Epilogo

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Ava estaba abriendo la puerta levemente, evitando emitir cualquier ruido, no queriendo despertar a la bella durmiente, aún. Su esposa le había ordenado despertar a la niña, sus suegros se encontraban en un crucero por el mediterráneo y las dos adultos estaban encargadas de cuidar de la adolescente, hace dos semanas desde que llegaron a la casa.

Despertar a la chica de dieciséis años ya formaba parte de la rutina, ya que Ava era la única capaz de interrumpir el sueño de la chica sin terminar lastimada. Si su esposa intentaba despertar a su hermana menor normalmente terminaba golpeada por una almohada o recibía quejidos negativos de la niña, por esa razón Ava era la encargada de levantarla todas las mañanas.

–Eh, despierta, bella durmiente.– comenzó diciendo la ojimiel, sentándose en el borde de la cama y sacudiendo levemente su piernas.

–Mmm.– fue lo único que recibió como respuesta.

Ava inspeccionó el cuarto de la chica, aún sin levantarse de la cama, algunas revistas y ropa regada por el suelo. El ordenador estaba encendido y mostraba la aplicación de iTunes abierta, parecía que alguien se quedó hasta tarde escuchando canciones de The 1975.

Ava sonrió, era en parte su culpa que la adolescente tuviera una obsesión con esa banda y Lana del Rey ya que desde pequeña la ojimiel le regalaba discos de sus artistas favoritos para su cumpleaños.

–Vamos, Emi, tienes que despertar.– Ava insistió una vez más lanzándose juguetonamente sobre el pequeño cuerpo de Emily Rodrigo bajo las mantas.

Emily volvió a gruñir acurrucándose más en la cama e intentando apartar a su ojimiel favorita de encima, aún no entendía como su hermana soportaba ser despertada por Ava todos los días. Era muy entusiasta y lo peor era que le daba resultado, siempre las dos hermanas Rodrigo terminaban obedeciendo a Evans.

–No, Ava, vete.– dijo jadeando por falta de aire cuando Ava volvió a lanzarse aplastando su estómago. –¡Ahg!–

–Si no quieres otro ataque sorpresa, levántate.– la amenazaba iba enserio y Emily sabia eso.

Aun así, se resistió, ayer había durado hasta tarde escuchando música y mirando por la ventana, ella quería dormir al menos unas... doce horas más, si, aquello se escuchaba de maravilla.

–Déjame.–

–Pero ya es de mañana, tienes que ir al instituto.– le intento quitar la almohada de la cabeza forcejeando durante un rato.

Ahora por culpa de la ojimiel la castaña estaba más despierta de lo que quería estar, ella gruño nuevamente. Se resignaba a moverse de la cama, eso hasta que algo de lo que dijo Ava le llegó con claridad a la cabeza: instituto.

De un salto se incorporó en la cama, logrando hacer caer a una Ava al suelo. Emily se río un poco, su cuñada podría tener veintiséis años, pero aveces era casi tan infantil como ella. Ni hablemos de su hermana, Olivia aún saltaba por los regalos del día de navidad.

–¡Tengo que cambiarme, se me hace tarde!– la menor de los Rodrigo pegó un salto corriendo al cuarto del baño, parecía entre emocionada y feliz.

–Pero ¿ahora por qué tanto entusiasmo?– Ava rascaba su cabeza formando una mueca, le había dolido el golpe ¿Por que los pisos de madera debían de ser tan jodidamente duros? ¿Cual era la necesidad?

Emily volvió a salir del baño quitándose el pijama y cambiándose a trompicones por unos shorts y un jersey, Ava alzó una ceja observando el apuro de la chica.

–Descuida, Emi, aún faltan veinticinco minutos. Puedes llegar.– aún así, Emily le miro sacándole la lengua y con los ojos brillantes, cepillando su cabello.

𝐑𝐈𝐕𝐀𝐋𝐄𝐒 - 𝐎𝐥𝐢𝐯𝐢𝐚 𝐑𝐨𝐝𝐫𝐢𝐠𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora