Capítulo 20

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"La Residencia Holkings ha sido asaltada anoche alrededor de las 3 de la mañana, aún no se confirman detenidos, pero la policía tiene a la vista varios sospechosos. Antes hubiéramos creído que estaríamos a salvo, pero ahora no es así. Todo ha cambiado, todas las cosas cambian"

Se escucha en el canal de noticias todos los robos y asaltos a casas y personas.

—Ana —me llama Sarah —. Iré al centro a comprar comida, ¿vienes?

—No gracias —le contesto.

—Floja —pongo los ojos en blanco —. No te metas en problemas.

—Está bien —digo volviendo la vista al televisor, pero sin prestar mucho la atención.

Mi mente se centra en mi imaginación, sólo las voces de los informadores se escuchan como fondo, tengo el sentimiento de que hay alguien detrás de mí, volteo lentamente y veo a mi madre parada.

—Hola mi niña —me dice embozando una sonrisa.

—Mamá, ¿Qué haces aquí? ¿No que era peligroso estar juntas? —la lleno de preguntas.

—Lo es—responde con serenidad.

— ¿Entonces? ¿Qué haces aquí?

—No estoy aquí Ana, o al menos no físicamente.

—No entiendo —frunzo mi ceño.

—Me ves a través de tu mente. Es una visión.

— ¿Cómo es posible?

—Te dije que eres poderosa, puedes hacer esto y mucho más-.

— ¿Puedo preguntarte algo? —asiente —. ¿Por qué sólo te veo cuando me desmayo o cuando no hay nadie?

—Es algo complicado, pero al desmayarte o al estar sola, la mente divaga más libremente; haciendo conversaciones con uno mismo, haciendo recuerdos que quieres que pasen o que han pasado ya.

Asiento levemente y trago saliva.

—Son como visiones.

—Exacto —sonríe —. Necesito decirte algo, antes de que Sarah vuelva.

—Dime.

—Él ya sabe quién eres, ahora corres más peligro que antes.

— ¿Quién?

—El hombre con tatuaje de serpiente en su cuello. Le dicen Snaider.

— ¿Cómo me encontró?

—No lo sé, hija.

Escucho a Sarah estacionando el auto.

—Hora de irme —dice y volteo a verla —. Cuídate, ¿sí?

—Sí mamá, te quiero.

—Yo a ti.

La puerta se abre mientras el cuerpo de mi madre se desvanece, Sarah entra con 4 bolsas llenas de comida que, seguramente, serán para las próximas semanas.

—Llegué —dice apenas cierra la puerta.

— ¿Cuánto tiempo te tardaste? —pregunto.

—Casi una hora, ¿por qué?

—No, nada más —le sonrío.

—Eres rara, sobrina.

—Gracias —digo —. Lo sé.

Una Chica y Sus Superpoderes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora