31 - Lúa

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Violeta leyó una vez más el significado del nombre de su hija. A pesar de que ya habían pasado tres años y medio, le seguía fascinando, como el primer día en que la tuvo entre sus brazos. Recordó aquella temporada, con Marina, y todos esos problemas. Se abstuvo de seguir recordándolos, dibujando una amarga sonrisa en su cara. Lúa: variante gallega de Luna, son misteriosas, perseverantes y no se conforman con simples respuestas. Era perfecto, como ella, como su hija. La pequeña se agarró a la pierna de su madre.

- Mamá... - sollozó.

- ¿Qué pasa, mi vida? – dijo Violeta, cogiendo a su niña en brazos y alejándose de la pantalla del ordenador.

- ¿Cuándo volverá mami? - dijo jugando con algún mechón de pelo.

- Pues... - justo en ese momento la puerta se cerró. - creo que ya está aquí.

Chiara entró, hacia el comedor. Parecía enfadada. Dejó su mochila en el suelo y se dejó caer en el sofá.

- ¿Qué pasa, mi amor?

- Omar. Tuve una reunión con él.

- ¿Y...? - Violeta balanceó un poco a Lúa, dejándola al lado de Chiara, en el sofá.

- Lucas está en Nueva York. - susurró. - Demasiado cerca para evitar lo que planea...

- Oh. - Violeta se sentó en el respaldo y acarició la mejilla de Chiara.

- No te preocupes mami, todo se va a arreglar. - dijo Lúa, quitándole la palabra a su madre.

- Mi vida... - Chiara la cogió y le besó la frente – sí, lo sé, lo sé. ¿Esto que lo aprendiste? ¿De tu madre, cierto? - miró a Violeta y sonrió. – No quiero que te pase nada, mi amor, eso es todo.

- Está bien Kiki, no creo que pase nada. Aunque al menos, no es una ex novia furiosa. - se burló. - pero bueno, se ve que todos quieren matarme.

Chiara se levantó, vacilante. Apoyó su frente con la de Violeta, teniendo a Lúa entremedio de ellas dos. La pequeña se zafó del abrazo de ,)8-4- y saltó al suelo. Ambas sonrieron, viendo cómo se iba hacia su habitación de juegos. Chiara besó los labios de Violeta.

- Por encima de mi cadáver. ¿Me oyes? Y menos aun cuando faltan dos meses para que nos casemos. - la cogió de la cintura y se la llevó hacia su propia habitación matrimonial.

***

- Ah... - un jadeó se escapó de la boca de Violeta, más en forma de suspiro, por los movimientos en círculos que daba ella misma encima de Chiara. La morena la agarraba de los muslos.

- Oh... así... cariño... bien, bien...- siseó de placer, mientras el coño resbaladizo de Violeta seguía deslizándose, arriba y abajo, por toda la polla dura de Chiara. - Mmmh...

La rapidez de la cabalgata de Violeta aumentó, llegando a un extremo de desesperación por montarla, por más, por el máximo placer. Por el que solo Chiara podía darle. La morena la apretó más contra ella, arqueando sus propias caderas, metiéndose más -dentro de lo que cabía- en Violeta

- Si, si, si... - gimoteó.

De repente, un llanto.

- Mamaaaaaaa...

Violeta suspiró, parando su marcha.

- No. - imploró Chiara. - termina, por favor... - le pidió, cogiéndola del culo. - Chiara, tu hija me llama, algo le ha pasado.

- Es un momento, dos minutos, nos corremos y vas...

- Kiki...

Chiara terminó apartando las manos de su trasero. Violeta se levantó, se colocó bien las bragas, aun así, estaba empapada. Y se subió los pantalones. Chiara lo observaba todo, aún tendida en la cama, con una erección de oro y con la vista aún empañada del placer. Se levantó a duras penas, cuando la pelirroja terminó de salir por la puerta de su habitación.

Dentro de cinco minutos Violeta volvió a aparecer.

- A un muñeco se le había salido la cabeza. - bufó. - ¿Kiki?

Escuchó unos golpes secos, en la habitación de al lado. Entró en esa especie de mini gimnasio que Chiara había montado un año atrás, especialmente, para mantenerse en forma. La vio golpeando un saco de boxeo. Con sus pantalones cortos Adidas y un top deportivo. Esa tela que se ceñía bien a su culo... y a su paquete, aunque dejando algo a la imaginación. Pero como ella lo había visto todo... rió para sí misma. Se fijó en los tensos músculos de Chiara en su espalda, en sus brazos, marcados. Era... era guapísima. Se apoyó en el marco de la puerta. No, guapísimo no.

- Precioso. - masculló. Chiara se giró y le dedicó una sonrisa, sin dejar de golpear con energía el saco de boxeo.

- ¿Entrenas? – le dijo haciéndole una señal con la cabeza.

- ¿En qué sentido? - dijo Violeta , alzando una ceja, divertida.

Chiara se rió.

- Es que, mi amor, nunca has entrenado conmigo.

- ¿Y para que quieres que entrene contigo? - dijo arremangándose las mangas de su jersey.

- Sería excitante verte sudar, en pantalones apretados y con un top... practica ejercicio...

- Y será que a mí no me has visto haciendo ejercicio... - se rió. - encima de ti.

- Eres una malpensada, ¿lo sabías? - dijo Chiara golpeando de nuevo el saco de boxeo. Entonces se lo alcanzó. - Venga, dale.

Violeta se retiró y le dio una patada. Chiara entreabrió la boca.

- ¿Es que no recuerdas la que te di en las pelotas? - Dijo arqueando una de las cejas - Venga, mi vida, cierra esa boquita. Te dije que había ido a clases de autodefensa.

- ¿Teniéndome a mí?

- ¿Perdona? Será que no me he sacado las castañas del fuego yo sola.

- Tienes razón. - se inclinó para besar sus labios. - Venga nena, quiero ver como golpeas fuerte este saco de boxeo. - Lo agarró con las manos y se lo ofreció a Violeta. Ella le dio un par de golpes. Chiara se rió. - Más fuerte, ¿Eso es lo único que sabes hacer? - dijo divertida.

Violeta se cabreó. Chiara sabía cómo picarla lo sabía perfectamente. Se alejó un par de pasos y le dio otra dura patada. La cadena que aguantaba el saco de boxeo se saqueó con brutalidad.

- Dios mío, le diré a Omar que te contrate. - sonrió Chiara.

- No gracias, ya tengo suficiente con mi clínica. - le guiñó el ojo y cogió la cantimplora de ella, dando un par de tragos.

- ¿No te lo imaginas? Trabajar juntas, tú y yo...

- Te echarían y se quedarían conmigo. - se burló Violeta.

- ¿Perdona? - Chiara pareció ofenderse.

- Es broma cariño... - se giró y se fue hacia la puerta. - Voy a duchar a la niña, ya son las ocho y aún tiene que cenar... y acostarla. - suspiró.

- ¿Te he dicho alguna vez que eres la madre perfecta para mis hijos?

Violeta arqueó la boca.

- No... - mintió, poniendo una expresión de decepción.

- Mentirosa... - Chiara se mordió el labio - verás cuando te coja... te castigaré por decir mentiras...

Violeta sonrió, negando con la cabeza. Desapareciendo por la puerta, dedicándole un último meneo de caderas.
















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Protégeme - Kivi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora