30 - Única y exclusivamente tuya

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Lo hemos perdido todo, el amor se ha ido...ha ganado ella...ahora esto no es divertido... lo hemos perdido todo, el amor se ha ido...

Bea le trajo una taza de tila. Violeta seguía llorando, sin calmarse, con unos sollozos ahogados, de puro dolor. Nunca hubiera creído que si Chiara le ponía los cuernos... se sentiría tan mal.

- Cariño... - la tranquilizó Denna. - tomate esta tila, te relajará un poco.

Violeta cogió la taza. Dio un grito, se tenía que desahogar - ¡hostia!

Bea suspiró. No se quejó, ni se opuso. Tampoco sabía lo que se sentía, pero Violeta estaba muy mal.

Sentimos la magia, y esto es trágico...No pudiste contener tus manos, para ti... Siento que nuestro mundo se ha infectado... y como de alguna manera me dejaste olvidada... Hemos visto que nuestras vidas han cambiado, cariño... me perdiste.

- No me lo puedo creer... - una pequeña gotita salpicó en el color amarillento de la tila. Las lágrimas no paraban de caer por el rostro de ella. - Le dije... que confiaba en ella... y aun así...

- Shhh... cálmate... no me tienes que dar explicaciones... ha sido una hija de puta, eso es todo... tu no mereces estar de este modo...

Denna tenía razón. Y mientras intentaba que la tila pasara por su garganta - porque tenía el estómago bien cerrado... - seguía recordando aquella canción de Christina...

Ahora sé que lo sientes, y éramos cariñosos... pero elegiste la lujuria... cuando me engañaste... y te arrepentirás..., pero es demasiado tarde; ¿Cómo voy a confiar a ti otra vez?

***

Chiara daba vueltas en la cama. No había comido, no le pasaba la comida por el cuello. La almohada estaba húmeda. Era la primera vez que lloraba por una mujer. Era la primera vez que lloraba. Aun así, se había emocionado cuando Violeta perdió la virginidad con ella. Pero nunca había llorado así. Y se sentía mal, muy mal. Aquella jodida almohada olía a ella, a su perfume, a su pelo. Y entonces Chiara se dio cuenta de lo que había hecho. Había perdido a la persona más importante de su vida.

Pero la iba a recuperar, fuera como fuera. Se levantó, dejando en esa jodida cama los recuerdos que Marina le había hecho revivir. Y esta vez, iba a enterrarlos. Para siempre.

Debía pensar dónde podría estar Violrta. La conocía perfectamente para saber que su mejor amiga era Denna. Chiara se dio cuenta de que frente a su casa aún estaba el coche de Marina. Se acercó. ¿No se había ido aún? No vio a nadie. Solo algo de cargamento en el asiento del copiloto. Algunas balas y cintas de armas.

- Mierda. - masculló Chiara. - ¡Mierda!

Se fue a toda prisa hacía su garaje, cargó con su querido subfusil con silenciador y se montó en su moto MTT Turbine. Poniéndose el casco a toda prisa, cogiendo los doscientos quilómetros por hora en menos de un minuto.

***

Un frenazo quedó marcado en el asfalto de la carretera. Cuando Violeta no podía dormir se iba a su clínica a trabajar. Aún que fuera de noche... o quizás la madrugada. Eran ya la una de la mañana. Si no estaba allí, iría directa hacia a casa de Denna. Pero sabía cuáles eran las intenciones de Marina antes de irse a Rusia. Y para nada lo permitiría. Para nada. Protegería a Violeta a muerte.

Se dio cuenta de que la puerta estaba abierta. Entró sin
pensárselo dos veces. El pasillo estaba oscuro. A cualquier
persona normal le hubiera dado un poco de miedo entrar
allí. Pero no a Chiara. Cargó su subfusil, preparándolo, mientras se dirigía hacia el despacho de Violeta. El único sitio donde había luz. Entró sin pensárselo dos veces.

Protégeme - Kivi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora