Eventualmente, Max comenzó a calmarse. Los temblores en su cuerpo se apaciguaron, y su respiración, aunque todavía profunda, volvió a un ritmo más tranquilo. Sergio, al sentir que el momento más tenso había pasado, no pudo resistir la necesidad de consolarlo de una manera más íntima. Con ternura, le tomó el rostro entre sus manos y lo besó. Un beso lento, amoroso, uno que buscaba borrar cualquier rastro de dolor en su esposo.
El beso se prolongó lo suficiente hasta que Max, aún con los ojos algo brillosos por las lágrimas, finalmente sonrió débilmente. Había gratitud en su mirada, una profunda sensación de alivio por tener a Sergio a su lado, brindándole apoyo en su peor momento. Era ese tipo de consuelo que solo alguien que te conoce hasta lo más íntimo puede ofrecer.
Con una delicadeza casi coreografiada, ambos comenzaron a ponerse de pie. Max se levantó con facilidad, pero Sergio, con su barriga cada vez más pesada, tuvo que hacer un esfuerzo mayor. El rubio, al notar la lucha de su esposo, rápidamente le ofreció la mano, sirviendo de anclaje para que Sergio pudiera levantarse sin problema. Con una sonrisa divertida, Checo tomó la mano de Max, usando su peso para apoyarse.
-Gracias, mi caballero andante -bromeó Sergio, dejando escapar una risa mientras se acomodaba. Max le devolvió una sonrisa más relajada.
-Siempre... -respondió Max, mientras entrelazaba sus dedos con los de su esposo, permitiendo que el contacto físico continuará entre ellos.
Sergio miró a su alrededor y recordó su copa, que había dejado sobre un mueble antes de todo lo ocurrido. Sin soltar la mano de Max, se acercó al mueble para recuperar el vaso. Al sostener la copa, solo alcanzó a tomar un pequeño sorbo antes de que Max, con un movimiento rápido y decidido, le arrebatará la bebida de las manos.
-¿Qué estás haciendo? -. La voz de Max sonó inmediatamente seria, casi paternal. Sus cejas se fruncieron mientras examinaba el vaso, claramente disgustado. -¿Esto tiene alcohol? ¿Por qué estás bebiendo, Sergio?
Checo con su típica expresión traviesa, hizo un pequeño puchero de indignación, como si Max lo hubiera sorprendido haciendo una travesura menor. Sus ojos oscuros brillaron con esa chispa juguetona que tanto caracterizaba su carácter. -Ay, no es para tanto -protestó -Solo tiene un chorrito de licor, y además, solo he tomado un par de sorbos. No es nada grave.
Sin embargo, Max no cedió. Su rostro mantenía la misma expresión severa, claramente preocupado por el bienestar de su esposo y los bebés. -No deberías estar tomando nada con alcohol, por pequeño que sea. Lo sabes bien -dijo, adoptando un tono casi como si estuviera regañando a un niño pequeño. -No más, ¿de acuerdo?
Checo puso los ojos en blanco, visiblemente molesto. -¡Ay, quédate con la copa, entonces! &exclamó, sacudiendo las manos en un gesto de rendición. -De todas formas, creo que la bebida ya se agrió o algo, porque cuando la probé ahorita sabía rara.
Max no pudo evitar soltar una pequeña risa, aunque trató de disimularla. Sabía que Sergio estaba un poco molesto por el regaño, pero no podía evitar preocuparse. Había asumido el papel de protector con más intensidad desde que supieron del embarazo, y aunque sabía que a veces podía ser un poco sobreprotector, lo hacía por amor.
-Está bien, pero prométeme que no beberás más de esto -dijo Max, suavizando un poco su tono. Le entregó el vaso a un mesero que pasaba cerca, asegurándose de que quedará fuera del alcance de Sergio.
Sergio lo miró, aún un poco ofendido, pero la verdad era que apreciaba esa atención y cuidado, aunque nunca lo admitiría del todo. -Te prometo que no más alcohol -dijo, cruzando los brazos y simulando una exagerada resignación. Luego, sin poder evitarlo, dejó escapar una pequeña risa. -Pero no puedo prometer no sacarte de quicio.
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Patitos (Chestappen)
Romance¿Que se supone que se hace con un embarazo múltiple, una ruptura, una renuncia y un corazón roto? Sergio no tiene las respuestas a esas preguntas, pero tampoco tiene miedo de las consecuencias. Ha tomado una decisión, alejarse por completo del hombr...