16 - Volveré

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- Si... sigue... - Chiara la levantó. - más... rápido. - le pidió ella mordiéndole el hombro. - Ah, ah... si...

Chiara la apoyó contra la pared, así, teniendo una mejor postura para follarla. Violeta se retorcía contra su cuerpo. Le mordió de nuevo el hombro, le arañó la espalda. Quería que supiera lo que era tener sexo con ella, quería que supiera lo mucho que la deseaba, lo mucho que quería que disfrutara a su lado. Lo mucho que, además, la amaba. Le agarró las piernas y se hundió, completamente en ella.

- ¡Oh, sí! ¡Chiara! - jadeó Violeta contrayéndose alrededor del pene, apretando con tanta fuerza que Chiara pensó que iba a correrse en ese mismo instante.

Vamos a ver... Chiara intentó pensar, entre aquella nube de lujuria que cubría su vista. A diez centímetros de su vagina. Esto es fácil para mí. Chiara movió circularmente las caderas y volvió a embestirla, Violeta se intentó agarrar a la pared. Gritó. Te encontré.

- Dios mío... - murmuró con la respiración agitada. Chiata volvió a tumbarla en la cama. Volvió a colocar sus piernas verticalmente contra su torso. Sentía como el coño de Violeta palpitaba, encerrándolo en sus entrañas. Le besó las piernas.

- ¿Quieres más? - dijo Chiara besándole el cuello.

- Si... si...

- ¿La palabra mágica?

- Por favor...

- Falta algo...

- ¿Qué? - dijo Violeta abriendo los ojos.

- Di que me amas. - sonrió.

- Te amo. - ella le devolvió la sonrisa.

Chiara volvió a torturar ese lugar, hasta estar totalmente
dentro de ella. La pelirroja la sentía tanto... que pensó que
iba a perder el conocimiento. Y Chiara... a Chiara la apretaba, como un puño, cada vez que la embestía, cada vez que embestía el punto G de Violeta. Y más, ahora. Ahora... sintió como la pelirroja se deleitaba en ella, sintió como se corría, como le entregaba hasta el alma. Y la morena le otorgó lo mismo, dejando que la motrileña la ordeñara hasta la última gota de semen.

***

Violeta terminó de vestirse junto con Chiara. En el preciso instante en el que ella se abrochaba los pantalones, Alez entró, corriendo.

- ¡Chiara!

- ¡Joder! Te he dicho mil veces que piques a la puerta antes de entrar. - llega a ser cinco minutos antes y nos pilla en el polvo del siglo.-

- Lo siento, lo siento. – dijo apresurado.

- ¿Qué quieres? - Chiara se puso el jersey. Violeta no dejaba de observarla. Perfecta. Era la mejor palabra que lo describía.

- Omar nos ha venido a buscar. El helicóptero está... fuera. - Chiara observó por la ventana. Vio uno de los helicópteros de la agencia, en funcionamiento, en su pequeño y privado aeropuerto. ¿Cómo era posible que no se hubiera dado cuenta? Eso era... otra prueba más de que, cuando esta con Violeta, lo demás, le importa una mierda.

- ¿Ha venido a buscarnos?

- Nos surgió un imprevisto... en Rusia.

- ¿Qué dices?

- Pues eso... nos necesita. Dice que solo serán unos días.

- Siempre hace lo mismo...

- Ya, pero... sabes que estamos en medio de unos conflictos con los rusos...

- ¿Y a mí qué coño me importa?

- Pues que dice que eres una de las mejores con... manejo de armas... que nos necesita Keeks.

Se quedó pensando por un momento.

- Dile que ahora voy.

- No hace falta que cojas nada, él ya... ya tiene todo lo necesario.

- De acuerdo.

Alez desapareció por donde había entrado. Violeta se acercó a la morena.

- ¿Tienes que irte? – murmuró, preocupada.

- Si... - le acarició la mejilla – pero te prometo que en tres días, como mucho, estoy aquí.

- No te vayas... - le suplicó Violeta. – ¿Si te hieren? Estarás en medio de una guerra...

- No me pasará nada.

- ¿Y lo de ayer?

- Fue un despiste.

- Llévame contigo.

- No mi amor... si te puede pasar algo, si te hicieran daño, no me lo perdonaría nunca.

- Pero...

- Nada de peros. - Le acarició los labios y la besó, lentamente, saboreando hasta la última gota de ese tiempo que compartían juntas - volveré.














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Protégeme - Kivi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora