Después de que Sergio fue dado de alta del hospital, la atmósfera en su hogar de Mónaco se sentía distinta. A pesar de que ya no estaba en el hospital, la sombra de lo ocurrido aún se cernía sobre ellos. Max, que solía ser el pilar de la serenidad en su vida, había comenzado a mostrar un comportamiento más protector, y a menudo, más malhumorado.
Era una tarde soleada y cálida. Sergio se encontraba en la sala, sentado en el sofá, mientras Max revisaba unos documentos en la mesa. La luz dorada del sol iluminaba el lugar, pero, a pesar de la belleza del día, la preocupación se sentía en el aire. Max levantó la vista y su expresión se endureció al notar que Sergio estaba un poco más cansado de lo habitual.
-¿Te sientes bien? -preguntó, frunciendo el ceño. Había una nota de preocupación en su voz, una que Sergio no había notado antes.
-Sí, solo un poco cansado -respondió Sergio, intentando sonar despreocupado. Pero sabía que no era del todo cierto. Había pasado una semana en el hospital, recuperándose de una situación que nunca debió suceder, y ahora, incluso con el alivio de haber sido dado de alta, la fatiga se apoderaba de él más rápidamente de lo que esperaba.
Max se acercó, dejando los papeles a un lado. Se sentó a su lado y tomó la mano de Sergio entre las suyas, sus dedos frotando suavemente su nudillos. -No quiero que te esfuerces demasiado. Necesitas descansar -. La intensidad en su mirada era innegable. Max estaba siendo más posesivo que antes, y aunque a Sergio le parecía abrumador, no podía evitar sentirse reconfortado por esa atención.
-Perdón por la carga que he puesto sobre ti -. Se disculpó Sergio, sintiéndose culpable por lo que había desencadenado. -No era mi intención...
-No hables así -. Lo interrumpió Max, elevando la voz ligeramente. -Tu salud y la de nuestros bebés son lo primero. Esto es algo que ambos estamos enfrentando -. Su tono se suavizó al final, pero Sergio notó la tensión que había en él. La noticia del retiro de Sergio había sido recibida con molestia, desconcierto y especulación por parte de los fanáticos y la prensa, lo que había sumado presión a la situación ya complicada.
Max se había vuelto más serio, más concentrado. Aunque no era grosero, Sergio podía sentir cómo su estado de ánimo se había oscurecido, y la preocupación por su bienestar lo había transformado en un compañero más protector. Esa posesividad, aunque abrumadora a veces, era un alivio para Sergio; le hacía sentirse amado, importante. No podía evitar sonreírle, incluso en medio de sus preocupaciones. Sentía que Max era su refugio.
-¿Quieres que prepare algo de comer? -preguntó Max, rompiendo el silencio. -Algo ligero. ¿Qué tal una sopa? Podría ser reconfortante.
Sergio asintió, agradecido. -Eso suena perfecto, Max. Pero por favor, no te esfuerces demasiado. Aún tengo un par de cosas que hacer.
Max lo miró fijamente, como si cuestionara si realmente se sentía capaz de hacer algo. -Sergio, no tienes que hacer nada. Solo relájate. Permíteme cuidar de ti.
Con un suspiro resignado, Sergio se dejó llevar por el momento. No podía evitar sentir una mezcla de amor y frustración por cómo Max parecía controlar cada aspecto de su vida en ese momento. Era como si el mundo entero hubiera girado en torno a su bienestar y el de los bebés, y Sergio se sintió un poco culpable por eso.
Un rato después, mientras Max se movía por la cocina, Sergio se sintió un poco más ligero. Se dió cuenta de que, aunque había estado casi confinado en casa, Max siempre estaba a su lado, asegurándose de que tuviera todo lo que necesitaba. Aun así, su mente seguía inquieta. Con cada día que pasaba, sentía que sus energías se desvanecían más rápido.
La semana anterior había sido un maratón de citas médicas y reuniones con especialistas para monitorear su salud y la de los bebés. La ansiedad de lo que había sucedido aún lo acechaba, y cada leve mareo o cansancio le hacía recordar su vulnerabilidad. Se preguntaba si sería capaz de lidiar con lo que estaba por venir.
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Patitos (Chestappen)
Romance¿Que se supone que se hace con un embarazo múltiple, una ruptura, una renuncia y un corazón roto? Sergio no tiene las respuestas a esas preguntas, pero tampoco tiene miedo de las consecuencias. Ha tomado una decisión, alejarse por completo del hombr...