Capitulo 14

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Él está bien, está a salvo y está justo en frente de mí no soy capaz de reaccionar. Me agacho lentamente hacia él; su cara está llena de moratones, sus ojos están hinchados y morados, una de sus cejas tiene un corte que la atraviesa; su expresión es de cansancio y dolor, sus ropas están rotas y manchadas de sangre. Conecto sus ojos con los míos y trata de sonreír, pero sólo le sale una mueca de dolor.

—Hola —susurro con las lágrimas al borde de mis ojos.

—Hola —dice con voz débil.

—Ven conmigo—digo mientras le tiendo una mano.

Él la acepta con gusto.

Pongo su brazo alrededor de mis hombros y pongo todas mis fuerzas para ayudarlo a levantarse, al hacerlo grita de dolor, se sujeta como puede y avanzamos con dificultad hacia la entrada.

— ¡Sarah! —grito al entrar.

Jorge se queja y escucho a Sarah caminar por el piso de arriba.

—Ana son las tres de la mañana que suce... —se calla al verme con Jorge en mis hombros.

-Ayúdame —digo.

Trae una silla y lo ponemos ahí, Sarah saca un botiquín de primero auxilios y comienza a curarle las heridas, Jorge se retuerce cuando comienza a aplicarle alcohol y agua oxigenada.

Cuando termina, le pone unas gasas.

—Hola Jorge —le dice Sarah — ¿Cómo te sientes?

—Adolorido —dice él.

—Me lo imagino ¿Quieres algo de comida?

—Por favor.

—Está bien —sonríe —. ¿Ana? ¿Crees que podrías traer ropa limpia y una toalla para poder lavar su cabello?

—Si —digo y voy a buscar las cosas.

Al regresar Sarah trae una cubeta con agua y otra vacía.

—Límpiale el cabello, yo hare su comida.

Me acerco a él y poco a poco comienzo a mojar su cabello, Jorge tiene los ojos cerrados, paso mis dedos por su cabellera castaña y quito la mugre de ésta. Cuando veo que ya está más limpio dejo las cosas a un lado y voy por mi teléfono.

—Sam —digo cuando contesta la llamada.

Más te vale que sea importante Ana es muy tarde.

—Es Jorge.

¿Qué sucede?

—Está bien, está aquí conmigo ahora.

No estoy para bromas

—No es ninguna broma, escucha.

Me acerco a Jorge y le digo que es Sam.

—Hola enana —dice él.

Lo pongo en altavoz y escucho llorar a Sam, comienzan a charlar pero no pongo atención. Mi mente lanza miles de preguntas al mismo tiempo, que no preguntaré ahora porque Jorge ha de estar cansado para un interrogatorio. ¿Quién podría habérselo llevado? ¿Qué le hicieron? Y la más importante ¿Por qué? Aunque eso no es lo importante ahora, lo importante ahora es que está conmigo, tal vez no sano, pero si a salvo.

—Ana —volteo y noto que ya observo que ya terminaron de hablar.

— ¿Sí?

—Quiero hablar de lo que pasó —me tenso al igual que él.

—Te escucho.

—Los hombres que me tenían encerrado me dijeron que tú y tu familia no era normal —tenso mi mandíbula —. Y que tú no eres quien en realidad eres, ¿Qué me ocultas?

—Nada —digo rascándome mi mejilla.

—Te conozco y siempre te rascas tu mejilla cuando estas nerviosa. Suéltalo.

—No sé Jorge —agacho mi cabeza y una lágrima desciende por mi mejilla.

—Cuéntame Ana, porque no sé qué está pasando y estoy bastante confundido.

—Espera aquí —digo y voy a la cocina.

—Sarah ¿Crees que deba contarle? —voy directo al punto.

— ¿Él te dijo que le dijeras? —asiento con mi cabeza —. Creo que esa es tu decisión.

—Sí pero, le preguntaban de mamá y papá.

—Oh —articula —. Pues haz lo que creas correcto, y si eso implica no decirle, está bien.

— ¿Segura?

—Claro, pero recuerda él es tu mejor amigo.

Mi mejor amigo.

Regreso con Jorge.

—No me lo dirás, ¿cierto?

—Es qué si te digo, no me vas a creer.

—Cuéntame Ana.

—Está bien —digo —. Mi familia no es normal y yo tampoco porque tenemos súperpoderes.

Muerdo mi labio.

—Ana —toma mi barbilla entre sus dedos.

—No me crees —digo zafándome de su agarre —Es normal, no importa.

—Quiero creerte, pero ¿Cómo es posible?

—Eso ni yo lo sé, pero si necesitas creerlo Sarah puede enseñarte.

Avanzo hacia la cocina, pero una mano toma la mía, me da un tirón y Jorge pega sus labios con los míos. Se quita y deja mi mano libre.

—Sarah, ¿Podrías enseñarle? —digo al entrar a la cocina.

Regresamos con Jorge y Sarah mueve algo que esté en su rango de vista. Veo su expresión, está impactado.

— ¿Me crees ahora?

—Creo que jamás me mentirías. Aunque lo hiciste —dice y siento una punzada en mi pecho —. Pero me alegra porque si hubiese sabido hubiera dicho cosas de las que estuviese arrepentido en éste momento.

— ¿Qué cosas Jorge? —le pregunta Sarah.

—Me dijeron que dijera todo lo que sabía de ustedes y de su familia, por supuesto no sabía y ellos creían que mentía, así que por eso me torturaron.

—Cuanto lo siento —digo poniendo mi mano en su mejilla.

—Descuida, ya estoy bien porque estoy contigo —me sonríe.

Veo de reojo a Sarah que está mirándome extrañada, le sonrío nerviosamente mientras acaricio la mejilla de Jorge.

Una Chica y Sus Superpoderes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora