Capítulo 5

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La temporada de Fórmula 1 había comenzado, y Silverstone, con su clima caprichoso, recibía a los equipos para las pruebas de carrera. El paddock, como de costumbre, estaba lleno de actividad; ingenieros ajustando los últimos detalles, mecánicos verificando los autos, y periodistas ávidos de captar la noticia más jugosa.

Max y Sergio llegaron juntos, caminando con prisa por el paddock. Estaban tomados de la mano, un gesto que a simple vista parecía simple, pero que en realidad era poderoso, que decía más que cualquier declaración. Había una seguridad en la forma en que se movían, en la forma en que sus manos se entrelazaban. Pero esa serenidad fue pronto perturbada.

En cuanto los reconocieron, una avalancha de periodistas y cámaras se abalanzó sobre ellos, como buitres olfateando un cadáver. Las cámaras destellaban, los micrófonos se extendían hacía ellos, y las preguntas, cargadas de veneno disfrazado de curiosidad, empezaron a dispararse.

-Sergio, ¿Es cierto que estás aquí solo por cumplir con un contrato? ¿Cómo te sientes respecto a las dudas sobre tu capacidad para competir?

-Max, ¿Los rumores sobre la infidelidad afectaron su relación? ¿Cómo estás manejando esto?

Max sintió cómo la ira comenzaba a hervir en su interior. Podía soportar muchas cosas, pero las insinuaciones sobre la capacidad de Sergio y los estúpidos rumores que cuestionaban su lealtad eran algo que no estaba dispuesto a dejar pasar.

Los ojos de Max se estrecharon, y un fuego peligroso brilló en su mirada. Sergio lo notó de inmediato, su mano apretando ligeramente la de su esposo en un intento silencioso de mantenerlo calmado, pero ya era tarde. Max se detuvo por un momento, lo suficiente para clavar su mirada en el periodista que había hecho la última pregunta, y habló con un tono tan afilado como una navaja.

-¿Mi relación? Está más fuerte que nunca. Tal vez deberías preocuparte por la tuya si pasas tanto tiempo especulando sobre la mía. Y sobre Sergio, lo único que está en duda aquí son ustedes, que parece que no saben diferenciar entre la verdad y la basura que leen en los tabloides baratos.

El periodista se quedó en silencio, sin saber cómo responder, mientras los demás le seguían en un silencio atónito. Pero Max no les dió más atención. Sin soltar la mano de Sergio, continuó caminando, ignorando el mar de voces y murmullos que los rodeaba. Cada paso que daban juntos hacía el hospitality de Red Bull era una declaración de poder y unidad, como si nada pudiera romperlos.

Al llegar, Max le cedió el paso a Sergio, manteniendo la puerta abierta para que entrará primero. Dentro, la atmósfera era más tranquila, pero cargada de la tensión previa a una carrera. Christian Horner los recibió con una sonrisa amplia y los brazos abiertos.

-¡Sergio, Max! Es bueno tenerlos aquí. Vayan a cambiarse y mentalícense, en unas horas estarán en la pista -dijo el jefe de Red Bull, abrazando a ambos con calidez.

Ambos asintieron a las órdenes de Horner con la seriedad que la ocasión requería, pero con un brillo cómplice en sus miradas.

Sabían que ese día era crucial, no solo para demostrar su valía como pilotos, sino también para reafirmar la fuerza de su relación frente a todos los que dudaban de ellos. A medida que avanzaban hacía el motorhome, más miembros del equipo de Red Bull se acercaron para saludarlos y desearles suerte. Los gestos eran sinceros, las sonrisas cálidas, y ambos pilotos correspondían con la misma energía, agradecidos por el apoyo de su equipo.

Al llegar al motorhome de Max, ambos entraron juntos. Aunque cada uno tenía su propio espacio designado, desde que comenzaron su relación, compartían casi todo, incluidos los momentos previos a la carrera. Había algo especial en prepararse juntos, en ese ritual tán íntimo.

Patitos (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora