Capítulo 13

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Sergio miraba por la ventana del vehículo mientras el sol abrasador de Arabia Saudita cubría las arenas y los rascacielos con una luz cegadora. El calor era sofocante, casi como una manta que envolvía todo a su alrededor, pero dentro de la camioneta, el aire acondicionado le brindaba un respiro, aunque comenzaba a irritarle la garganta y la nariz.

Trataba de enfocarse en lo que Karen, su jefa de relaciones públicas, le decía desde el asiento trasero. La noticia de que el artículo difamador que lo llamaba infiel había sido retirado era un pequeño alivio. La demanda seguía su curso, y Sergio sabía lo importante que era ganar. Si lograban la victoria en los tribunales, ningún otro medio se atrevería a poner en duda su reputación sin consecuencias. Ese pensamiento le dio algo de paz, pero en su expresión aún había un rastro de melancolía.

No podía ignorar la punzada en su pecho. Había llegado a Arabia Saudita solo, sin Max. Llevaba una semana sin verlo, sin hablar con él, y aunque había sido él mismo quien pidió tiempo, la ausencia de su esposo le pesaba más de lo que quería admitir. Era un vacío constante, un anhelo que su orgullo se negaba a reconocer.

Durante esos días, no había habido mensajes, ni llamadas, ni siquiera una señal de Max, quien parecía respetar su pedido de espacio. Pero, lejos de sentirse liberado, esa distancia se sentía como un abismo. Era desolador no poder estar con quién más amaba.

¿Tal vez había sido un error alejarlo de su vida?

Aunque no importaba que hiciera, Max siempre estaría ahí; era su compañero de equipo, y aún más importante, su esposo, y el padre de su bebé.

El sonido de su propia respiración, un poco más fuerte debido al aire acondicionado que seguía irritándole, lo devolvió al presente. Se frotó la nariz, sintiendo un leve cosquilleo que presagiaba lo que ya reconocía como el inicio de un ataque de alergia.

-Necesito un poco más de aire fresco -dijo en voz baja, casi para sí mismo.

Alice, algo distraída revisando su celular, apenas levantó la mirada. -Lo que necesitas es descansar, Sergio. Este viaje y todo lo que está pasando te está afectando más de lo que piensas.

Él asintió, aunque sabía que su malestar no se debía solo al clima o al estrés de la temporada. Era esa ausencia constante, esa sensación de que algo faltaba. Pero ¿Cómo admitirlo en voz alta? ¿Cómo aceptar que, a pesar de todo, la distancia solo lo estaba hundiendo más en su propio vacío?

Llegaron finalmente al hotel. Sergio bajó del coche y una oleada de calor lo golpeó de inmediato, haciéndole anhelar el fresco interior del edificio. Subió a su habitación, donde finalmente pudo relajarse un poco. El silencio del lugar le dió la oportunidad de respirar profundamente, aunque su nariz seguía molestándolo.

Se dejó caer en la cama, pero en lugar de sentir el alivio que buscaba, su mente volvió a divagar hacía Max. Los recuerdos de las últimas semanas eran confusos, una mezcla de tensiones, palabras no dichas y pequeños gestos de amor que ahora parecían tan lejanos.

Sergio sabía que no podía evitar el tema por mucho más tiempo. No en el circuito. No cuando compartían equipo. Y ciertamente no cuando Max seguía siendo el padre de su hijo.

Al día siguiente comenzarían las pruebas, y con ello, tendría que enfrentar a Max. No sabía cómo lo haría, ni qué diría, pero lo que sí tenía claro era que no podía evitarlo por siempre. Mientras se preparaba para dormir, un nuevo estornudo lo sacudió. "Genial", exclamó, maldiciendo la alergia que solo parecía empeorar.

[...]

Por la mañana, el rugido de los motores llenaba el aire del circuito. Sergio llegó temprano, preparado para lo que prometía ser una jornada de trabajo intensa. Aunque el ambiente era tenso, su cuerpo le jugaba malas pasadas; su nariz seguía irritada, y el calor combinado con los ataques de alergia lo dejaban agotado.

Patitos (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora