Capítulo 17

189 18 2
                                    

El aire en la sala del hospitality de Red Bull estaba cargado de tensión.

Max y Checo estaban sentados uno al lado del otro, como dos niños traviesos atrapados en medio de una travesura. Frente a ellos, Horner caminaba de un lado a otro, su ceño fruncido y su la mandíbula apretada, lanzándoles miradas de desaprobación.

Helmut estaba sentado en una esquina de la sala, y parecía al borde de una crisis nerviosa. Su rostro estaba más rígido que de costumbre, con los ojos entrecerrados y los labios tensos, como si estuviera a punto de perder la paciencia en cualquier momento.

La causa de todo este malestar era su comportamiento en la tercera carrera de prueba, donde ambos pilotos se habían enzarzado en una lucha que había dejado a todos preguntándose si el "gran dúo" de Red Bull estaba a punto de romperse. Los medios no tardaron en encender la chispa de los rumores; algunos decían que los problemas de infidelidad habían erosionado su relación, otros insinuaban que Max y Checo estaban finalmente listos para competir el uno contra el otro con todas sus fuerzas. Pero la verdad, por absurda que pareciera, era mucho más simple; la tensión sexual no resuelta entre ellos había estallado en la pista. Solo eso.

Christian se detuvo frente a ellos, cruzando los brazos sobre el pecho, su expresión totalmente irritada.

—¿Pueden explicarme qué demonios estaban haciendo ahí fuera? —. Su tono era firme, aunque mantenía cierta calma, como si aún tratara de mantener el control de la situación—. Esto no es una pelea callejera, chicos, es una carrera. Y ustedes son profesionales. Lo que ocurrió hoy es inaceptable.

Max y Checo se miraron de reojo, apenas conteniendo una sonrisa que amenazaba con escapar de sus labios. La reprimenda, aunque seria, les resultaba casi divertida. Ambos sabían que no había ninguna guerra interna, solo la insaciable necesidad de provocarse mutuamente que los había llevado a competir con más intensidad de lo usual.

—Lo siento, Christian —dijo Checo, con un tono casi respetuoso, pero la chispa de diversión en sus ojos no pasó desapercibida para Max. El neerlandés, sentado a su lado, intentó mantenerse serio, pero la complicidad entre ellos era innegable.

Helmut por su parte, no compartía ni un ápice de esa diversión. Se reclinó en su asiento, sus manos apretadas en puños sobre la mesa.

—¡Esto es ridículo! —exclamó, claramente más alterado que Horner—. ¡No puedo creer que estemos teniendo esta conversación! ¡Ambos estuvieron al borde de echar a perder el esfuerzo de todo el equipo con su maldito comportamiento infantil!

Max no pudo evitar rodar los ojos, aunque mantuvo su mirada fija en el suelo, tratando de no reírse. Checo, sintiendo la misma urgencia de soltar una carcajada, mordió el interior de su mejilla para evitarlo.

—Fue solo una pelea en la pista, Helmut —dijo Max, finalmente levantando la vista—. No es para tanto.

Pero el anciano lo fulminó con la mirada, como si las palabras de Max hubieran encendido aún más su irritación.

—¿No es para tanto? —replicó, su voz aguda por la frustración—. La prensa está desquiciada, están hablando de traiciones, rivalidades internas... ¡El daño a la imagen del equipo podría ser enorme!

Christian aún cruzado de brazos, respiró hondo y bajó un poco el tono, intentando calmar la situación.

—No se trata solo de la prensa —dijo con seriedad—. Si esto sigue así, podríamos tener problemas reales en la pista. Necesitamos que ambos se centren en el objetivo; ganar carreras y hacer los mejores tiempos. No pueden permitirse este tipo de distracciones, y menos aún cuando estamos bajo tanto escrutinio.

Patitos (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora