El sonido de la alarma comenzó a invadir la habitación, rompiendo la tranquilidad de la mañana. Era un sonido que ambos detestaban, el que anunciaba que debían levantarse y prepararse para un día de carrera. Hoy había pruebas y luego la clasificación, pero en ese instante, el mundo del automovilismo parecía tan distante. La cama estaba tibia y el confort de tenerse mutuamente entre las sábanas era un lujo del que ninguno quería desprenderse.
Sergio fue el primero en abrir los ojos, parpadeando mientras se acostumbraba a la tenue luz que se filtraba por las cortinas. A su lado, Max todavía dormía, con su respiración tranquila y su rostro relajado. Checo sonrió al verlo tan despreocupado, tan diferente al Max Verstappen que todo el mundo conocía. En ese momento, era solo su Max, y Sergio lo adoraba aún más por ello.
Sin embargo, la alarma seguía sonando insistentemente, y con un suspiro resignado, Sergio se inclinó sobre su esposo, acariciando suavemente su mejilla, antes de tomar su celular y apagar el molesto ruido.
Max gruñó en respuesta, su rostro fruncido en una expresión de incomodidad. Abrió los ojos lentamente, entrecerrándolos al mirar a Sergio.
-Duele... -se quejó con una voz ronca, enterrando su rostro en la almohada-. Todo me duele.
Incapaz de contener la risa, Sergio dejó escapar una carcajada suave. Sabía exactamente a qué se refería Max, y el solo pensamiento le resultaba divertido y satisfactorio.
-¿Qué te duele, mi amor? -preguntó con una sonrisa sarcástica, inclinándose para besar la frente del neerlandés-. ¿No exageré anoche?
Max hizo un puchero, su rostro aún parcialmente oculto en la almohada. Se giró lentamente, apoyándose en un codo mientras miraba a Sergio con una expresión de leve fastidio.
-Me duele el trasero como la mierda... -admitió entre dientes, con un toque de vergüenza. -. ¡Y te advierto... no pienso dejar que vuelvas a hacerme eso! !Nunca más!
Sergio soltó una carcajada más fuerte, su pecho temblando por las risas. Se acercó para besar a Max en la frente una vez más, disfrutando del pequeño berrinche de su esposo.
-¿Nunca más? -repitió, levantando una ceja con una sonrisa ladina-. Veremos, Max. No puedo prometerte nada. De hecho, creo que deberíamos repetirlo más seguido.
-¡Ni loco! -protestó el rubio, su rostro tornándose de un rojo intenso. Se apartó un poco, aunque no podía evitar que una pequeña sonrisa tímida asomara en sus labios-. No voy a volver a dejar que lo hagas.
Sergio lo miró con una expresión juguetona, entrecerrando los ojos mientras se inclinaba hacía él. Sus labios estaban peligrosamente cerca de los de Max, pero no lo besó. En lugar de eso, dejó que su aliento cálido acariciara la piel de su esposo, provocándolo con la misma ternura que la noche anterior.
-Oh, Maxie... -susurró con una voz suave y burlona-. Sabes que al final siempre cedes.
Max abrió la boca para responder, pero se quedó sin palabras. Se mordió el labio inferior, aún molesto, mientras intentaba parecer indiferente, pero la mirada juguetona de Checo lo hacía imposible.
-No... no lo haré... -intentó decir, aunque su voz sonaba menos convincente de lo que esperaba.
Sergio sonrió de lado, esa sonrisa que siempre lograba desarmar a Max. Lo besó suavemente en los labios, un contacto breve pero lleno de cariño.
-Vamos, campeón... -dijo Sergio mientras se levantaba de la cama con agilidad-. Tenemos una carrera que preparar.
Max lo miró desde la cama, todavía quejándose en silencio. Sabía que el día sería largo, pero en el fondo, una pequeña parte de él ya estaba pensando en lo que vendría después.
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Patitos (Chestappen)
Romance¿Que se supone que se hace con un embarazo múltiple, una ruptura, una renuncia y un corazón roto? Sergio no tiene las respuestas a esas preguntas, pero tampoco tiene miedo de las consecuencias. Ha tomado una decisión, alejarse por completo del hombr...