El resto del día nos dedicamos a arreglar las cosas necesarias para el viaje.
Sarah investigó la dirección que me dieron mis padres y me dijo que queda a unos minutos del centro de la ciudad.
Av. Frederick #648 Chicago EUA.
Al siguiente día salimos hacia allá.
—Tardaremos unas horas en llegar, así que duerme un poco —dice girando a su derecha para salir de la cuidad. —Ya les avisé a tus maestros que faltarás a clases por asuntos familiares.
—Está bien —le respondo acomodándome. —Me despiertas al llegar.
Y a los pocos minutos me quedo profundamente dormida.
***
Estoy en mi habitación, todo está desordenado, mis fotos y mis cajones están destruidos.
— ¡ANA! —grita una voz que extrañamente se me hace familiar. — ¡AYUDA! ¡ANA! —la voz comienza a llorar y a gritar con más fuerza.
Instintivamente salgo de mi cuarto y bajo corriendo, todo está destruido.
TODO.
¿Qué demonios pasó aquí?
— ¡ANA! —la voz me hace ir a la cocina. Me quedo paralizada al ver el cuerpo de Sarah tirado en el suelo. — ¡ANA!-vuelve a gritar.
Voy hacia la sala y veo a una señora arrodillada en un cuerpo, me paro en seco a ver de quien se trata. Mi padre. Lo he visto en una foto que encontré en el cuarto de Sarah.
—Hija ayúdame —me dice con los ojos llenos de lágrimas.
Es mi madre.
—Mamá —susurro. — ¿Qué está pasando aquí?
—Ayúdame, por favor —dice con voz débil.
Miro el suelo y la sombra de una persona se hace presente a mi lado, siento su mano en mi cabeza.
— ¡DÉJALA! —le grita mi madre.
—Hola preciosa —me dice. Su voz, también se me hace conocida, me agarra, me voltea bruscamente y me obliga a mirarlo. Su cara está cubierta por una máscara negra, es alto y todo su cuerpo está cubierto por un traje negro, sólo alcanzo a ver un tatuaje de serpiente en su cuello. —Ya eres mayor, felicidades —me agarra de la mandíbula. —Pero tu secreto no está a salvo conmigo.
Cierro los ojos y comienzo a gritar, algo me jala por la cintura, abro los ojos y veo a mi madre, mi cuerpo se relaja al verla, ella le propina un golpe en el estómago y hace que la persona se retuerza de dolor, toma ese momento para escapar y me saca de la casa.
—Te amo hija —me dice, de repente está en un mar de lágrimas, la abrazo con todas mis fuerza. Trato de contestarle, pero no puedo, todo se hace distante. Mi madre sigue allí llorando, trato de ir hacia ella, pero no puedo en pocos segundos todo se vuelve blanco
***
Estás despierta.
La habitación en la que me encuentro tiene las paredes color blanco. Volteo a mi lado izquierdo y veo aparatos conectados a mí y frunzo el ceño ante tales tubos. Giro mi cabeza hacia el otro lado y eso me da una punzada, levanto bien la vista y veo a Sarah recargada en un sillón en una posición demasiado incómoda.
—Sarah —mi voz suena débil. Ella se sobresalta y aprieta un botón.
—Oh por Dios, Ana —grita y mi cabeza retumba al mismo tiempo.
—No grites, por favor —digo en un susurro.
La puerta se abre dejando ver a un señor alto, delgado, de tez morena, vestido con la típica bata de laboratorio y lleva un estetoscopio alrededor de su cuello.
—Hola —dice sonriéndome — ¿Cómo estás?
—Bien —miento.
—Excelente, como no has ingerido alimentos sólidos una enfermera vendrá a traerte algo.
Solamente asiento con la cabeza porque la verdad no tengo ganas de hablar, solo me pregunto cómo carajos llegué aquí. Sale de la habitación dejándome a Sarah y a mí a solas.
—Estuviste inconsciente 2 días —se me adelanta.
¡¿QUÉ?!
— ¡¿QUÉ?! —grito, y me arrepiento al instante por el dolor de cabeza.
—Me dijiste que te despertara al llegar y así lo hice, pero no despertabas, tu pulso era débil así que opte por llamar a emergencias, llegaron rápido y te trajeron aquí, aún no saben lo que te pasó, pero tus signos están estables y has tenido una buena recuperación desde ese día. Te recuperabas como si estuvieras despierta.
Está jodiendome, ¿Cierto?
Me quedo sin decir nada.
— ¿Seguiremos con la búsqueda, no? —pregunto después de unos minutos de silencio.
No me responde, su silencio lo tomo como una respuesta negativa.
—Sarah —repito y me sorprendo de cómo ha sonado mi voz.
—No lo sé, primero quiero que estés bien.
— ¡Estoy bien! —exclamo.
— ¡Claro que no estás bien! ¡Acabas de despertar de un coma!
Abro mi boca para decir algo, pero la puerta se abre y una enfermera entra junto con una charola llena de comida.
[•]
A los 2 días salimos del hospital y fuimos a casa, no hablamos en todo el trayecto. Al llegar subo directamente a mi cuarto y comienzo a llorar, no puedo dejar de pensar que hubiese pasado si no me hubiera quedado dormida, si todo hubiera sido diferente.
Sarah entra y me envuelve en un abrazo, sigo llorando en su pecho pensando en que no soporto no poder buscar a mis padres, necesito verlos, tengo demasiadas preguntas y los extraño, a pesar de que nunca estuvieron conmigo.
—Tranquila —me dice. —Ya pasó.
—Necesito verlos Sarah —digo entre sollozos.
—Lo sé, pronto —me sonríe; esa sonrisa me transmite paz, cierro mis ojos, de un momento a otro siento que mi cuerpo toda la energía que tenía hace unos segundos, me he quedado dormida.
ESTÁS LEYENDO
Una Chica y Sus Superpoderes.
FantasyAna no es una chica muy normal que digamos, tiene un don que la hace especial y diferente a las demás chicas. Descubre el secreto de su familia y trata de averiguar su don a fondo, pero en el trayecto descubrirá algo mucho más fuerte. Portada hecha...