A la mañana siguiente, el gallo Lorenzo rompió el silencio con su canto habitual, sacando a Max de un sueño profundo de manera repentina. Soltó una maldición por lo bajo, aunque una sonrisa perezosa se asomaba en sus labios. A pesar de lo molesto que podía ser, le resultaba divertido escuchar al gallo cantar cada mañana.
Esta vez, Max no se movió de inmediato. Se quedó recostado en la cama, aún sintiendo los efectos de la intensa noche que había compartido con Sergio. Su cuerpo se sentía agotado, pero en un estado de relajación placentera. Al girar la cabeza, su mirada se encontró con la imagen de Sergio, dormido profundamente a su lado. El rostro de Checo estaba en paz, tan plácido y relajado que Max no pudo evitar sonreír, observándolo con una ternura que pocas veces mostraba abiertamente.
El día anterior había sido una montaña rusa de emociones. Habían intercambiado provocaciones y pequeñas peleas, como solían hacerlo. Pero todo eso se desvaneció cuando, al final, sus cuerpos hablaron más fuerte que sus palabras, y el desenlace de ese día había culminado en un encuentro apasionado que les recordó cuánto se necesitaban el uno al otro.
Max suspiró largamente, sus ojos recorriendo cada detalle del rostro de su esposo. Se tomó el tiempo de observar las pequeñas pecas que adornaban la nariz de Sergio, esas diminutas marcas que siempre le habían fascinado. -Checo es precioso- pensó. Esos pequeños detalles, que para otros podrían pasar desapercibidos, eran lo que lo hacían único y maravilloso a los ojos de Max.
Las pequeñas vacaciones que estaban compartiendo parecían estar haciendo exactamente lo que ambos necesitaban; reconectar. Eran una oportunidad para redescubrirse, para recordar por qué estaban juntos a pesar de sus diferencias y las tensiones cotidianas. -Si pudiéramos vivir así siempre- admitió Max. Sin las presiones de las carreras, las entrevistas, y el mundo que los observaba constantemente. Solo ellos dos, compartiendo momentos simples y honestos.
Con un gesto suave, Max apartó un rizo ondulado que caía sobre la frente de Sergio, colocándolo detrás de su oreja. Luego, sin poder resistirse, se inclinó para besarle el hombro desnudo, dejando un rastro de besos ligeros sobre la piel de su esposo, que estaba adornada con más de esas adorables pecas que tanto le encantaban. Checo era, sin duda, el hombre más sexy y atractivo que había conocido en su vida, y Max no podía evitar sentir una mezcla de orgullo y gratitud por tenerlo a su lado.
Mientras continuaba acariciando suavemente a Sergio, un pensamiento cruzó su mente. -Es doloroso y ridículo que peleemos por cosas tan estúpidas.
Max sabía que había momentos en los que ambos se dejaban llevar por las emociones y el orgullo, pero también sabía que no podía permitirse perder a Sergio por esas pequeñas fricciones. -Voy a arreglarlo. No te voy a fallar, nunca más- se prometió a sí mismo, lleno de determinación.
De repente, sintió cómo el cuerpo de Sergio se tensaba a su lado. El ceño del mexicano se frunció mientras dormía, y antes de que Max pudiera reaccionar, Checo se despertó de súbito, agitado y con el rostro perlado de sudor. Respiraba de manera errática, como si hubiera estado corriendo, y sus ojos buscaban desesperadamente algo en la habitación.
Max se incorporó de inmediato, alarmado. -¿Qué pasa? -preguntó con voz suave pero cargada de preocupación. Colocó una mano sobre el pecho de Sergio, intentando calmarlo.
Checo parpadeó un par de veces, todavía desorientado, antes de girarse hacía Max, sus ojos oscuros llenos de angustia. -Tuve una pesadilla... -dijo, su voz quebrada y rasposa por el miedo. Se llevó una mano a la frente, como si intentara borrar el recuerdo de lo que había soñado. -Perdíamos al bebé, Max. Lo perdíamos... y no podía hacer nada.
El corazón de Max se detuvo por un segundo. Sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. Sabía que la posibilidad de perder al bebé era algo que atormentaba a Sergio desde el principio, una sombra que ambos compartían en silencio. -Otro aborto...-, pensó Max, un escalofrío recorriéndole la columna. Ninguno de los dos podría soportar algo así de nuevo.
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Patitos (Chestappen)
Romansa¿Que se supone que se hace con un embarazo múltiple, una ruptura, una renuncia y un corazón roto? Sergio no tiene las respuestas a esas preguntas, pero tampoco tiene miedo de las consecuencias. Ha tomado una decisión, alejarse por completo del hombr...