Capítulo 26

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Lo primero que hice después de salir de la mansión fue dirigirme a un hotel cercano para poder descansar. Mi cuerpo se sentía agotado, como si la presión de las últimas semanas finalmente me hubiese alcanzado. Una vez en la habitación, me dejé caer sobre la cama, pero el sueño no llegó de inmediato. Mi mente estaba llena de pensamientos confusos y preguntas sin respuesta. ¿Había tomado la decisión correcta? ¿Cómo enfrentar los demonios del pasado que me atormentaban?

Miré hacia el techo, sintiendo el peso de la soledad y la incertidumbre. Aunque necesitaba este tiempo para mí misma, el temor de lo desconocido me invadía. Cerré los ojos, tratando de calmar la tormenta interna, pero la imagen de Cemre y todo lo que había descubierto seguía acechándome.

Al día siguiente, decidí que era hora de dejar la ciudad por un tiempo. Tomé un tren hacia un destino que me había parecido siempre lejano, un lugar donde nadie me conocía y donde podría empezar de nuevo, aunque solo fuera por un tiempo. Mientras el tren se alejaba de todo lo que había conocido, miré por la ventana, observando cómo el paisaje cambiaba lentamente, sintiendo una mezcla de alivio y miedo.

El traqueteo del tren y el paisaje que se deslizaba por la ventana me brindaron una extraña sensación de calma. Cada kilómetro que me alejaba de la ciudad parecía desprender una capa de la pesada carga que había llevado durante tanto tiempo. Aún así, en lo profundo de mi ser, la inquietud seguía presente, como una sombra que se negaba a disiparse.

El destino que había elegido no era uno al azar. Era un pequeño pueblo costero, apartado del bullicio de la ciudad, donde el mar se extendía hasta el horizonte y el aire salado se respiraba en cada rincón. No era un lugar al que había viajado antes, pero su promesa de soledad y anonimato me atrajo. Aquí, podría perderme entre los desconocidos, ser solo una figura más en la playa, sin el peso de las expectativas ni los juicios de quienes me conocían.

Cuando el tren finalmente se detuvo en la pequeña estación del pueblo, bajé con mi equipaje ligero, sintiendo el frío aire marino que me envolvía. Era un nuevo comienzo, aunque fuera temporal. Al salir de la estación, me dirigí hacia un pequeño hostal que había visto en una guía de viaje. Era modesto, con una fachada encalada y ventanas adornadas con flores. La dueña, una mujer mayor de rostro amable, me recibió con una sonrisa cálida, como si comprendiera que necesitaba un refugio más que una simple habitación.

Mi cuarto era sencillo, pero acogedor, con vistas al mar. La brisa marina entraba por la ventana abierta, y el sonido de las olas rompiendo contra la costa me acompañaba como un murmullo constante, un recordatorio de que el mundo seguía girando, sin importar cuán turbulenta fuera mi mente.

Los primeros días en el pueblo fueron de adaptación. Caminaba por la playa al amanecer, sintiendo la arena fría bajo mis pies, mientras los recuerdos de la mansión, de Nedim y de Cemre, se arremolinaban en mi mente. Me preguntaba si alguna vez podría dejar todo atrás, si realmente podría encontrar la paz que buscaba. En esas caminatas, me perdía en mis pensamientos, tratando de encontrar respuestas que parecían eludirme.

Una tarde, mientras exploraba los alrededores, descubrí un pequeño café escondido entre las calles estrechas del pueblo. Su fachada de madera desgastada por el tiempo le daba un aire acogedor, y algo en su simplicidad me atrajo. Entré y me senté en una mesa junto a la ventana, desde donde podía ver el mar a lo lejos. Pedí un té, y mientras esperaba, observé a las pocas personas que se encontraban en el lugar. Eran mayormente locales, charlando tranquilamente, sin preocupaciones aparentes.

Fue entonces cuando noté a una mujer sentada en una mesa al otro lado del café. Había algo en su presencia que me resultaba extrañamente familiar. Su cabello oscuro y su mirada profunda me recordaban a alguien que no podía ubicar en ese momento. Cuando nuestros ojos se encontraron, sentí un ligero escalofrío recorrerme. Era como si sus ojos traspasaran la fachada que había construido para protegerme.

Un Nuevo ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora