24 - La típica víbora

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- ¿Y dónde me llevas, mi reina? - dijo ella apoyando su cabeza en el hombro de Chiara, mirándola casi del revés. Pero la morena se veía guapa desde cualquier perspectiva.

- A Galesnjak.

- Kiki, ¿Estás bien?

- Claro, ¿Por qué?

- Porque parecía que te estaban entrando arcadas. - ella se rió.

- Ese es el nombre de la isla, Galesnjak en Croacia.

- Vaya nombre.

- Lo sé, pero la isla es muy, muy bonita... y en forma de corazón... - besó sus labios. - Perfecta para los enamorados... además, ya alquilé una casa en medio de la pequeña montaña, justo en el centro de la isla.

- ¿Alquilaste una casa?

- Si, esas de campo... hoguera, con maderita.... - dijo con un retintín que Violeta adoró, mientras pasaba la yema de sus dedos por la curva de su cintura – te va a encantar...

- Aunque nos fuéramos a la choza peor conservada de este mundo me lo pasaría estupendamente... y solo porque tú vienes conmigo...

- Te amo... - susurró Chiara. Acarició la mejilla de la rubia y enroscó uno de sus dedos en su pelo, mientras la besaba. No podían estar más juntas, la una a la otra, y se estaba bien... no, se estaba de maravilla, así, junto a Chiara. Se separó un poco, terminando con un dulce pico - nos vamos el veintidós, pasaremos las fiestas allí... - Ella asintió.

- Llévame donde tú quieras, cuando tú quieras...

***

Marina o quizás... Alba, entró rápidamente al centro de masajes.

Violeta en ese preciso momento pasaba, con la bata semi desabrochada con un taco de papeles en la mano.

- ¡Violeta! A ti quería verte...

Ella se giró. Una pestaña le entró en el ojo, intentó sacársela sin que se le corriera el lápiz de ojos.

- Dime, Marina... - murmuró.

Marina... Alba, se la quedó mirando. Ella vio el error que había cometido. No se avergonzó, se aclaró la garganta.

- Creo que tanto tú como yo debemos aclarar algunas cosas – dijo Violeta. – dentro de un cuarto de hora tengo libre para ir a desayunar, pero lo puedo adelantar un poco... ya sabes que soy mi propia jefa. - Marina asintió.

- Por favor.

Violeta fue hacia su despacho y dejó la bata en su butaca. Los papeles quedaron en el mismo sitio del que los había cogido. Cogió su chaqueta con la capucha embadurnada de plumas finas y el bolso negro de Gucci que iba a juego con sus Peep Toes altos y del mismo color.

Alba... o quizás Marina, la esperaba en la entrada. Iba, como siempre, provocativa. Con unos Stilettos rojos, unas mallas bien pegadas a sus piernas bien encorvadas y delgadas y una chaqueta también negra que se ajustaba a su cintura con un cinturón, el cual la hebilla era dorada. Extremada como solo ella sola sabía ser. Una vez más, estaba comprobado que a Chiara le gustaba lo interesante y zorrón... Una vez más, ella misma pensaba que era poca cosa para la morena.

***

Un par de tazas con chocolate caliente y humeante adornaban una de las mesas de la terraza, junto con dos mujeres que se podían parecer mucho, o al contrario, ser distintas a muerte. Lo único que muchos les encontraban en común, es que las dos eran muy guapas. Algún salido que había ido a tomar una cerveza con unos amigos apostaba por cual sería con la que se acostaría. La verdad, es que no se decidían. Marina se quemó la lengua con la temperatura del chocolate

Protégeme - Kivi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora