daño,

Se levantó algo el pasamontañas. Violeta pudo distinguir algún corto rizo y unos ojos azules como el cielo, a través de los agujeros en el pasamontañas. Le lamió la cara. Violeta sintió ganas de vomitar. Algo se clavó en su trasero. Y no quiso saber para nada que era. Le mordió la mano. Él la apartó.

- Serás puta... - masculló agarrándola con más fuerza.

- ¡Déjame! - gritó ella antes de que el secuaz de Lucas pudiera volver a taparle la boca. - ¡CHIARA! - gritó desesperada.

- A estas alturas, tu Oliver ya estará muerta. - se rió él, golpeando a Violeta para que se callara. Pero ella hizo caso sumiso a sus palabras.

- No puede haber muerto.

- No vuelvas a abrir la boca, zorra. - Violeta sintió como aquel hombre se bajaba los pantalones. Dios, no... no. - vas a lamentarte... voy a aprovechar este cuerpo antes de matarte como una cualquiera. - Los ojos de Violeta se llenaron de lágrimas. Chiara, aparece... por favor...

La puerta del baño cayó al suelo.

- ¡Violeta! - gritó acercándose al inquilino que tenía agarrada a su... a su chica. Si, joder, Violeta era su chica, solo suya. - Apártate de ella, hijo de la gran puta. - ni la misma Violeta reconoció a esa Chiara... esa llena de ira. Hasta ella misma tuvo miedo.

Cogió al tipo del pasamontañas, arrancándoselo de golpe, lo agarró del pelo e hizo que saliera de la ducha deprisa y corriendo. Violeta cayó, sentada en las baldosas. Las piernas no le respondían. Las lágrimas se camuflaban con el agua que seguía cayendo de la alcachofa de la ducha. La mirada de Chiara se cruzó una vez con la de Violeta. Esa mirada, limpia, segura... la calmó. Sabía que con ella, no le pasaría nada. Que estaba a salvo, que la protegería... pero no solo eso. Esa mirada le decía mucho más que aquello. Esa mirada, encerraba tantas cosas que Violeta podía confundir con... amor.

Si Chiara no paraba mataría al hombre a golpes. Obviamente había perdido la erección que, asquerosamente, antes le había hecho notar a Violeta. Y Chiara se había percatado de lo que aquel hombre había estado a punto de hacer. Por eso lo había pagado... y tan bien, torturando.

- Jodido hijo de perra, como le hubieras llegado a hacer algo... - dijo encima de aquel tipo, sin dejar de golpearlo – te juro que te mato ite mato!

El corazón de Violeta se aceleró. Las cortinas de la ducha cubrían la horrible imagen de aquella pelea en la que por supuesto, la menorquina iba por delante. Hasta se habían manchado de sangre, y Violeta no quería ver ninguna de aquellas sádicas escenas. Pero esas palabras... a Chiara le daba rabia... la morena no estaba golpeando a aquel hombre por que fuera uno de los compinches de Curotto. Chiara golpeaba a aquel hombre porque había estado a punto de violarla a ella. Y era eso lo que causaba la ira. Y la pelirroja aún se seguía preguntando ¿Por qué? Si ellas dos... no eran nada... ¿no?

Un tiroteo seguido hizo que se sobresaltara. Dobló las piernas y apoyó sus brazos en las rodillas, escondiendo su cara en aquel pequeño espacio que quedaba entre su torso y los muslos. Tenía miedo... miedo de que a Chiara le pasara algo. Si a ella le pasaba algo, todo lo demás le daría ya igual. Empezó a llorar, rezando porque toda esa mierda terminara lo antes posible. Admitiendo... que por primera vez, estaba completamente enamorada de la mujer que la había secuestrado... para protegerla.
















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