Capítulo 23

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Al cabo de una media hora llegamos a la casa de mi Tío Evans. La casa consta de sólo dos pisos, las paredes blancas como la nieve y hay una columna pintada de color rojo, las ventanas del segundo piso son de cristal y la puerta del balcón es de una madera obscura, las ventanas del primer piso son pequeñas a comparación con las otras, pero no dejan de ser hermosas para el diseño, la puerta principal es de un color caoba. La decoración exterior es de un pequeño jardín y al lado esta pavimentado para dar acceso a la cochera, un camino va a la entrada y hay un pequeño balcón con una silla colgante en medio.

Sarah toca 3 veces y esperamos a que nos abran la puerta.

Una señora de unos 50 años la abre, su cabello negro, con alguna que otra cana, está recogido en un moño.

—Buenas tardes, ¿Puedo ayudarlas señoritas? —nos dice amablemente.

—Buen día Tania —habla mi madre.

La señora se sorprende.

— ¿Señorita Rebecca? —le pregunta

—La misma —responde sonriendo.

—Cuánto tiempo ha pasado, ¿Señorita Sarah?

—Hola Tania.

— ¿Y quién es ella? —pregunta curiosa.

—Soy Ana —me presento —. La hija de Rebecca.

—Ana —me sonríe —. Qué lindo nombre.

—Gracias.

—Bueno pasen —dice abriéndose paso —. Llamaré al señor Evans, mientras pónganse cómodas en la sala, por aquí.

La seguimos, cruzamos un pequeño corredor y entramos a la sala principal, ésta, está decorada con sillones color café claro, una mesa adorna el centro de la sala y debajo hay una alfombra circular. Las paredes tienen cuadros que combinan con las paredes y hay un gran ventanal que da hacia la casa vecina.

—Sarah, Rebecca —la voz gruesa y grave de mi tío resuena en la casa.

—Evans —responde ambas al unísono.

—Cuanto tiempo —dice él —. ¿Quién es ella? —pregunta señalándome.

—Es mi hija —responde mi madre.

—Que linda eres —me emboza una sonrisa.

—Gracias —rasco mi mejilla.

Veo de reojo que mi madre sonríe.

—Supongo que necesitan algo —dice mi Tío —. Las conozco y sé que vienen a pedirme algo, ¿qué cosa es?

Vaya, si que va directo al grano.

—Es por el súperpoder de Ana.

—Oh —asiente —. Veo que es urgente.

—Si —decimos al unísono.

— ¿Cuál es? —pregunta.

—La energía.

—Un poder muy interesante y muy poderoso —sonríe —. ¿Eres nerviosa o ansiosa? —asiento —. ¿Ha habido escenas en tu vida que afecte tu temperamento?

—Hoy, precisamente —responde mi madre.

—Si —digo apenada —. Hubo una discusión entre Sarah y yo y simplemente aventé mis manos y una corriente fue a dar a Sarah.

—Bueno, primero es bueno que te hayas calmado, porque lo hiciste ¿cierto?

—Sí.

—Y segundo, no te preocupes todos se enojan con ella —dice guiñándome un ojo.

—Veo que sigue igual de graciosito.

Sonrío.

—Pues primero lo primero —dice levantándose —. Aprender a controlarlo.

—Y necesitamos tu ayuda para lograrlo.

—Cuenten con ello.

[•]

Después de ver qué días nos veríamos y fijar un horario, regresamos. No sé si llevamos 5 minutos en el auto, pero si sé que me he quedado dormida.

***

—Te gusta estar con ella, ¿no? —una voz gruesa resuena en la habitación de siempre.

— ¿Con quién? —pregunta temerosa.

—Rebecca —dice en un susurro.

Me congelo sin saber que decir.

—Respóndeme Ana —alza su tono de voz.

— ¿Cómo es que sabes mi nombre?

—Creo que tenemos mucho en común.

Frunzo el ceño, ¿de qué mierda está hablando?

— ¿Qué? —pregunto confusa.

— ¿Te suena el nombre de Alexis Ackerman?

¿Daniel? Pero que carajos tiene que ver él aquí.

—Creo que es tiempo de que conectes todo.

— ¿De qué hablas? —pregunto aún sin comprender.

—Piensa Ana.

¿Qué carajos quiere que piense?

— ¿Qué preguntas tienes? —dice con voz maliciosa.

— ¿Cómo que qué preguntas tengo?

—Sé que tienes dudas acerca de tu familia.

—No voy a preguntarte nada.

—Pues pronto lo sabrás.

Pronto, pronto, pronto, pronto.

Esa palabra resuena en mi cabeza, la he escuchado antes pero no recuerdo donde, alguien me la dijo, pero no recuerdo quien.

Oh joder.

Él no es quien creo que es.

No puede ser él.

Mierda Ana, despierta.

***

Abro mis ojos rápidamente y veo que aún seguimos en el carro.

—Para el auto mamá —digo enderezándome.

— ¿Qué? —me pregunta confundida.

—Para el auto —repito más fuerte.

Mi madre se orilla en la calle.

— ¿Qué pasa Ana? —pregunta Sarah.

—Me mentiste —digo en un hilo de voz.

— ¿Qué? —insiste Sarah.

—Mi papá no está muerto, mi padre es Snaider —digo con las lágrimas mojando mis mejillas.

— ¿Rebecca? —le pregunta Sarah —. ¿Es verdad?

—Si —dice y se pone a llorar.

Demonios.

Una Chica y Sus Superpoderes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora