Extra del extra

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Ojos mieles. Sus sueños siempre estaban repletos de ellos, la risa de Ava y ella tomando su mano.

—Liv...— escuchaba una voz, pero la castaña la ignoraba, el suelo estaba muy agradable.

Ava le daba un beso, Olivia sentía como si estuviera flotando y un hormigueo hasta en los pies. Sus labios eran cálidos y sus lenguas se encontraban, enviándole choques eléctricos.

—Liv.—

¿Que haría ahora? Después la ojimiel se apartaba, la castaña veía como tonta antes de que Ava la mirara inexperta. Se estaba burlando de ella, todo por lo que seguro le había hecho en la cafetería. Ava se alejó de ella, la castaña la veía retroceder, las dos sin dejarse de ver, Olivia mirándola como si todo lo que entendiera sobre el amor que nunca la ha sentido por Joshua fuera la ojimiel. Pero siempre se arruinaba, sentía un vacío al verla irse por el pasillo dejándola sola, mezclándose entre el mar de personas. Quedando Olivia completamente sola.

—¡LIV!— la castaña abrió los ojos asustada, intentando ubicarse.

Estaba en su cama , envuelta en miles de mantas y por esa razón sudaba tanto. Que horror ¿quien había gritado?

—Ya despertaste.— volteo el rostro y allí estaba su dulce hermanita, arrodillada junto a la cama, viéndola.

—No me grites en la oreja, enana.— sonrió mientras abría sus brazos para que la pequeña castaña se lanzara sobre ella.

—Le dire a mamá.— hizo un puchero, pero a pesar de todo se deslizó a los brazos de su hermana.

Estuvieron unos segundos mirando el techo tranquilamente, Olivia intentaba calamar los latidos acelerados de su corazón. Siempre despertaba sonriendo como tonta al soñar con Ava, pero desde hace unos días que sentía un gran temor, el temor de no ser correspondida por la ojimiel.

—¿Estás bien liv?— la niña jugaba con los cabellos de la frente de Olivia, la mayor sonrío.

—Claro Emi, ¿por que?— apretó su naricita con el dedo, Emily le sacó la lengua.

—Parecías muy triste, al despertar.— dijo muy bajito, como si fuera algo incorrecto.

Olivia sonrió, su hermanita podía ser muy suspicaz.

—Pero ahora estoy feliz, enana.— la pequeña comenzó a reír y fue suficiente para subirle el animo a Olivia. —Ahora, vamos a a comer que más tarde tenemos que buscar a la exiliada.—

Emi abrió sus ojos brillantes, mientras saltaba en la cama, emocionada.

—¡Vamos a buscar a Andy!— de un salto aterrizó sobre sus piecitos mientras llevaba a Olivia de la mano. —¡Liv, apúrate! Si comemos más rápido podemos ir a buscar a Andy antes.—

La niña tenía un punto, Olivia negó con la cabeza riendo mientras se inclinaba para darle un beso en la frente a su hermanita.

—Primero tengo que hacer algunas cosas, enana. Ve bajando tu.— le dio un empujón cariñoso por la espalda, la niña asintió riendo mientras bajaba.

Olivia intentó hacerlo todo rápido, también estaba ansiosa. Ya llevaba casi tres semanas de vacaciones y al fin su hermana mayor vendría a la casa. Se enjuago el rostro, cambió su pijama por una falda y una blusa de seda antes de maquillarse ligeramente y colocar un lazo en su cabello.

Olivia siempre preguntaba, pero nunca se había atrevido a hacerlo en voz alta, si a Ava le gustaba sus lazos. Ella antes pensaba que eran muy infantiles pero Row le decía que tenía que sentirse cómoda con ella misma y Olivia se sentía cómoda con lazos, siempre fue así. Así de simple.

𝐑𝐈𝐕𝐀𝐋𝐄𝐒 - 𝐎𝐥𝐢𝐯𝐢𝐚 𝐑𝐨𝐝𝐫𝐢𝐠𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora