El mundo se iba oscureciendo, pero su voz seguía allí, como un faro que me impedía caer por completo en la inconsciencia. Cada palabra que pronunciaba, cada lágrima que caía sobre mi piel, me recordaban que aún tenía algo por qué luchar.
—¡No cierres los ojos, Ceren! ¡Quédate conmigo! —su voz temblaba, pero estaba cargada de una determinación que no reconocí al instante. Nedim, mi Nedim, nunca había sonado tan vulnerable, tan desesperado.
Los gritos y el caos alrededor se volvieron distantes, como si una barrera invisible se hubiera levantado entre nosotros y el resto del mundo. Mi mirada apenas lograba mantenerse enfocada en su rostro. Quería grabarlo en mi mente, como si fuera la última imagen que llevaría conmigo.
—Şeniz... —intenté hablar, pero el dolor me cortó. Mi cuerpo entero estaba roto, y aun así, la necesidad de saber qué había pasado con ella me carcomía. No por preocupación, sino porque sabía que, si sobrevivía, esto no terminaría aquí. Nunca lo hacía.
—No hables ahora —me interrumpió Nedim, sus dedos temblando mientras apartaba un mechón de cabello pegado a mi frente—. Vas a estar bien, Ceren. Vas a salir de esta. Tienes que hacerlo. Por nosotros... por Emir.
Emir. La mención de mi hijo hizo que mi corazón se contrajera, ignorando el dolor físico. No era solo mi vida la que estaba en juego.
—Lo siento... —murmuré con el poco aire que quedaba en mis pulmones.
—No tienes nada que lamentar, Ceren. Nada. Esto no es tu culpa —dijo Nedim, con una firmeza que casi me hizo creerle. Pero ambos sabíamos que el caos siempre seguía mis pasos.
Sentí su mano tomar la mía, apretándola con una fuerza que me decía que no pensaba soltarme. Los sonidos a nuestro alrededor se hicieron más intensos: una sirena, órdenes gritando entre la multitud. Personas corrían de un lado a otro, pero yo no podía apartar mis ojos de los de Nedim.
—Quédate conmigo... quédate conmigo... —repetía como un mantra, su voz cada vez más rota, más desgarradora.
La oscuridad finalmente ganó terreno, cubriéndolo todo, pero en lo más profundo de esa negrura, las palabras de Nedim y el recuerdo de Emir me dieron un atisbo de esperanza. Tal vez no era el final. Tal vez aún había algo por lo que luchar.
La oscuridad me envolvió por completo, pero no era silencio absoluto. Podía escuchar algo, como un murmullo lejano, fragmentos de voces que flotaban a mi alrededor. Palabras indistintas, como ecos atrapados en el vacío. El tiempo carecía de sentido en ese lugar extraño donde no podía abrir los ojos ni moverme, pero aún podía sentir. Algo cálido rozaba mi mano, un ancla que evitaba que me hundiera más en esa negrura infinita.
No sabía cuánto tiempo había pasado cuando un sonido específico me sacó del letargo. Era tenue al principio, como una suave melodía que reconocería en cualquier lugar: un llanto. Mi corazón se agitó al instante. Ese llanto no era cualquiera; era el de Emir.
Con esfuerzo monumental, mis sentidos comenzaron a regresar uno por uno. La luz me golpeó los párpados, un destello molesto que tardé en tolerar. Mi cuerpo pesaba como si estuviera hecho de plomo, pero había algo más fuerte, un deseo irrefrenable de seguir adelante.
Cuando finalmente abrí los ojos, el primer rostro que vi fue el de Nedim. Estaba sentado junto a mí, inclinado hacia adelante, con los codos apoyados en sus rodillas y el rostro enterrado en sus manos. Parecía derrotado, como si llevara días cargando un peso insoportable.
—Nedim... —susurré, mi voz apenas audible, pero suficiente para que él reaccionara de inmediato.
Sus ojos se abrieron de golpe, rojos e hinchados, como si no hubiera dormido en días. En un instante, estuvo a mi lado, tomando mi mano entre las suyas.
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Un Nuevo Comienzo
FanfictionFanfic sobre la serie turca Zalim Istanbul en especial de Ceren karaçay y su nuevo comienzo después de una vida de tanto sufrimiento y maldad.
