Capítulo 31

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Los mecánicos y los ingenieros estaban ocupados revisando los últimos detalles del monoplaza de Max. Faltaban apenas veinte minutos para que la carrera comenzará, y todo tenía que estar en orden. Max estaba concentrado en los últimos ajustes, absorto en la preparación mental que le permitía dominar la pista. Pero entonces, una conversación en susurros entre dos de sus ingenieros llamó su atención.

-Dicen que Sergio se ha puesto mal... -murmuró uno, intentando mantener su tono bajo.

-Sí, pero no deberíamos decírselo a Max, lo va a preocupar demasiado -respondió el otro.

El corazón de Max se disparó como un loco. La concentración que había mantenido hasta ese momento se desvaneció en un instante, y una ola de preocupación lo invadió. Sergio estaba mal. No podía apartar la idea de su mente, su instinto protector activándose de inmediato.

Giró sobre sus talones con brusquedad, buscando a alguien que le diera más información, pero antes de que pudiera exigir respuestas, Horner se acercó a él; había notado cómo la actitud de Max cambiaba, y sabía que era el momento crítico para mantener a su piloto enfocado en la carrera.

-Max, es hora de alistarse -le dijo Horner con firmeza-. La carrera está a punto de comenzar.

Pero Max, incapaz de contener su preocupación, lo interrumpió de inmediato.

-Christian, Checo se siente mal -soltó, su voz cargada de ansiedad-. Tienes que enviar a alguien a buscar a mi esposo. Quiero saber qué está pasando.

Horner notó el pánico en los ojos de Max, un pánico que rara vez veía en él. Max era inquebrantable en la pista, pero cuando se trataba de Sergio, su fachada impenetrable se derrumbaba. Max y Checo compartían un vínculo tan profundo, que la angustia de uno era la de ambos.

-Max, cálmate -dijo Horner, intentando hablar con un tono tranquilizador, aunque sabía que nada lo calmaría si no obtenía respuestas-. Tenemos a gente cuidando de Sergio. No está solo. Ahora mismo lo más importante es que tú estés concentrado en la carrera. No puedes dejar que esto te afecte.

Pero Max apretó los puños con frustración, sus pensamientos ya habían abandonado cualquier noción de estrategia o competición. Su mente estaba con Sergio, imaginándose lo peor, recordando todo lo que habían pasado entre ellos y el estado delicado en el que se encontraba Checo con el embarazo.

-¡No entiendes, Christian! -gritó Max, dando un paso adelante-. Si Sergio está mal, tengo que saberlo. No puedo correr sabiendo que algo le está pasando.

Horner respiró hondo. No podía permitirse perder a su piloto estrella justo antes de la carrera, pero también comprendía la gravedad de la situación para Max.

-Escucha, enviaré a alguien para que se aseguren de que Sergio está bien. Te lo prometo. Pero ahora mismo, tú necesitas estar aquí, en este momento. La carrera depende de ello. Y si algo grave está pasando, te lo diré de inmediato. Pero debes confiar en que lo tenemos bajo control.

Max miró a Horner, sus ojos todavía brillaban con desesperación, pero finalmente asintió, aunque a regañadientes. No había otra opción, aunque cada fibra de su ser le exigía correr al lado de Sergio en ese instante.

-Esperó que así sea, Christian -dijó Max, con la mandíbula apretada- Si algo le pasa....

-No le pasará nada -respondió Horner rápidamente, manteniendo un tono tranquilizador-. Confía en nosotros. Tú enfócate en lo que tienes que hacer.

Max tomó una respiración profunda, tratando de recuperar el control. Su mente seguía dividida, pero sabía que no tenía elección. Sergio no lo querría distrayéndose en este momento. Tenía que creer que su esposo estaba bien, que el equipo lo cuidaría. Pero el miedo seguía carcomiéndolo por dentro.

Patitos (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora