El ambiente en la sala privada del hospitality de Red Bull era tenso, un refugio que antes había sido sinónimo de celebraciones y risas, pero que ahora se sentía como una jaula de desesperación. Las paredes estaban decoradas con trofeos y fotos de victorias pasadas, pero nada de eso podía iluminar el oscuro clima que se había apoderado del lugar tras el último Gran Premio. Max Verstappen, aún vestido con su mono de carreras, se encontraba en el centro de una tormenta.
Jos Verstappen, su padre, estaba fuera de sí. En un arranque de furia, lanzaba objetos contra la pared, el sonido de la cerámica rompiéndose resonando con cada golpe.
-¡Eres una decepción! ¡Trece! ¡Trece, Max! ¡No puedes ser tan blando! ¡Has arruinado todo! -. La voz de Jos sonaba como un trueno, llena de rabia. Max trató de frenar un vaso que voló hacía él, pero no pudo evitar que un trozo de plástico impactara en su brazo, dejando una marca que ya comenzaba a doler.
-¡Basta! -gritó Christian Horner, interviniendo rápidamente y tomando el brazo de Jos para detenerlo. Pero la furia de Jos solo aumentó, y ambos hombres comenzaron a forcejear.
Sintiendo que el mundo se le venía encima, Max se lanzó entre ellos, intentando separar a su padre de Christian.
-¡Déjalo, papá! ¡Esto no tiene sentido! -dijo Max, su voz desgarrándose mientras luchaba con su propia furia. Pero en el fondo, un torrente de tristeza lo inundaba. Los ojos de Max brillaban con lágrimas que contenía; la ira contra su padre solo era un velo que cubría el dolor más profundo que llevaba dentro.
-¡¿No tiene sentido?! ¡Tú no tienes sentido! Eres un piloto mediocre, y esto es lo que te mereces! ¡Si tu abuelo viviera y viera esto se avergonzaría de ti! -rugió Jos, su rostro enrojecido por la ira.
-¡A la mierda la pista! ¡A la mierda Red Bull! ¡Y a la mierda la F1! -Max explotó, el grito retumbo en la sala privada, asombrando a todos los presentes. La declaración quedó suspendida en el aire, como un grito de guerra.
La tensión en el ambiente se volvió insoportable. Max sintió cómo sus manos temblaban y su pecho se llenaba de un dolor profundo. ¿Por qué no podían entender que no necesitaba nada de esto? Todo lo que deseaba era recuperar a Sergio, su esposo, su familia. Sin Checo, su vida había perdido el rumbo, y cada carrera era solo un recordatorio de lo vacío que se sentía.
-¡Lo único que necesito es a mi esposo! ¡Lo único que quiero es a mi familia! -gritó de nuevo Max, su voz rompiéndose en la última palabra.
Un silencio incómodo llenó la sala mientras todos se detenían a observarlo. La furia de Jos se desvaneció por un instante, dejando al descubierto la impotencia y la frustración que también lo consumía.
-¡¿Tu familia?! -Jos lo miró con desdén. -¿Y qué hay de tu carrera como piloto, Max? ¡Tienes una responsabilidad!
-¿Responsabilidad? ¡He perdido todo lo que realmente importa! -Max se sintió despojado, expuesto ante la realidad de su dolor. La lucha interna entre la necesidad de complacer a su padre y el deseo de vivir su propia vida se intensificaba. -No puedo seguir así. No puedo seguir corriendo sin él.
-¡Eres un niño quejumbroso! ¡Creías que esto era solo un juego! -Jos replicó, pero Max ya no podía soportarlo más. La verdad lo golpeó con fuerza: su padre nunca entendería el dolor que cargaba.
-¡No estoy aquí para jugar, Jos! -remarcó el nombre de su padre con rencor -¡No me importa el podio! ¡No me importa nada de esto sin Checo! -Max se volvió, alejándose de la confrontación, el dolor en su pecho como un peso que lo hundía.
Christian observó la escena, la frustración en sus propios ojos. -Max, espera... -trató de llamar su atención, pero el piloto se dirigió hacía la salida de la sala, dejando atrás un torbellino de emociones que parecía arrastrarlo a la oscuridad.
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Patitos (Chestappen)
Romance¿Que se supone que se hace con un embarazo múltiple, una ruptura, una renuncia y un corazón roto? Sergio no tiene las respuestas a esas preguntas, pero tampoco tiene miedo de las consecuencias. Ha tomado una decisión, alejarse por completo del hombr...