Capítulo 3

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Sergio bajó del avión en Mónaco con el corazón palpitando del nerviosismo. No había podido dejar de pensar en cómo Max recibiría la noticia, en cómo él interpretaría los rumores. Mientras recogía su equipaje, su mente iba a mil por hora, repasando una y otra vez lo que había decidido decir. Le había dicho a Xavi que se fuera a descansar, asegurándole que le avisaría si algo sucedía.

Ahora, con las maletas en mano, se dirigió al departamento que compartía con Max, deseando más que nunca que todo esto fuera solo un malentendido.

Cuando llegó al edificio y subió hasta su piso, un mal presentimiento lo invadió. Las luces estaban apagadas, algo que no era normal, especialmente a esta hora. Aun así, Sergio respiró hondo y decidió entrar. Al abrir la puerta, la oscuridad del lugar lo recibió, y un frío recorrió su espalda.

-¿Max? -llamó, su voz temblorosa mientras encendía las luces de la sala. No obtuvo respuesta, y su ansiedad aumentó.

Se dirigió hacía la cocina, encendiendo más luces a su paso. Pero todo estaba en silencio.

-Maxie, ¿Estás aquí? -volvió a llamar, esta vez un poco más alto, pero el eco de sus palabras fue lo único que escuchó. Sintió un nudo en la garganta, temiendo lo peor.

Con el corazón en la boca, caminó hacía su habitación. La puerta estaba entreabierta, y al empujarla, encontró a Max sentado en la cama, con la vista fija en la pantalla de su tableta. El brillo de la pantalla iluminaba su rostro, y Sergio pudo ver las lágrimas en sus ojos. La tristeza en la expresión de Max le hicieron maldecirse por no haber llegado antes, por no haber estado allí para detener todo esto antes de que se desbordara.

Max levantó la mirada lentamente, sus ojos encontrándose con los de Sergio. El corazón de Checo se hundió al ver la devastación en el rostro de Max, una mezcla de dolor y desconfianza. Supo, en ese instante, que Max había escuchado los rumores. Esos rumores asquerosos que lo implicaban en algo que jamás había hecho.

Sergio dió un pasó adelante, queriendo abrazarlo, consolarlo, pero Max retrocedió, rechazando el gesto. La distancia entre ellos se sintió como un fuego que quema, y Sergio tuvo que luchar contra el impulso de romper en llanto. Tenía que ser fuerte, tenía que explicarle todo.

-Max, por favor, déjame explicarte... -comenzó, su voz tensa, sintiendo cada palabra como una daga en su propia alma.

-Explícate, entonces -interrumpió Max, su voz temblorosa pero grave. Aún había lágrimas en sus ojos, pero su tono era firme, demandando respuestas. -¿Qué pasó entre tú y ese hombre? ¿Es cierto lo que dicen?

Sergio sintió como si una flecha le atravesará el corazón. Guardó silencio por un momento, incapaz de articular palabra alguna. Pero sabía que tenía que hablar, que tenía que decir la verdad, aunque se sintiera culpable por algo que nunca hizo.

-Nada, Max -logró decir finalmente, su voz quebrada pero sincera. -No pasó nada entre O'Ward y yo. Te lo juro. Es un simple conocido. Nunca te he sido infiel, nunca he tenido intenciones de hacerlo.

Max lo observó detenidamente. Sergio tragó saliva y continuó, detalle por detalle, explicando todo lo que había sucedido, cómo los rumores se habían esparcido sin motivo, cómo la situación había sido malinterpretada. Cada palabra que salía de su boca era un intento desesperado por reconstruir la confianza que sentía que estaba perdiendo.

-Te amo, Max... -concluyó Sergio, sus ojos ahora brillando con lágrimas contenidas. -Eres lo más importante en mi vida. Nunca haría nada para lastimarte. Por favor, créeme.

El silencio que siguió fue insoportable. Sergio esperó, temiendo la respuesta de Max, sintiendo que el peso del mundo recaía sobre él en ese momento. Max finalmente bajó la mirada, sus manos temblando ligeramente.

Patitos (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora