35 - El amor

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Violeta estaba sorprendida. Se aguantó, lo que pudo, pero era... imposible.

- Pero...

- No. - dijo ella.

- Es que no podré...

- No. - repitió Chiara, cortante de nuevo. - cumpla ordenes, señorita Hódar. - acarició una de sus nalgas, la que minutos antes había azotado.

Sintió como Chiara se inclinaba hacia adelante y le desabrochaba la venda. La cogió del mentón y alzó su cara, para besarla. El sabor a sangre se disolvía entre las dos bocas. Claro que Chiara se dio cuenta de que ella se había mordido. Ese fue un beso posesivo, autoritario. Para terminar, le mordió el labio inferior, de manera que los carnosos de Violeta se hincharon más y se tornaron de un color rosado, tan deseable, que la morena quiso volverlos a besar.

Ella la miró, una vez la morena se hubo separado.
Llevaba unos pantalones militares anchos que le quedaban estupendos, caídos, se notaba que no llevaba ropa interior.

Uno, se podían ver las marcadas ingles, trabajadas por horas de duro ejercicio.
Dos, aquella... enorme erección. Aunque tampoco cubriría mucho.

Chiara la observaba. No dijeron nada, Violeta había aprendido la lección.

- Se ve tan jodidamente sexy atada a mi cama, a mi disposición. - sonrió, cruzando los brazos. - que tendría que pagar por ello.

Violeta se mordió el labio.

- ¿Qué es lo que quiere, señorita Hódat? - dijo, poniéndose de rodillas detrás de ella, encima de la cama. Violeta no podía girar la cabeza, no la podía ver. Sintió como algo suave se paseaba por su espalda, provocando un escalofrío. Una pluma, o algo por el estilo. Era una sensación agradable. - ¿Quizás chupármela? - se dignó a decir.

Violeta sintió otro sucesivo escalofrío.

- No oigo ninguna respuesta, señorita. - dijo la morena cogiendo de nuevo la correa. - de veras, ¿Puede que haya oído que desea mi polla?

Rozó su erección, aún cubierta por el pantalón, contra su culo. Violeta gimió.

- Si.. - murmuró. - Si, si lo deseo. Deseo cualquier cosa que me dé usted.

Escuchó un gemido de Chiara. La respuesta la había satisfecho. La cama se movió, dando a entender que la morena se había bajado de ahí. Violeta escuchó cómo se desabrochaba el cinturón. Y como se bajaba el pantalón.

Pronto apareció de nuevo a su lado, cogiendo la protuberancia de toda su longitud. Se volvió a poner de rodillas a su lado. Se veía... condenadamente sensual. La diosa del sexo, pensó Violeta. Completamente. Ella no quitó el ojo de la mano de Chiara, subiendo y bajando...

- Demuéstreme que tanto la desea. - posó la otra mano detrás de la cabeza de Violeta y la acercó a ella, a su carne.

Violeta lo intentó meter todo dentro de su boca. Chiara gimió, ante la succión, fuerte.

- Oh, si... - jadeó, viendo como ella se la mamaba. - No pare si no se lo ordeno. - se limitó a decir, recogiendo el pelo de ella, en una sofisticada coleta improvisada.

Violeta intentó darle a probar su misma medicina. Succionó de nuevo fuerte. De la garganta de Chiara se escapó un ronco gemido. Ella movió su boca, rodeándolo todo, con sus labios. La morena la acompañó, moviendo las caderas, hundiéndose hasta su garganta, deleitándose en el enorme placer. Y como poco a poco lo iba empapando con su saliva. Violeta se apartó. Lo recorrió con su lengua y plantó un cariñoso beso en el glande, enrojecido, como una madura cereza a principios de verano.
Umm...Ella decidió torturarla un poco. La mordió, suavemente. Chiara gimió.

Protégeme - Kivi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora