Al salir de la mansión, el aire fresco me golpeó el rostro como un bálsamo. Sin embargo, sabía que no podía escapar de la conversación pendiente con Nedim, quien me seguía de cerca, su presencia silenciosa pero firme. Me volví hacia él, y la intensidad en su mirada me hizo sentir un nudo en el estómago.
—Ceren —comenzó, su voz grave y pausada—, ¿tienes algún secreto más que quieras contarme?
La pregunta me dejó paralizada por un momento. ¿Qué más podía decirle? Había desvelado tanto ya, y aún sentía que había aspectos de mi historia que me costaba compartir.
—No... no estoy segura de poder hablar de todo —respondí, bajando la mirada, sintiendo el peso de mis pensamientos.
Nedim dio un paso más cerca, su expresión era una mezcla de preocupación y determinación.
—Es importante que seas honesta, no solo conmigo, sino contigo misma. Mantener secretos puede ser tan dañino como revelarlos.
Tomé una profunda respiración, intentando reunir el valor necesario. Había algo más que me atormentaba, algo que no había podido verbalizar aún.
—Te amo, Nedim —dije de repente, las palabras fluyeron como un torrente descontrolado—. No sé cómo pasó, pero te amo.
El silencio se instaló entre nosotros, y la confesión resonó en el aire. La intensidad de mis sentimientos se mezclaba con el temor de su respuesta. Lo observé, buscando su reacción, sintiendo que el tiempo se detuvo.
—Yo también te amo, Ceren —respondió Nedim, y al escuchar esas palabras, mi corazón por un momento dejó de latir.
La emoción inundó mi pecho, una mezcla de alivio y euforia. Las dudas que me habían atormentado se desvanecieron, y en su mirada encontré un reflejo de lo que sentía.
—No sé cómo llegó a esto —dije, mis palabras entrecortadas por la emoción—. Pero cada momento contigo ha sido como un destello de luz en medio de la confusión.
Nedim sonrió, su mirada suave y comprensiva.
—A veces, los sentimientos surgen de la manera más inesperada —contestó—. Y aunque la situación es complicada, no quiero que eso afecte lo que siento por ti.
Su mano encontró la mía, entrelazando nuestros dedos. La conexión era palpable, un vínculo que parecía unirnos más allá de las circunstancias.
—Lo que tenemos es real, y quiero que lo cuidemos —dijo, su voz firme.
Asentí, sintiendo la verdad de sus palabras. Sabía que el camino no sería fácil, pero ahora teníamos un motivo más para seguir adelante.
—Entonces, hagámoslo —propuse, sintiendo la determinación fluir en mí—. No solo por nuestra familia, sino también por nosotros.
—Por fin seremos una familia —dije, sintiendo cómo esas palabras llenaban el aire con una nueva esperanza.
Nedim sonrió, y en su mirada vi una mezcla de emoción y compromiso.
—Sí, una familia unida —respondió—. Y aunque haya secretos por desvelar, creo que nuestra unión puede hacernos más fuertes.
Un escalofrío de anticipación recorrió mi cuerpo. La idea de ser parte de algo más grande, de enfrentar el futuro juntos, me llenaba de energía.
—Estamos juntos en esto —afirmé—. No importa lo que descubramos, lo enfrentaremos lado a lado.
Con esa resolución, comenzamos a caminar hacia la salida del jardín, donde la luna iluminaba el sendero. Sabíamos que, al dar ese paso, dejábamos atrás no solo el peso de los secretos, sino también el miedo que nos había mantenido atados.
—Ceren —dijo Nedim, deteniéndose un momento—, quiero que sepas que no importa lo que pase, siempre estaré a tu lado.
—Y yo a tu lado —respondí, sintiendo una oleada de ternura hacia él—. Esto es solo el comienzo de nuestra historia, y estoy lista para escribirla contigo.
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