Capítulo 15

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Sam llegó temprano a mi casa para irnos juntos los 3 al Instituto. Al llegar todas las miradas se posan en nosotros, o más bien en Jorge que, por cierto, su cara aún está algo hinchada y los moratones siguen ahí, así como la cicatriz de su ceja. A lo largo del día, los maestros le preguntan a Jorge que qué fue lo que ocurrió, él sólo se limita a decir que nada, sin dar más explicaciones.

Al terminar la jornada escolar, salimos de la cafetería pero el cuerpo de la persona que más detesto me impide el paso.

—Con permiso —digo secamente.

— ¿Puedo hablar contigo? —pregunta —. La última vez no pudimos hablar bien —dice mirando a Sam.

—Ana, ¿Nos vamos? —interrumpe Jorge.

— ¿No ves que estamos hablando? ¿O acaso los golpes en tu cara te dejaron ciego? —ataca Daniel.

—No le hables así —digo con la mandíbula tensada.

—Entonces hablemos —amenaza.

—Bien —acepto a regañadientes —Vayan, ahorita los alcanzo.

— ¿Segura? —me pregunta Sam.

—Sí, vayan —digo sin más.

Esto es una mala idea, Ana.

—Dímelo rápido, tengo cosas más importantes que hacer.

—Lamento lo del parque —me tenso —No debí hacerlo y soy un idiota.

—Sí, lo eres pero no tienes que disculparte por algo que no pasó.

—Vamos Ana, no digas eso.

—Lo digo porque parte de mí quiere que sea verdad. Aprendí de un mala manera que no hay que dejarse llevar por unas lindas palabras y que todo lo que una vez dijiste puede irse a la mierda con tan solo un acto. Así que si me disculpas me voy porque no quiero seguir hablando contigo —camino dos pasos y su mano se engancha con la mía y me besa. Me separo rápidamente de él y sin pensarlo dos veces mi mano da contra su mejilla sonando demasiado fuerte.

—Vuelve a hacer eso otra vez y el próximo golpe no será tu cara —sin más camino al auto de Sam.

Sabía que era una mala idea.

— ¿Qué sucedió? —me pregunta al entrar.

—El idiota me besó.

— ¿Por qué? — me pregunta.

—Me dijo que no dijera que las cosas que pasaron entre nosotros jamás existieron, le dije que no sabía qué y al irme, tomo mi mano, me giro hacia él y me besó.

—Esta vez sí que lo golpeo.

—Está bien —le sonrío —No lo vale.

Miro por el retrovisor y veo a Jorge con su mandíbula apretada ¿Esta celoso? Pues no tiene porque, ya que Daniel no forma ni formará de parte de mi vida, de ningún modo.

Me dejan en mi casa y subo a hacer mi tarea, a los pocos minutos escucho la puerta abrirse.

— ¡YA ESTOY AQUÍ ANA! —grita Sarah.

— ¡ESTA BIEN! —grito igualmente.

—Tenemos que hablar.

Pego un brinco al escuchar y ver a Sarah parada debajo del marco de la puerta.

—Veloz —digo y comienza a reírse —. ¿De qué?

—De tu súperpoder.

—Oh —es lo único que logro decir.

Una Chica y Sus Superpoderes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora