Capítulo 9

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El día del Gran Premio de Silverstone había llegado, y el circuito se despertaba con un clima frío y nublado. El cielo gris parecía anticipar una jornada llena de desafíos, pero para Max y Sergio, no había nada que pudiera opacar la cálida emoción que sentían en sus pechos.

La noticia del embarazo de Sergio, aún tan fresca e íntima, los mantenía en un estado de exaltación contenida mientras caminaban juntos por el paddock. Sin embargo, a pesar de la euforia interna, ambos hacían un esfuerzo consciente por mantener la calma exterior, conscientes de las miradas y las preguntas que los rodeaban.

Apenas pusieron un pie en el paddock, los periodistas, como era habitual, se abalanzaron sobre ellos, deseosos de obtener alguna declaración antes de la carrera. Las cámaras y los micrófonos los rodearon, y las preguntas comenzaron a llover sin descanso.

-Checo, ¿Por qué no fuiste a las entrevistas obligatorias de ayer? ¿Estás bien? -preguntó uno de los reporteros, con el tono insistente que los periodistas emplean cuando olían una historia.

Sergio, que ya había anticipado este tipo de preguntas, intentó esquivar la situación, con una sonrisa cortés y una breve excusa. Pero no pasó desapercibido que su actitud era más esquiva de lo habitual.

Antes de que la situación pudiera tornarse incómoda, Max intervino, su tono protector.

-No es el momento de hacer esas preguntas. Sergio está aquí para concentrarse en la carrera, como todos nosotros. Hoy solo nos enfocamos en eso.

La intervención de Max fue suficiente para desviar la atención de los periodistas, quienes, aunque no del todo satisfechos, se vieron obligados a retroceder un poco. Sergio le lanzó una mirada agradecida a Max, quien le respondió con una ligera inclinación de cabeza antes de que Sergio se adelantará para llegar al hospitality de Red Bull lo antes posible.

Sergio entró en el hospitality y buscó a Horner, quien lo recibió con su habitual energía. -¡Sergio! ¿Cómo te sientes hoy? Estás listo para la carrera, ¿Verdad?"

Sergio forzó una sonrisa tranquila y asintió. -Estoy bien, Christian. Listo para dar lo mejor de mí.

Horner, siempre atento, observó a Sergio con un poco más de detalle, notando su rostro ligeramente ansioso y la tensión en su postura. Sin embargo, decidió no presionar más, suponiendo que eran solo nervios previos a la carrera.

Poco después, Max entró en la habitación, saludando a Horner con un gesto de complicidad.

Los tres se dirigieron al garaje para reunirse con el equipo y discutir la estrategia para la carrera. Mientras Horner y los ingenieros hablaban sobre los neumáticos, las condiciones de la pista y las posibles maniobras, Max no podía evitar desviar su mirada hacía Sergio. Lo observó de reojo, notando cómo su esposo, casi inconscientemente, comenzaba a acariciar suavemente su vientre. El gesto era tan delicado y tierno que conmovió a Max profundamente. Ver a Sergio así, tratando de calmarse y consolar también a su hijo, le llenó el corazón de una mezcla de amor y protección.

El neerlandés sintió un leve sonrojo subir a sus mejillas, mientras una sonrisa suave se dibujaba en su rostro. No podía evitar pensar en cómo había cambiado todo en tan poco tiempo. Ahora, más que nunca, se sentía vinculado a Sergio y al pequeño ser que comenzaba a formarse dentro de él. Era un sentimiento abrumador, pero en el mejor de los sentidos.

Cuando la reunión llegó a su fin, Horner se acercó a sus pilotos, notando la serenidad en sus rostros.

-¿Cómo están, chicos? ¿Todo bien? ¿Cómo está la relación entre ustedes? Ya saben, quiero asegurarme de que estén en la mejor forma posible para hoy.

Patitos (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora