El aire estaba impregnado con el olor de champagne, el ruido ensordecedor de los fuegos pirotécnicos tronaban en el cielo nocturno y las luces brillaban con intensidad. Max se encontraba en lo alto del podio, levantando el trofeo que lo proclamaba como campeón del mundo por cuarta vez. Las ovaciones del público se mezclaban con el eco de los aplausos, pero, para Max, todo sonaba distante, como si estuviera bajo el agua.
El circuito de Abu Dhabi, bañado en luces y celebración, parecía una escena surrealista. Los fuegos artificiales iluminaban el horizonte mientras el humo de los neumáticos quemados llenaba el ambiente. Max había pasado por esa experiencia muchas veces antes, pero esa vez era diferente. Era su último día en la Fórmula 1. Su despedida.
Bajó del podio con el trofeo aún entre sus manos, pero el peso del metal no era nada comparado con el peso emocional que sentía en su pecho. La multitud seguía coreando su nombre, celebrando su victoria, pero en su interior, Max no podía evitar una sensación de vacío. A lo largo de la temporada, había enfrentado desafíos personales y profesionales que lo habían agotado. Estar ahí, celebrando su cuarto título, debería haber sido el momento cumbre de su carrera. Pero en vez de éxtasis, lo que sentía era una profunda mezcla de nostalgia y alivio.
Con una sonrisa apagada, se dirigió hacía el paddock, donde el equipo de Red Bull lo esperaba. Christian Horner fue el primero en acercarse, sus ojos brillando de orgullo y tristeza al mismo tiempo. Abrió los brazos y abrazó a Max con una calidez paternal que, por un segundo, hizo que el piloto se sintiera como un niño pequeño buscando refugio.
- ¡Lo lograste, Max! - exclamó Christian con una sonrisa que no ocultaba la emoción en su voz. -Cuatro veces campeón del mundo. Eres una leyenda, lo sabes, ¿Verdad? No creo que nadie pueda llenar tu lugar.
Max sonrió de lado, su habitual arrogancia parecía ausente en ese momento. Aceptó el abrazo, aunque su mente estaba a kilómetros de distancia, en el futuro que lo esperaba lejos de las pistas.
-Gracias, Christian... - respondió Max, su voz ronca por el cansancio y la emoción contenida. -Pero es hora de descansar. De verdad.
Horner lo soltó, tomando un momento para mirarlo a los ojos. Sabía lo difícil que había sido para Max tomar la decisión de retirarse, pero también entendía lo desgastante que había sido la temporada. Las tensiones dentro y fuera de la pista, las luchas personales que no salían en los titulares. Christian lo conocía bien, lo había visto crecer desde que era prácticamente un adolescente, lo había empujado, apoyado y a veces incluso salvado de sí mismo.
-Lo sé, Max... - suspiró Christian. -Pero no será lo mismo sin ti.
Max asintió, mirando a su alrededor mientras los mecánicos y el equipo de Red Bull se unían a la celebración. Todos querían abrazarlo, felicitarlo, pero él se sentía un espectador en su propia despedida. Sabía que en ese momento estaba cerrando un capítulo monumental en su vida, y eso, aunque liberador, era también abrumador.
-Voy a extrañar esto... - confesó Max en voz baja, casi más para sí mismo que para Horner.
-Y nosotros a ti - respondió Christian, su tono genuino y cargado de sentimientos. - No solo como piloto, sino como parte de esta familia.
Esas palabras hicieron que algo en el corazón de Max se agitara. A pesar de todo, Red Bull había sido más que un equipo. Habían sido su refugio, el lugar donde había crecido, donde había conseguido todo lo que soñó. Pero ahora, esa etapa estaba terminada. Por más difícil que fuera, sabía que lo correcto era seguir adelante. Su cuerpo estaba cansado, pero más allá de eso, su alma lo estaba también. Ya no podía continuar con la intensidad implacable que la Fórmula 1 demandaba.
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Patitos (Chestappen)
Romansa¿Que se supone que se hace con un embarazo múltiple, una ruptura, una renuncia y un corazón roto? Sergio no tiene las respuestas a esas preguntas, pero tampoco tiene miedo de las consecuencias. Ha tomado una decisión, alejarse por completo del hombr...