•15 años después•
"La ciudad enfrenta grandes peligros, pero todos sabemos que siempre estaremos a salvo."
Suena el timbre de la casa y Sarah es quien abre la puerta, era solo el de paquetería, otra vez, llega junto a mí y sienta al lado.
—Es otra carta de tus padres —me dice.
—Ah —digo sin siquiera mirarla.
—Al menos léelas —dicta. — ¿Es mucho pedir?
Aprieto mi mandíbula.
—Sar... —me miró. —Tía, no es que no quiera, pero ¿Qué sucedió? ¿Qué pasó que no quieren ver a su propia hija? ¿Acaso me odian? —digo frustrada.
—No te odian, te protegen.
— ¿De qué? —digo bruscamente.
—Las cartas —y sin decir más, sale en dirección hacia la cocina.
Desde que Sarah me dijo que tenía cartas hechas por mis padres, me sentí enojada y triste, pensé en todo lo que ellos estuviesen haciendo, cosas más importantes que estar con su hija. Extrañamente una sensación de escalofríos recorre mi cuerpo, ¿A quién se le ocurre enviar cartas en vez de verse en persona o llamar?
Anticuado.
Subo corriendo a mi habitación y busco en la caja en donde están las demás, la encuentro debajo de mi cama, un tanto polvorienta, sacudo lo suficiente y la abro. Unas 14 cartas se encuentran dispersas por la caja, tomo una y la leo, por primera vez en mi vida:
"Mi niña hoy cumples 10 añitos, felicidades, sé que no entiendes el porqué no estamos contigo, pero pronto lo sabrás Con amor papá y mamá"
Oh joder.
Las veces que maldije a mis padres por no recordar mis cumpleaños, ¿Qué clase de hija soy? Una que va insultando a sus padres por sus errores como si yo no los cometiera, aunque ellos tienen un poco de culpa por dejarme, por abandonarme.
Agarro otra carta del montón y comienza:
"Ana.
Malas cosas han pasado y malas cosas están por pasar. Quisiera poder ir a casa de Sarah para poder decirte todo, pero es difícil porque 1. Si te descubren te van a hacer mucho daño, 2. No se cómo me recibirías y 3. Porque ya no todo es como antes.
Y como me gustaría que lo fuera.
Ojalá pronto pueda contarte, pero tienes 14 aún deseo y anhelo que tengas una vida normal, aunque nosotros no lo seamos. Te amo mi niña.
Con amor, mamá."
¿QUÉ? ¿Por qué mi madre sólo firma? ¿Y papá?
Miles de preguntas sin respuesta se acumulan en mi mente, más de las que soy posible de aguantar y en pocos minutos, el dolor de cabeza se hace presente en mi cuerpo, voy a escritorio y tomo una pastilla.
Miro la carta que fue entregada hoy, la tomo y huelo su aroma.
¿Cómo por qué carajos hueles las hojas y libros nuevos? Eres rara.
La abro lentamente, algo así como si estuviese en una película de suspenso, y la desdoblo con la misma lentitud.
Dice:
"Ana,
Hoy te escribo porque ya puedes entender lo que está pasando, y antes de decirte algo más, ésta será mi última carta después sabrás el porqué. Para nosotros era difícil decirte esto, pero ya no más. No ahora que las cosas están peor que nunca. Tu padre y yo nos separamos de ti porque necesitábamos protegerte y como lo hicimos los primeros 2 años de tu vida, no hubiésemos podido, pero tenemos súperpoderes. Un don. Sé que suena extraño, pero tú también los tienes, y los has estado desarrollando desde que naciste. Tu padre tiene el poder de volar y súper-fuerza y yo tengo súper-velocidad. Perdón por ocultártelo, pero esa es la realidad sobre nosotros. Lo sentimos mucho, Ana.
Atentamente: Mamá... y papá."
¿¡PERO QUÉ?!
Una lágrima resbala por mi mejilla. Un mar de preguntas vuelven a surgir y un espacio de vacio comienza a formarse en mi pecho. Todas las veces de desmayos, ataques de ira y perdidas de energía en mi cuerpo ¿Eran por mi súper poder? Bajo las escaleras y encuentro a Sarah lavando los utensilios de cocina.
—Súperpoderes, eh —digo a sus espaldas, ella se pone tensa pero a los pocos segundos se relaja.
—Así que por fin mi hermana te lo dijo —me responde volteándose hacia mí. —Perdón por no haberte dicho, pero le prometí a tu madre que no te diría nada hasta que ella de alguna forma te lo dijera y...
—Sarah —la callo. —Está bien, no estoy molesta y mucho menos contigo, sólo estoy sorprendida, creo.
—Lo siento —susurra mientras me da un abrazo.
—Necesito buscarlos.
—Estás loca.
—No, y aunque no lo creas, me dieron una dirección.
— ¿Qué? —pregunta confundida.
—Así es —sonrío. —Están en Chicago.
—No irás.
—Ahora tú eres la loca —contraataco. —Claro que iré, no puede detenerme.
—Claro que sí —dice mientras cruza sus brazos. —Tú y tus padres no son los únicos que tienen súperpoderes.
— ¿Ah sí? —la reto. — ¿Tú que súperpoder tienes, Tía Sarah?
Sarah cierra los ojos lentamente y la silla en la que estoy sentada comienza a desplegarse del suelo, me agarro con la fuerza que puedo, pero la silla comienza a mecerse de un lado hacia otros bruscamente. Cierro los ojos cuando pierdo el equilibrio y cierro mis ojos para sentir mi cuerpo impactarse contra el suelo, pero no siento el golpe. Abro los ojos y veo el suelo a centímetros de mi cara, siento un leve impacto y me levanto rápidamente, veo a Sarah sonriéndome triunfalmente.
—Felicidades —digo. —Hiciste que no me golpeara. Ríe levemente.
—Que tonta —me dice con burla.
—Tengo una mejor idea —digo sonriendo.
— ¿Cuál?
—Ven conmigo, vamos a buscar a mis padres.
—Seguro.
Wow, eso fue rápido, creí que tendría que convencerla, pero supongo, ella quiere ver a su hermana también.
Subo a mi habitación sonriendo, pero se desvanece cuando comienzo a cuestionarme ¿Qué tal si no puedo controlarlo? ¿Qué pasa si me pasa algo a mi primero? ¿Si me mata? Me siento poderosa, pero al mismo tiempo me siento inútil. Poderosa porque ahora sé que tengo un don para poder ayudar a la gente, pero inútil porque no sé si podré controlarlo.
Lo harás.
Sonrío para mí misma.
ESTÁS LEYENDO
Una Chica y Sus Superpoderes.
FantasyAna no es una chica muy normal que digamos, tiene un don que la hace especial y diferente a las demás chicas. Descubre el secreto de su familia y trata de averiguar su don a fondo, pero en el trayecto descubrirá algo mucho más fuerte. Portada hecha...